lunes, 14 de abril de 2008

EL OTOÑO DE NUESTRAS VIDAS

Ni tu amor ni el mío tienen arrugas, están limpios, claros a la luz de nuestros ojos. Tu cuerpo y el mío hace mucho que dejaron de ser niños; pero tienes los ojos alegres de niña traviesa, y mi alma corre todas las tardes hacia donde tu estás resistiéndose día a día a madurar, para poder volver pasear juntos, e ir caminando serenamente contemplando lo bonita que es la vida. Pero no recuerdes, no quiero recordar el pasado, ni el bueno, ni el malo. Quiero vivir el ahora, el ya, contigo abrazados.
Vivir nuevas emociones, inventar nuevos besos, recorrer nuevos senderos. Antes para mí solamente existía el trabajo, pensaba que el mismo conduciría a mi familia a una mejor forma de vida. Es cierto que sin ese sacrificio posiblemente hubiésemos tenido otro tipo de problemas, pero no habríamos perdido tanto tiempo aunque yo creo que aún estamos a tiempo de recuperarlo. Por todo ello ahora tú eres mi faro, mi razón única, mi esencia. Quiero volver a pasear mis dedos por tu pelo, a que vuelvas a sonreír con mis tonterías, a tomar un helado compartido, a acariciarnos en la oscuridad y abrazarnos hasta el amanecer.
No me hables de los años pasados y perdidos, el único tiempo para mi baldío es el que pasa sin estar a tu lado, sin poder decirte que te quiero, sin querer amarte, sin amar hasta querer morir en tus brazos, sin morir por tu querer, sin querer que me ames como yo te quiero, y te amo, y muero. Y sé que me quieres; porque la luz de tus ojos es la misma de siempre y tus ojos nunca han mentido.
El tiempo ha pasado y nuestras vidas han corrido y tropezado muchas veces. Maldigo a la parca que ha jugado con los hilos de nuestro destino. Pero ahora volvemos a unirnos, no en nuestra hora final, sino en una nueva hora primera.
Que digan lo que digan nuestros hijos y nietos, que puede que lleven nuestra sangre; pero no nuestros sentimientos. Que a tus años y a los míos vamos a amarnos hasta el último suspiro.

No hay comentarios: