martes, 5 de agosto de 2008

“EN UN LIBRO VACÍO”

"Hacía tiempo que lo había visto allí sentado; en aquella taberna perdida en la ciudad, perdida en una ciudad cuyas calles contaban historias de un pasado extraordinariamente mejor, de un pasado vivo, con librerías repletas, charlas interminables, intelectuales reflexionando, mentes inquietas..., se encontraba aquel hombre..

Este anciano, que parecía ya parte del mobiliario, no se apartaba de un libro gordo, erosionado por el paso del tiempo, un libro que guardaba todas las historias que contaba a los transeúntes porque a sus paisanos, quizá cansados, quizá ignorantes, no les gustaba escuchar una y otra vez las batallitas de aquel ciego que, alrededor de aquella mesa, compartía su sabiduría, su conocimiento, sus ganas de soñar...

Este viejo leía historias de un diario que relataba días y días en aquel mismo lugar, cuando todavía se respiraba vida en todas las calles, cuando las colegialas se emocionaban por encontrarse, por tercera vez en una mañana, a aquel pintor que las dibujaba pasando por delante de la iglesia, cuando aquel barbudo se sentaba en el parque a recitar poemas y enseñaba a los más pequeños juegos tradicionales, viejas canciones, viejos himnos..., cuando el consistorio era un lugar de reunión, de discusión de los temas cotidianos, y estaba vetado a toda clase de contratistas... cuando, en definitiva, a este pequeño viejo le hubiera gustado quitarse el antifaz y observar lo que ocurría a su alrededor, cuando maldecía a una ceguera que lo había acompañado desde siempre, porque no le permitía vivir aquellas calles, con aquellos bohemios, con aquellos faranduleros, vivir aquella vida...

Lo único que le quedaba, años después de pasar aquellas tardes en las que se imaginaba el bullicio de las calles, las horas de diversión, las horas de revolución, era relatárselo a los nuevos, a aquellos que no podían siquiera imaginar, como tuvo que hacer él en su día, imaginárselo, cómo podían ser aquellos momentos llenos de esperanza, utopía... y cómo podía ser la mente y el corazón de aquel viejo que sabía ilustrar, con un libro abierto, vacío, blanco, entre las manos cómo había sido todo aquello... cómo le hubiera gustado que fuera...".

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