jueves, 24 de abril de 2008

CUANDO LLEGUE EL MOMENTO

Cuando llegue el momento...
de encontrarme con Dios...
sumiso y callado...
... le diré...
como me fue en la vida
con toda mi sensatez,
de lo que fui capaz
y lo que la vida me enseñó.
Antes de llegar el día,
tengo mucho que hacer...
...mucho que aprender.
Cuando llegue el momento,
de estar con Dios...
quisiera que los lazos
que me han atado a ésta vida
se acerquen mas a mí;
...sigo... sembrando todavía...
... antes de partir.
Amo demasiado a la vida,
con todo mi ser...
tanto... que no quiero pensar,
en que este día llegue
y tener que llorar;
quiero vivir en paz,
no quiero ahora...
atormentar mi alma,
y dejar de soñar.
Soy sincero conmigo mismo,
me prolifero todo lo que puedo,
aunque los años pasen
llevados de la mano
por la vida...
sigo mi ritmo, sin prisas...
en sosiego.
Cuando... llegue el momento...
de pasar cuentas con Dios...
deseo que sea benevolente conmigo,
quiero ser eterno,
en la otra vida...
imploro... su perdón.

martes, 22 de abril de 2008

MI AMIGO ES AQUEL…

Aquel cuyo apretón de manos es un poquito más firme.
Aquel cuya sonrisa es un poquito más luminosa.
Aquel cuyos actos son un poquito más diáfanos.
Ese es a quien yo llamo un amigo.
Aquel quien más pronto da que pide.
Aquel quien es el mismo hoy y mañana.
Aquel quien compartirá tu pena igual que tu alegría.
Ese es a quien yo llamo un amigo.
Aquel cuyos pensamientos son un poquito más puros.
Aquel cuya mente es un poquito más aguda.
Aquel quien evita lo que es sórdido y mísero.
Ese es a quien yo llamo un amigo.
Aquel quien, cuando te vas, te extraña con tristeza.
Aquel quien, a tu retorno, te recibe con alegría.
Aquel cuya irritación jamás se deja notar.
Ese es a quien yo llamo un amigo.
Aquel quien siempre está dispuesto a ayudar.
Aquel cuyos consejos siempre fueron buenos.
Aquel quien no teme defenderte cuando te atacan.
Ese es a quien yo llamo un amigo.Aquel quien es risueño cuando todo parece adverso.
Aquel cuyos ideales nunca has olvidado.
Aquel quien siempre da más de lo que recibe.
Ese es a quien yo llamo un amigo.

lunes, 21 de abril de 2008

ELLOS/NOSOTROS, LOS ABUELOS.

