lunes, 30 de mayo de 2011

LA CASI-ASPIRANTE

Carme Chacón se ha quedado en casi-aspirante a candidata, lo que no le debe resultar ajeno, porque lo suyo es lo casi: el no llegar. Estudió en el programa de doctorado pero no llegó a leer la tesis. Fue teniente de alcalde en el ayuntamiento de Esplugues, pero no llegó a alcalde. Fue miembro de las ejecutivas del PSC y el PSOE, pero sin pasar de una secretaría sectorial. En el Congreso de los Diputados fue vicepresidenta, que es un lugar para los que se acercan o para los que se alejan, pero no para los que están en la cresta de la ola. En el gobierno ha sido ministra de Vivienda y de Defensa, un cargo de gran relieve público en la medida en que lo ocupaba una mujer embarazada, más que por sí mismo: ¿cuántos recuerdan el nombre de su predecesor?
Nunca ha sido la líder del PSC. Esta función la han llevado como han podido Narcis Serra o José Montilla, y ahora que éste se hace a un lado para purgar la derrota autonómica de noviembre, otros nombres suenan más que el suyo para el recambio. Demasiado tiempo en Madrid, demasiada apuesta por un escenario en detrimento del otro. Para heredar la maltrecha baronía catalana se postula Miquel Iceta, que ya lanza decálogos de renovación en los que intenta la cuadratura del círculo. Quizás ahora la que se define como "catalana en Madrid" vuelva a casa como si fuera Navidad, pero no todos la van a esperar con los brazos abiertos. En los chispazos bipolares que sufre la identidad nacional del PSC, ella tiene una posición demasiado marcada para tender puentes, aunque el proceso congresual puede ser una gran caja de sorpresas.
No es por tanto baronesa de su baronía, pero tampoco forma parte del selecto elenco de políticos madrileños de pata negra criados en la corte y curados en los secaderos del poder de verdad, este espacio prieto donde todos se conocen, hablan, pelean sin sangre y deciden según el tamaño de los respectivos poderes. Rubalcaba sí que es uno de ellos. Sabe por viejo y sabe por diablo, y tiene una libreta con todos los pecados. De alguna manera, con todo eso topó Zapatero, que no deja de ser un chico de provincias que ganó el congreso del PSOE en un descuido de todos los demás, y que ahora está descubriendo el frío que hace en la calle cuando a uno le cierran los salones.
Pese a todo ello, Chacón se ganó la etiqueta de emergente con futuro, las encuestas de popularidad le otorgaron la bendición y quienes recelaban ante el retorno de los dinosaurios del felipismo jalearon su precandidatura. Pero la tempestad arrecia, y como decía el de Loyola, en tiempo de desolación es mejor no hacer mudanza. Lo ha recordado abruptamente otro vasco, Patxi López. Zapatero ya nombró al sucesor cuando convirtió a Rubalcaba en vicepresidente y portavoz, ¿verdad? Pues aténganse a ello los hermanos, y arrieros somos. El jueves se lo ordenaron a Chacón: "ya te dejaremos jugar otro rato". Y casi se le saltan las lágrimas

sábado, 28 de mayo de 2011

LA VÍDA.

Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.

Grito <¡Todo!>, y el eco dice <¡Nada!>.
Grito <¡Nada!>, y el eco dice <¡Todo!>.
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)

Que más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo, para nada.

jueves, 19 de mayo de 2011

A LA CAZA...

Escondido, oculto entre las sombras de los contenedores, acecha perverso y malvado el nuevo gavilán pollero. Sonrisa profidén, de folleto de gabinete dental, espera a su presa, babeando obsceno: la carne es jugosa y tierna, un sabroso bocado con el que saciar su ansia. Lleva varias capturas, hoy el día ha colmado de sobras su voraz apetito. Pero la noche aún no ha caído, algún incauto quedará que se preste a sucumbir a su feroz ataque. Aguarda tranquilo, uno más, uno que anotar a sus conquistas. Con éste, el cupo cubierto con creces, un triunfo seguro. El carroñero se yergue, su víctima está muy cerca. Afila sus garras, se lanzará sobre ella y la devorará, vamos si la devorará. Ya está, el siguiente en la lista va a girar en la esquina y tropezará con su destino. No tiene escapatoria. Un paso, otro más. Por fin, depredador y cordero frente a frente. La caza excita aún más al carnicero, pues el trofeo no viene solo, una de sus crías le acompaña. Más placer, más premio.

El ave rapaz controla la situación, lo domina todo y entonces, seguro de que el indefenso pardillo no huirá abandonando a su prole, ataca sin piedad, a muerte. Es una lucha desigual, poderoso y codicioso explotador que no rinde hasta vencer contra un indefenso que no sabe cómo escabullirse. No hay reacción, la sorpresa es la dueña. El asaltante agarra con fuerza la mano del inocente, mira a la cámara que siempre le acompaña, luce su espléndida dentadura, se inclina veloz ante el niño y, sin dar tiempo a la reacción, le besa en la mejilla. No contento todavía, con una agilidad felina obliga al atónito atracado a coger un sobre con una papeleta dentro. Es entonces cuando profiere su amenaza, cuando se sirve del terror para derrotar cualquier resistencia. «Vótame. Si eliges a otro, la muerte te alcanzará lenta y dolorosamente. Yo soy tu futuro, sin mí no eres nada». Una sonrisa, otra foto y el candidato desaparece raudo, despliega sus alas y parte a su cueva. Hay que reponer fuerzas, el día siguiente promete más sangre. Mientras, el sorprendido recupera los sentidos, recompone su figura, limpia la cara de su hijo y, al ver alejarse al nuevo gavilán pollero, piensa: «Lástima no tener una escopeta. Buena pieza se me escapa».

viernes, 6 de mayo de 2011

SÓLO UN LIBRO.

Él descansaba olvidado. Un alma solitaria en medio del
camino, en un peldaño de madera. Sus ojos jamás se
habían abierto, dejando penetrar en ellos la clara luz del
estío. Vivía en un letargo absoluto de años, de sueño, de
muerte en vida. La gente pasaba por su lado, ignorándole,
considerándole parte del mobiliario, un retal más de pared,
de mármol o de vidrio. Se sentía, en lo más profundo de su
corazón de papel y letras, condenado a una existencia
miserable de tedio y soledad. Las horas desfilaban lentas,
vagabundas ante el tic tac perezoso de las manecillas del
reloj, ya desacompasado, triste, carente de ritmo.

De pronto, un día sucedió. A priori un roce fortuito
fruto de la casualidad, posteriormente fuerza tremenda
que le arrancó de su insoportable aburrimiento. Unas
manos separaron cuidadosamente sus páginas, dos ojos se
clavaron en sus letras y alguien comenzó a leer.

Su esencia cambió entonces irremediablemente.
Se transformó en viajero, en transporte de pensamientos
e ideas, en mensaje en una botella que al fín llegaba
a su destinatario. Se convirtió en puente entre lo abstracto
y lo tangible. Ahora era una ventana, una puerta. Era sueño,
sonrisa y llanto, era viaje y fantasía. Y comenzó a empapar
a la persona que le leía. No solo se sabía visto y escuchado,
sino también saboreado y sentido, impregnado de total
libertad al lector, que acababa de descubrir por primera vez,
la magia de internarse en el entendimiento y la felicidad
que ofrece a puñados un libro.