sábado, 26 de febrero de 2011

POEMA DE LA CULPA.

Yo la amé, y era de otro, que también la quería.
Perdónala Señor, porque la culpa es mía.
Después de haber besado sus cabellos de trigo,
nada importa la culpa, pues no importa el castigo.

Fue un pecado quererla, Señor, y, sin embargo
mis labios están dulces por ese amor amargo.
Ella fue como un agua callada que corría...
Si es culpa tener sed, toda la culpa es mía.

Perdónala Señor, tú que le diste a ella
su frescura de lluvia y esplendor de estrella.
Su alma era transparente como un vaso vacío:
yo lo llené de amor. Todo el pecado es mío.

Pero, ¿cómo no amarla, si tú hiciste que fuera
turbadora y fragante como la primavera?
¿Cómo no haberla amado, si era como el rocío
sobre la yerba seca y ávida del estío?

Trataré de rechazarla, Señor, inútilmente,
como un surco que intenta rechazar el simiente.
Era de otro. Era de otro que no la merecía,
y por eso, en sus brazos, seguía siendo mía.

Era de otro, Señor, pero hay cosas sin dueño:
las rosas y los ríos, y el amor y el ensueño.
Y ella me dio su amor como se da una rosa
como quien lo da todo, dando tan poca cosa...

Una embriaguez extraña nos venció poco a poco:
ella no fue culpable, Señor... ni yo tampoco
La culpa es toda tuya, porque la hiciste bella
y me diste los ojos para mirarla a ella.

Sí, nuestra culpa es tuya, si es una culpa amar
y si es culpa de un río cuando corre hacia el amar.
Es tan bella, Señor, y es tan suave, y tan clara,
que sería pecado mayor si no la amara.

Y por eso, perdóname, Señor, porque es tan bella,
que tú, que hiciste el agua, y la flor, y la estrella,
tú, que oyes el lamento de este dolor sin nombre,
tú también la amarías, ¡si pudieras ser hombre!

jueves, 24 de febrero de 2011

LA HOGUERA DEL AMOR.

Diré que junto a un árbol resplandece una hoguera,
y que estará encendida mañana igual que ayer…
En invierno y otoño, verano y primavera,
arde esa hoguera loca sin que deje de arder.

Le dio sus hojas secas el árbol corpulento;
después, las hojas verdes, y los gajos quizás…
Y aunque es mayor la llama cuando le sopla el viento
no importa si arde pronto, porque ilumina más.

Y no importa si el árbol no tiene flor ni fruto,
porque muere en el sueño de una muerte feliz:
y cuando falten ramas para el fugaz tributo,
convertirá en cenizas su tronco y su raíz.

Más, si alguien no comprende la verdad escondida
en la hoguera implacable y en el árbol sin flor,
yo le diré que el árbol que se quema es mi vida,
y que la hoguera que lo extermina es el amor.

SESIÓN DE CONTROL DEL 23-F

«No, hombre, no, que hoy no es el día, que me viene muy mal. Verá usted, a lo que me pregunta prefiero no contestar, no se tercia que usted me requiera sobre el tema económico siendo la fecha que es. Treinta años hace que fracasó la intentona de golpe de estado, y debemos estar centrados únicamente en rememorar el triunfo de la democracia y en felicitarnos todos los que estamos en la Cámara por lo libres que somos.
Así que no sea impertinente, no me pregunte sobre mi valoración al respecto de la caída del 0,1% de la economía española comparada con la subida del 1,7% de la zona euro. Eso es una menudencia comparada con la magnitud de lo que celebramos. Confórmese con el habitual no sé, no contesto, o, si así lo prefiere, le digo lo acostumbrado, que su política es echarme la culpa de todo, y tan contentos.
Eso sí, para que lo tenga presente, si el martes que viene insiste usted en el fondo y forma de sus cuestiones, no espere respuestas concretas. Parece mentira que no sepa ni respete algo tan importante como la creación en 1872 del Parque Nacional Yellowstone en los USA, hogar y morada del oso Yogui y de BuBu, a la sazón iconos del buen hacer a los que he imitado últimamente. Si demuestra paciencia, en un par de añitos le permitiré un análisis más acertado de la situación. Un poco de por favor, no me pierda la compostura, que está usted meando fuera del tiesto».
Así habló Zaratustra en el Congreso el día 23 de febrero de 2011, en la sesión de control y ante las preguntas de Mariano Rajoy. Palabra de Dios, te alabamos, óyenos (alucinante es poco). borrador

miércoles, 16 de febrero de 2011

LAMENTOS DE OTOÑO

Como tantas cosas lejanas
que se acercan sin un rumor,
llegaron las primeras canas
y quizás el último amor.

Y el amor que pasó deprisa,
y el que nunca llegó a pasar,
entristecieron mi sonrisa
igual que un ciego frente al mar.

Yo soñaba con un cariño
que acaso tuve y se me fue,
y me eché a llorar como un niño
que llora sin saber por qué.

Hoy asoman rostros extraños
sobriamente frente a mí:
Hoy llegan los años huraños
diciéndome: “Estamos aquí”.

Y he de morir soñando cosas
que deseé y no conseguí…
Y seguirán naciendo rosas,
pero no serán para mí.

Yo buscaba las cosas bellas
sin importarme en que lugar.
Y otros mirarán las estrellas
que yo no volveré a mirar.

Y nombrar lo que no se nombra
-un gran silencio y una cruz-,
y penetrar en esa sombra,
yo, que tanto he amado la luz.

Tantos sueños que ya se han ido
y que jamás han de volver…
Empezar a morir de olvido,
¡oh, noche sin amanecer!

Apasionadas noches locas,
indeciblemente sin par…
Pero otros besarán las bocas
que yo dejaré de besar.

Agridulce sabor del beso,
áurea isla sin latitud:
Aunque sólo sea por eso,
no te me vayas, ¡Juventud!

No te me vayas todavía,
porque no me quiero quedar
triste de ensueño y armonía,
igual que un ciego frente al mar.

lunes, 7 de febrero de 2011

SOMBRA PURA.

Ya nada me limita o me sugiere;
ya nada me somete o me domina:
vago por mi pradera cristalina,
huello el camino que mi pie prefiere.

De todo lo que atisba mi ojo, infiere
que es burdo, y es grosero… Y asesina
cuanto lo que a su paso, con inquina
separa airado, y a su paso muere.

Déjame aquí, que soy sin ser ya nada;
que rozo, con mi faz iluminada,
lo que nunca soñó mi desventura.

Déjame ya, que siendo sombra pura,
ya cumplí paso a paso mi jornada
y rebasé, valiente, mi amargura.