La burocracia oficial, desde hace muchísimos años ya, tiene para ellos/nosotros, una calificación que como poco podríamos tildar de desafortunada: clases pasivas. Desafortunada y a más inexacta, porque no encaja con la realidad que pretende recoger. El concepto de pasividad, la misma palabra lo expresa, se sitúa exactamente en las antípodas de la actividad, por lo que se suele asociar a todo lo pasivo la idea de algo, o alguien encastrado en una postura quieta, receptiva, recibidora podríamos decir; contrapuesto, por tanto, a cualquier idea de movimiento, acción o productividad.
La burocracia oficial, con su definición, a lo que se refiere mayormente es a lo último, o sea: a la productividad. Los abuelos ya no están en condiciones de contribuir con su trabajo a reforzar las arcas del Estado. Ya no pueden subirse a un andamio, bregar con las artes de pesca en una barca o bajar al vientre oscuro y húmedo de una mina. Ni tampoco fregarse en un pis pas las escaleras de un edificio de diez pisos sin dejar de cantar “La bien pagá” o “Mi jaca galopa y corta el viento”. Después de cuarenta o cincuenta años de dejarse la piel en el tajo por un salario de mierda, han entrado en la etapa de la jubilación. Ahora cobran del Estado sin tener que mover un dedo. Pensiones que casi siempre, por los escuetas, hay que mirar con lupa para que parezca que se agrandan, pero pensiones al fin. Y con la jubilación han alcanzado también un tiempo distinto, con perspectivas diferentes del tiempo de los jóvenes, en el que el pasado es un terreno amplísimo salpicado de accidentes orográficos variopintos (penas, alegrías, sueños, amores, desencantos, proyectos, logros y fracasos), y el futuro apenas un huertecito pequeño y recogido, manejable, limitado por la valla siempre a tiro de piedra de la muerte.
Tradicionalmente, los viejos que llegaban a esa etapa en condiciones aceptables se dedicaban a ayudar en la casa, a guisar, quitar el polvo de los muebles, hacer las camas, bajar a hacer la compra al mercado, llevar al colegio y al parque a los nietos para que la mamá pudiera estar tranquila en su puesto de trabajo. Los abuelos, cuando les quedaba un rato, se iban despacito, apuntalados en su gayato si era menester, a echarse una partida de petanca o jugarse un dominó con los antiguos conocidos. Las abuelas, más caseras, se quedaban en el sofá delante de la tele, pegando cabezaditas al amor del culebrón con la aguja del ganchillo entre los dedos artríticos. Abuelos y abuelas tenían en su mesita de noche, tan pimpante en su marco, la foto de la mujer o del marido que les había tomado la delantera en lo de irse para el otro barrio, y de vez en cuando le echaban una ojeada teñida de nostalgia: mira tú que joven te conservas, anda que si me vieras a mí. Y enseguida volvían a la faena, a hacer cualquier cosa que se notara para que los hijos vieran que en casa eran de más utilidad que en el asilo.
Sin embargo, de unos años acá esos esquemas han cambiado. Se inventaron el Inserso, los viajes baratos y los paquetes turísticos para la tercera edad en los hoteles. Y a los abuelos, de repente, se les abrió un horizonte inesperado de maravillas. A partir de ese momento sus vidas cambiaron, y un latigazo inesperado de ilusiones casi juveniles les recorrió las carnes amojamadas: más allá del cristal de sus gafas de vista cansada se extendía un paisaje de infinitudes de alegres colores. Y los viejos metieron en su maletica cuatro prendas de ropa, un tarro de loción para el sol, las pastillas limpiadoras de la dentadura postiza y una batería de píldoras, pastillas y linimentos para la tensión, el corazón, el azúcar y el reuma, y se subieron la mar de felices en el autobús de Benidorm.
Es una gloria verlos disfrutar. Bailan como peonzas, hacen gimnasia en la arena mostrando sin falsos pudores sus mollas y sus arrugas, se ponen rojos como gambas por quedarse dulcemente dormidos bajo la sombrilla, sin pensar que los rayos del sol van mudando de sitio y acaban cebándose en sus frágiles pieles desnudas. Luego, cuando llega la noche, los viejos se trasmutan en faunos y ninfas, desentierran del fondo del olvido el deseo carnal y hacen secretos cambios de habitación para entregarse al furor del sexo. Incluso se enamoran y hacen planes: casarnos no, que perdemos una de las dos pensiones; quita, quita de casorios, buenos se iban a poner los hijos. Alguna vez un abuelo se pasa con la viagra, le da un jamacuco en mitad de un polvo glorioso y se queda tieso con cara de éxtasis, ¿habrá forma más hermosa de morir? Y a la mañana siguiente su ocasional pareja, por no estropearle las vacaciones a nadie, explica discretamente: lo llamó su familia, que había no se quien malo, y se fue anoche deprisa; ah, que lo despidiera de todos, dijo.

