jueves, 23 de mayo de 2013

ACEPTACIÓN


¿Cómo aceptarlo todo
sin resistir?
¿Cómo fluir con la corriente
sin usar lo que creemos es
nuestra preciada voluntad?
¿Cómo dejar que las cosas sean
no como nosotros las queremos?
¿Cómo sustituir
terquedad por flexibilidad,
imposición por aceptación,
sin que eso sea renuncia?
¿Cómo existir sin esfuerzo?
¿Cómo abandonar la lucha
que nos posibilita
una vana sensación de triunfo?
¿Cómo soltar
la idea de cambiarlo todo
a nuestro antojo
e intentar cambiarnos nosotros
a nosotros mismos,
olvidando la propuesta
de cambiar el afuera?

Acaso la respuesta
a tanto interrogante
sea entender que esas son
las causas de la ira
y que su supresión es suprimir
a ese arremolinado enemigo.

miércoles, 22 de mayo de 2013

¡NO CLAUDIQUES!


Cuando vayan mal las cosas

 como a veces suelen ir;

 cuando ofrezca tu camino

 sólo cuestas que subir

 cuando tengas mucho haber

 pero mucho que pagar,

 y precises sonreír,

 aun teniendo que llorar,

 cuando ya el dolor te agobie

 y no puedas ya sufrir,

 descansar acaso debes

 pero nunca desistir.


Tras las sombras de la duda,

 ya plateadas, ya sombrías,

 puede bien surgir el triunfo,

 no el fracaso que temías,

 y no es dable a tu ignorancia

 figurarse cuan cercano,

 puede estar el bien que anhelas

 y que juzgas tan lejano,

 lucha LUCHA, por más que en la

 brega tengas que sufrir.


¡Cuando todo esté peor,

 más debemos insistir!

 Si en la lucha el destino te derriba,

 si todo en tu camino es cuesta arriba,

 si tu sonrisa es ansia satisfecha,

 si hay faena excesiva y vil cosecha,

 si a tu caudal se contraponen diques,

 Date una tregua, ¡pero no claudiques!


 

lunes, 20 de mayo de 2013

TRABAJO ÚNICO.


Un comisario europeo es un funcionario dependiente de la Comisión Europea. Hasta aquí, se entiende. La Comisión Europea es a su vez una pieza de la Unión Europea, que cuando uno se pone a estudiarla, parece un mecano. Cada comisario tiene unas responsabilidades y un sueldo y unas dietas y, en general, come bien, duerme bien, y viaja en primera. Podemos afirmar que, laboralmente hablando, esta gente ha llegado al paraíso. Ahí tienen al comisario europeo de Empleo, Lázló Andor, que vino a vernos para tomar unas cañas y probar nuestro excelente jamón, aunque también para hacer algunas declaraciones. Este hombre es el responsable de Empleo de toda la UE, un puesto que en los tiempos que corren era como para tener ojeras. Pues ni una, oiga. Busquen fotografías suyas en la Red y verán qué buen aspecto tiene, qué descansado está, y qué poco estrés sufre en relación a sus representados, los parados europeos.
Decíamos que el señor Andor vino a España y nos recomendó que adoptáramos el contrato de trabajo único. Este contrato, como ya se han encargado de señalar todos los agentes, es una tontería, cuando no una agresión a los trabajadores, pues suprime, entre otras cosas, la causalidad en el despido.

-Usted, a la calle.
-Por qué
-Porque me sale.

Se supone que un comisario europeo de Empleo, antes de ir a un país a proponer algo, debe estudiarse el tema. Le pagan, y muy bien, para eso. Pero este Lázló, que tiene una guasa que no sabemos de dónde le viene, soltó la propuesta como el que tira un hueso a un perro. Lo malo es que nosotros nos arrojamos a él y estuvimos dos o tres días royéndolo minuciosamente. Políticos, medios de comunicación, periodistas, gente que pasaba por allí, todos, en fin, caímos en la trampa. Y digo que caímos en la trampa porque este señor comisario no puede ser tan idiota. Significa que si lo dijo lo dijo por algo. En caso contrario, lo habrían sancionado, por beber estando de servicio.
Lo tenemos muy crudo con esta gente tan astuta.

lunes, 13 de mayo de 2013

LA CRISIS DE LA ILUSIÓN.

“Lo más hermoso en la vida son las ilusiones”. Lo dijo hace 200 años un señor que se llamaba Balzac, pero creo que ahora lo suscribiríamos todos. Tenemos el derecho a ilusionarnos y sobre todo a cumplir las ilusiones. Trabajar en lo que nos gusta, amar y sentirse amado, fundar un hogar, tener una casa… Todos necesitamos un techo donde cobijarnos, donde acudir cuando estemos perdidos, donde forjar recuerdos que luego se mantendrán indelebles en la memoria y en el corazón. Aquellos correteos por el pasillo detrás de la pelota, aquella cajita donde escondías los peluches, el olor a café y pan recién tostado, el gorjeo de los pajarillos en el almendro… Un mundo dentro del mundo. Tu mundo.

Pero en esta sociedad, donde todo tiene un precio, hay ilusiones que se cotizan caras. Carísimas. Como la vivienda, convertida en negocio por obra y gracia de especuladores a los que se la traía al pairo el trinar de los gorriones, el olor a café y los recuerdos. Una peligrosa transformación porque en los negocios siempre hay quien llena las alforjas y quien las vacía –o mejor dicho, se las vacían-. Fue entonces cuando sus ilustrísimas miraron para otro lado. Que la gente asumía una deuda que duplicaba su renta, pues que la asuman. Que se firmaban hipotecas por cuarenta años, pues que las firmen. Que se pagaban 3.000 euros por un puto metro cuadrado, pues que los paguen. El crédito era inagotable, España crecía al 4 por ciento y nuestro presidente fumaba puros habanos en el despacho oval mientras Bush y Schroeder le reían las gracias.

Pero los puros habanos siempre se acaban. Como las fiestas y las ínfulas de falsos ricachones. Y la burbuja estalló, la economía se desplomó y el mundo se fue al garete. Con las familias, sus casas y sus ilusiones dentro. Y entonces fue cuando vimos la cara más desabrida de la pobreza. La de aquéllos que no pueden pagar la casa porque no tienen para comer. La de miles y miles de biografías truncadas porque un día recibieron la primera carta. “Estimado señor, lamentamos comunicarle que hoy hemos procedido a ejecutar la hipoteca”. La segunda. “Estimado señor, en virtud de la ley hipotecaria, el próximo jueves debe abandonar su domicilio”. Y la tercera y definitiva. “Estimado señor, ante los desobedecimientos reiterados, una comisión judicial se personará en la finca para hacer efectivo el embargo de su residencia”. Y entonces, el estimado señor, que un día soñó con los correteos de los chiquillos por el pasillo, el olor a café y los pajarillos, decide sentarse en el escritorio. Escribir una notita para decir “no puedo más”. Abrir la ventana. Y tirarse por ella acabando con las ilusiones y con su existencia.

Amigos y amigas, ésta es la verdadera crisis. La crisis de la ilusión, que es más peligrosa que la del dinero porque una antecede a la otra. Y la única solución pasa por recuperarla. Por rescatarla. Por arrebatársela a los que impunemente la quitaron. Entonces, sólo entonces, estaremos en disposición de abrir nuevamente el balcón de par en par. Respirar fuerte. Y en vez de dejar una amarga despedida en un pósit, asomarnos para gritar con todas las fuerzas: “¡Jodeos, cabrones, que nunca me venceréis!”.