Cual un pachá en invierno,
templado bajo el Sol, incluso,
tendido en perezosa y con whisky al lado,
bendiciendo a Noé, a los escoceses por su néctar mágico,
y a cuantos reverencian al espíritu hechizado,
ese brujo alcohol que se desliza en la sangre,
que abofetea al tiempo en ambas caras,
¡que ganas de mandar al diablo metafísicas,
angustias existenciales y neurosis del anciano
y elevar el corazón al infinito
en brazos del azar, del poema y del ensueño!
Y sentirse renacido, olvidando la carga de los años,
ignorando el para qué y desdeñoso del cuándo,
convencido de que es sólo mínimo soplo en el viento,
un pálido electrón dentro del oleaje perpetuo.
¡Adelante, como un timonel lúcido acaso por lo ebrio,
a quien las tormentas resultan apenas distracciones del horario,
meras vicisitudes de cualquier marinero,
inquietudes de todos los humanos!
¡El puerto final es lo cierto
y en él quizá yace servido el licor iluminado,
donde todo será vano y pasado
salvo el amor y el futuro eterno!
templado bajo el Sol, incluso,
tendido en perezosa y con whisky al lado,
bendiciendo a Noé, a los escoceses por su néctar mágico,
y a cuantos reverencian al espíritu hechizado,
ese brujo alcohol que se desliza en la sangre,
que abofetea al tiempo en ambas caras,
¡que ganas de mandar al diablo metafísicas,
angustias existenciales y neurosis del anciano
y elevar el corazón al infinito
en brazos del azar, del poema y del ensueño!
Y sentirse renacido, olvidando la carga de los años,
ignorando el para qué y desdeñoso del cuándo,
convencido de que es sólo mínimo soplo en el viento,
un pálido electrón dentro del oleaje perpetuo.
¡Adelante, como un timonel lúcido acaso por lo ebrio,
a quien las tormentas resultan apenas distracciones del horario,
meras vicisitudes de cualquier marinero,
inquietudes de todos los humanos!
¡El puerto final es lo cierto
y en él quizá yace servido el licor iluminado,
donde todo será vano y pasado
salvo el amor y el futuro eterno!
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