lunes, 14 de abril de 2008

EL OTOÑO DE NUESTRAS VIDAS

Ni tu amor ni el mío tienen arrugas, están limpios, claros a la luz de nuestros ojos. Tu cuerpo y el mío hace mucho que dejaron de ser niños; pero tienes los ojos alegres de niña traviesa, y mi alma corre todas las tardes hacia donde tu estás resistiéndose día a día a madurar, para poder volver pasear juntos, e ir caminando serenamente contemplando lo bonita que es la vida. Pero no recuerdes, no quiero recordar el pasado, ni el bueno, ni el malo. Quiero vivir el ahora, el ya, contigo abrazados.
Vivir nuevas emociones, inventar nuevos besos, recorrer nuevos senderos. Antes para mí solamente existía el trabajo, pensaba que el mismo conduciría a mi familia a una mejor forma de vida. Es cierto que sin ese sacrificio posiblemente hubiésemos tenido otro tipo de problemas, pero no habríamos perdido tanto tiempo aunque yo creo que aún estamos a tiempo de recuperarlo. Por todo ello ahora tú eres mi faro, mi razón única, mi esencia. Quiero volver a pasear mis dedos por tu pelo, a que vuelvas a sonreír con mis tonterías, a tomar un helado compartido, a acariciarnos en la oscuridad y abrazarnos hasta el amanecer.
No me hables de los años pasados y perdidos, el único tiempo para mi baldío es el que pasa sin estar a tu lado, sin poder decirte que te quiero, sin querer amarte, sin amar hasta querer morir en tus brazos, sin morir por tu querer, sin querer que me ames como yo te quiero, y te amo, y muero. Y sé que me quieres; porque la luz de tus ojos es la misma de siempre y tus ojos nunca han mentido.
El tiempo ha pasado y nuestras vidas han corrido y tropezado muchas veces. Maldigo a la parca que ha jugado con los hilos de nuestro destino. Pero ahora volvemos a unirnos, no en nuestra hora final, sino en una nueva hora primera.
Que digan lo que digan nuestros hijos y nietos, que puede que lleven nuestra sangre; pero no nuestros sentimientos. Que a tus años y a los míos vamos a amarnos hasta el último suspiro.

martes, 8 de abril de 2008

MIS AÑOS

Aquellos días pasados
correteando por mi calle...en mi niñez...
donde la huella del tiempo
va borrando los años...
mis recuerdos se estremecen...
cuantos recuerdos añorados!
Mi piel perdió tersura...
unos pliegues le acompañan
mis cabellos blancos...
esas huellas que te va dejando la vida
esas añoranzas que te hacen sentir
esas pisadas...en tu corazón
en el día a día...y
con tesón.
Aportas sabiduría en la rueda de la vida y,
yo quiero decir
que no me asustan los años...
más triste es sentir
algunos desengaños.
Voy llegando a mi vejez...
con calma y sosiego
puedo decir y digo
que... todavía sueño...
son sueños distintos,
pero siguen siendo hermosos.... y tiernos.
Con el amor de los míos
que me cuidan con amor
quizás... recuerden, que por aquel entonces
les entregué todo mi ser...
sin egoísmos ni condición.
Ahora... cuando va llegando
...el ocaso de mi vida...
me veo recompensado
por este amor que me profesan,
cuando... orgulloso recuerdas que has cumplido en la vida...
con fuerza y entereza.

lunes, 7 de abril de 2008

GRACIAS, TE DOY MIL GRACIAS.

Gracias por todos los momentos
que hemos compartido
momentos llenos de sentimientos
y pensamientos compartidos,
sueños y anhelos,
secretos, risas y lágrimas,
y sobre todo, amistad.
Cada preciado segundo quedará atesorado
eternamente en mi corazón.
Gracias por dedicarme tiempo
tiempo para demostrar tu preocupación por mí,
tiempo para escuchar mis problemas
y ayudarme a buscarles solución,
y sobre todo,
tiempo para sonreír y mostrarme tu afecto.
Gracias por ser lo que eres
una persona maravillosa.
Pude contar contigo
cuando necesitaba en quien confiar
y pedir consejo.
Gracias a ti comencé
a conocerme
e incluso a apreciar lo que soy.

A MIS AMIGOS

Los amigos, a veces
no necesitan palabras,
solo con mirarse
se dicen mil cosas
y comparten, una manera
especial de ver la vida.
Los amigos, a veces,
se dicen palabras duras,
se discuten, se hieren
y se reconcilian con un abrazo.
Los amigos
siempre dicen la verdad,
aunque duela,
aunque no sea sencillo.
Los amigos
son dos almas
que aprenden juntas
la sinceridad,
la solidaridad, la alegría.

LA LOCURA DE QUERERTE

Tus ilusiones se esfuman
como niebla con la brisa
Abrazada a la soledad
como tu única amiga.

Maraña de pensamientos
tu mente abriga.

Quieres correr tras el amor
pero te alcanza la fatiga.

Tu corazón se descompone
por la espera que te castiga.

Envuelve tus pesadumbres
con el manto del olvido.

Mírame, yo estoy aquí
para suplir tus ausencias.

Soy el extraño que mira
con calma y con paciencia
el devenir de tu vida.

Rogando que algún día
me regales tu mirada
y también veas en la mía
este amor que me desangra.

Anímate y emprende el vuelo
desde lo alto
de la cima de tus miedos.

Yo estaré con pie firme
y con los brazos abiertos.

Para darte mi calor, mí ternura
y mi afecto
pensaras que es locura
solo se... que te quiero

A TODA PRISA

Acaso el defecto más notorio de muchos de nosotros, es ir tan aprisa que no podemos detenernos a mirar, a respirar, a sentir la vida infinita que se refleja en cada detalle, en cada pequeño guijarro, en cada extraña flor. Es preciso un descanso para meditar, para tomar aire.
A toda prisa se llega también al destino, pero una vez allí hay que regresar de nuevo, desandar los pasos, para encontrarle sentido a la aventura. Lo prematuro pasa pronto, el paso del tiempo no es tan fugaz en lo que dura.
Para seguir escribiendo hay que arder, volverse brasa y cenizas y esperar que esas cenizas se las lleve la brisa, para que un día cualquiera la simple luz de una luciérnaga vuelva a encender los dormidos carbones.
Amando el principio y el fin, sin cambiar para nada las cosas que ya existen, rosas, sonrisas, labios encendidos, ansias de verdad, estrellas fugaces. Encontrar ese gratísimo lugar, propicio para escuchar nuestras voces, sencillas pero... tan gratamente humanas!.

sábado, 5 de abril de 2008

EGO PERSONAL

Nuestro sentido del "yo" nos da una exagerada complacencia en relación con nuestra persona, con nuestra forma de comportarnos.
Cuantas veces decimos " tengo ese modo de ser, reaciono así" y mostramos con mucho orgullo, casi con un sentimiento de satisfacción, nuestro desprecio inconfesado por los que piensan o actuan diferente a nosotros. Como si por diferentes fuesen menos importantes o inferiores.
Quien está centrado en sí mismo, en sus propios sentimientos, en las propias necesidades, no puede comprender a los otros. No puede olvidarse de sí , no sabe superar el egocentrismo, no sabe comprender..."es necesario entrar en el corazón de nuestro hermano, identificándonos con él".
Evitar esa incapacidad de salir de nosotros mismos . Cuando nos olvidamos de nuestro ego , cuando necesitamos comprender a otra persona, ir en su ayuda, percibimos cual es la verdadera naturaleza de lo que significa la fusión de la mente y el corazón.
Comprender conlleva también la buena voluntad de amar y ayudar, ese es el amor del alma. Para ello es necesario que la mente y el corazón colaboren.
La mente sirve para entender y el corazón para sintonizar, identificarse con la otra persona.
Comprender es tratar de superar las barreras de la separatividad y convertirnos en verdaderos canales para la felicidad de todos.

jueves, 3 de abril de 2008

AMOR SIN FECHA DE CADUCIDAD

Han cumplido ya los ochenta y llevan queriéndose desde los catorce, ayer como quien dice. El noviazgo duró más de diez años y era de los de entonces, guiñarse un ojo desde lejos, asomarse con disimulo a la ventana o decirse una palabreja al vuelo cuando se cruzaban por las calles de La Gineta, su pueblo. La costumbre antigua era que el mozo cargara al hombro una escalera para apoyarla en la pared de la casa de ella y así, sin posibilidad de más proximidades, echar una plática. Ellos no lo hicieron porque muy pronto, en cuanto estuvieron seguros de que lo suyo era amor de ley, él pidió entrada en la casa y como demostró llevar buenas intenciones, se la concedieron. Así que a partir de entonces ya pudieron verse y hablarse más de cerca aunque solos nunca, que siempre estaba la madre, o la abuela, o una tía o un familiar encargado de que el aire corriera entre los enamorados. Sentarse uno junto al otro, vamos, ni por pienso, que ya se sabe que el hombre es fuego, la mujer estopa, se acerca el diablo y sopla.
Ayer hizo sesenta años que se casaron y lo van a celebrar en Valencia con un convite de postín justo el sábado, que por ser festivo al día siguiente toda la familia puede acudir sin problemas. Saturnino Iniesta y Ramona Romero tuvieron cuatro hijos, uno detrás del otro porque entonces no había tele con que ocupar las noches, y al más chiquitico con siete meses apenas se lo llevó al cielo Dios, la pena más grande que ha tenido en su vida, dice Ramona. Los partos fueron como eran entonces, en casa con doña Enriqueta la comadrona, y les dio la teta a los cuatro, al Miguelito sólo siete meses porque se quedó preñada otra vez y se le amargó la leche, pero a la Maria Dolores y a la Josefina dos años largos, y como rosa se criaron. Menos el pequeñín, que se les fue.
Pero el sábado, que es de fiesta grande, a la mesa se sentarán los tres que viven, y sus parejas, y sus seis nietos, uno varón y el resto hembras, y el biznieto, que cumplió dieciocho años y da gloria el verlo, ¡Que buen mozo! Saturnino anda una miaja duro de oído y a Ramona el corazón le da algún susto que otro porque se le desmanda sin avisar, pero vaya, cosa sin mayor gravedad, se comprende que con los años algo habrá que tener.
Ramona se casó de blanco y de largo como una princesa, que ahí están los retratos, y aún se acuerda de los zapatos de novia con madroños que Saturnino vio en el escaparate y dijo: ésos, para ella. Lo cual que cuando iban a ir juntos a comprarlos, a una semana de la boda, su tía se le encaró: ¿Qué te pensabas, ir sola con tu novio?, no, no lo verán tus ojos. Y los acompañó, más faltaría. Lo mismo que el día que echaban en el cine una de Manolo Escobar y la tía se sentó abajo con la sobrina y a Saturnino lo mandó arriba, al gallinero, que quien quita la ocasión quita el peligro. Alguna vez, de refilón, llegaron a cogerse un dedo por una ventanica aprovechando un descuido de la vigilancia, para lo otro hubo que esperar a que les echaran las bendiciones. Y es viaje de novios no fue uno, sino dos: el segundo cuando las bodas de oro, que se fuero ocho días a Palma y otros ocho a Tenerife; el primero más corto, a la finca de unos tíos que está a doce kilómetros de Albacete, primero a lomos de caballería hasta la finca El Toscal y luego a pie por la carretera, con los zapatos de tacón en la mano.
O sea que la señora Ramona no ha conocido más hombre que el señor Saturnino, ni falta que le ha hecho: en siendo bueno con uno sobra, dice. Y dice lo mismo el marido, que no le ve mayor con qué a seguir queriéndose los dos después de setenta años como el primer día que empezaron a festear, ya que eso no es otra cosa que prueba de que acertaron. La vida la han dedicado a su familia y a darle una situación a los hijos, hasta carrera a una, que es médico y de las buenas. Y dicen que, a lo mejor por eso, no los dejan ni a sol ni a sombra, siempre ocupándose de que estén y no les falte un capricho, si se les tercia. En el 61 se vinieron por delante de La Gineta el padre, a trabajar en la construcción y el Miguelito, que con trece años entró en una fabrica de prendas deportivas. Y a los nueve meses, no más volvieron al pueblo con un camión, lo cargaron con los bártulos de la casa y se vinieron todos para Valencia. Nunca tuvo el matrimonio una mala palabra con nadie así que enemigos, ni en La Gineta ni aquí. Y dice la señora Ramona que ella sin su marido no sale ni a la puerta de la calle; y él tan conforme, que los que están hechos a ir juntos, por lo suelto se sienten en desamparo. Eso ahora ya no pasa, le señalé. Y me contestó: porque como cuando se casan ya van hartos, no se quieren como hay que quererse.

miércoles, 2 de abril de 2008

DESPUÉS DE QUE?

Nos convencemos a nosotros mismos que la vida será mejor después…
Después de terminar la carrera, después de conseguir trabajo, después de casarnos, después de tener un hijo y entonces… después de tener otro.

Luego nos sentimos frustrados porque nuestra carrera no tiene la salida laboral que nosotros presentíamos, porque tardamos demasiado en encontrar trabajo y cuando lo hacemos no es el que a nosotros nos hubiese gustado.
Y cuando llegan los hijos nos quejamos porque no son lo suficientemente grandes, y pensamos que seremos más felices cuando crezcan y dejen de ser niños, después nos desesperamos porque son adolescentes, difíciles de tratar.

Pensamos: seremos más felices cuando salgan de esa etapa.

Luego decidimos que nuestra vida será completa cuando a nuestro esposo o esposa le vaya mejor, cuando tengamos un mejor coche, cuando nos podamos ir de vacaciones, cuando consigamos el ascenso, cuando nos retiremos, cuando…

La verdad es que. NO HAY MEJOR MOMENTO PARA SER FELIZ QUE AHORA MISMO.

Si no es ahora, ¿Cuándo? La vida siempre tiene alicientes más que suficientes, bien sea de noche o hasta el domingo por la mañana; hasta la primavera, el verano, el otoño o el invierno, o hasta que te mueras, para decidir que no hay mejor momento que justamente ÉSTE, PARA SER FELIZ…

LA FELICIDAD ES UN TRAYECTO, NO UN DESTINO.

TRABAJA COMO SI NO NECESITARAS DINERO.

AMA COMO SI NUNCA TE HUBIERAN HERIDO, Y BAILA COMO SI NADIE TE ESTUVIERA VIENDO.

Este mensaje va dirigido a todas las personas que considero amigas, a las cuales deseo toda LA FELICIDAD DEL MUNDO.

martes, 1 de abril de 2008

POLÍTICAS DE EMPRESA

Va a hacer ya dieciocho meses que me prejubilé y aún creo que tengo el “mono”, siento nostalgia de los buenos momentos que he pasado a lo largo de mi vida profesional y los malos, si es que los ha habido, apenas si me acuerdo de ellos, no obstante, uno que ahora tiene tiempo, visita periódicamente a sus amigos en los centros donde están y los mismos le cuentan anécdotas y vivencias del día a día. Sin quererlo uno se preocupa por las situaciones tan curiosas, que seguramente no serán distintas a las vividas en mi tiempo laboral y en la misma empresa, pero que ahora y desde fuera, se ven magnificadas, por todo ello, a mi me gustaría hacer alguna que otra consideración con el fin de intentar mejorar las relaciones laborales, con lo que todo ello redundaría en una mayor productividad y un mejor ambiente laboral y social, porque estamos en los tiempos modernos y tenemos unas practicas ancestrales dentro de las empresas y si no decirme si os suena a chino lo que a continuación os detallo.
¿Cuándo fue la última vez que vuestra empresa se preocupó por la formación y que no fuera para conseguir los beneficios fiscales que se tienen por tal concepto? ¿Cuántas veces te has sentido incentivado por ser mejor profesional? ¿En cuantas ocasiones te han pedido opinión para una decisión importante para la empresa? Lamentablemente, ante todos estos interrogantes, la respuesta más habitual es “pocas” o, en el peor de casos “ninguna”.
El modelo organizativo tradicional, y que además es el más utilizado en las empresas de nuestro entorno, se basa en el control exhaustivo del trabajo que realizan los empleados y donde la limitación de las tareas a realizar por un determinado empleado es, cuanto menos, difusa. La mayor parte de los empleados son “chicos para todo” y deben “currárselo porque las cosas están muy mal y si no realiza bien su trabajo posiblemente haya que cambiarlo de sección y pasarlo a frescos”. Difícilmente una empresa en la que los empleados viven siempre bajo la amenaza de la espada de Damocles y en la que todos sus movimientos son fiscalizados por el ojo inquisidor del Gran Hermano puede ser productiva. Y es ahí precisamente donde toma fuerza la sombra de la desaceleración económica y va ganando terreno la constante amenaza de la recesión. Los empleados que también son consumidores, han visto y llevan mucho tiempo viendo, que las cosas no pueden continuar de esta forma. La práctica totalidad de los empleados ven la situación económica de una forma negativa y es así, entre otras cosas, porque no han experimentado mejoría alguna año tras año, para ellos todos los años son iguales sin importar si se han conseguido objetivos o no. Cuando las cosas iban bien, a los trabajadores les iba mal. Así que ahora que pintan bastos, la confianza de los consumidores --que también son trabajadores- está bajo mínimos.
Al margen de que la situación macroeconómica sea una u otra, lo cierto es que el modelo de organización de nuestras empresas debe de cambiar si queremos que nuestra economía sea alguien en el mercado global. Mientras nuestros empleados siguen conviviendo con los informes de actividad que apenas sirven para cumplimentar unos gráficos para evitar salir mal en la fotos, con la responsabilidad por los objetivos que se imponen y tragándose las decisiones estratégicas, casi todas ellas, bajando los gastos o lo que es lo mismo, reduciendo la plantilla, tomadas por algún mandamás “iluminado”, nuestros competidores se dedican a formar a sus trabajadores, a potenciar su talento y a hacerlo partícipe de la dinámica de la empresa. Quizá algún día dejemos de tener miedo al tránsito de la información en el seno de nuestras empresas y nos atrevamos a hablar, a dejar opinar, a contar con nuestros colaboradores y escuchar sus propuestas. Quizá en ese momento, dejemos de tener gerentes y supervisores en nuestras empresas –entendidos como profesionales que se limitan a la gestión administrativa de la organización y al control de las tareas- y comencemos a tener Directores coordinadores-entendidos como profesionales que se encargan de crear equipos de trabajo y organizarlos para obtener un rendimiento óptimo-. Quizá en ese momento las frases como “políticas de igualdad”, “formación continua”, “integración de la vida personal y profesional”, “dirección por competencias”, “gestión del talento”, “autonomía en la toma de decisiones”, “responsabilidad social corporativa” o “ecorresponsabilidad”, dejen de tener ese tufillo populista y al mismo tiempo poco realistas que tienen en la actualidad para convertirse en la piedra angular sobre la que gire cualquier política de la organización. Y no olvidemos que un empleado contento posiblemente nunca exteriorice su bienestar a su familia, amigos y vecinos, aunque siempre habrá comentarios agradables, pero si es un empleado descontento, rápidamente lo sabrá todo su entorno con todo lo que ello conlleva.