martes, 1 de abril de 2008

POLÍTICAS DE EMPRESA

Va a hacer ya dieciocho meses que me prejubilé y aún creo que tengo el “mono”, siento nostalgia de los buenos momentos que he pasado a lo largo de mi vida profesional y los malos, si es que los ha habido, apenas si me acuerdo de ellos, no obstante, uno que ahora tiene tiempo, visita periódicamente a sus amigos en los centros donde están y los mismos le cuentan anécdotas y vivencias del día a día. Sin quererlo uno se preocupa por las situaciones tan curiosas, que seguramente no serán distintas a las vividas en mi tiempo laboral y en la misma empresa, pero que ahora y desde fuera, se ven magnificadas, por todo ello, a mi me gustaría hacer alguna que otra consideración con el fin de intentar mejorar las relaciones laborales, con lo que todo ello redundaría en una mayor productividad y un mejor ambiente laboral y social, porque estamos en los tiempos modernos y tenemos unas practicas ancestrales dentro de las empresas y si no decirme si os suena a chino lo que a continuación os detallo.
¿Cuándo fue la última vez que vuestra empresa se preocupó por la formación y que no fuera para conseguir los beneficios fiscales que se tienen por tal concepto? ¿Cuántas veces te has sentido incentivado por ser mejor profesional? ¿En cuantas ocasiones te han pedido opinión para una decisión importante para la empresa? Lamentablemente, ante todos estos interrogantes, la respuesta más habitual es “pocas” o, en el peor de casos “ninguna”.
El modelo organizativo tradicional, y que además es el más utilizado en las empresas de nuestro entorno, se basa en el control exhaustivo del trabajo que realizan los empleados y donde la limitación de las tareas a realizar por un determinado empleado es, cuanto menos, difusa. La mayor parte de los empleados son “chicos para todo” y deben “currárselo porque las cosas están muy mal y si no realiza bien su trabajo posiblemente haya que cambiarlo de sección y pasarlo a frescos”. Difícilmente una empresa en la que los empleados viven siempre bajo la amenaza de la espada de Damocles y en la que todos sus movimientos son fiscalizados por el ojo inquisidor del Gran Hermano puede ser productiva. Y es ahí precisamente donde toma fuerza la sombra de la desaceleración económica y va ganando terreno la constante amenaza de la recesión. Los empleados que también son consumidores, han visto y llevan mucho tiempo viendo, que las cosas no pueden continuar de esta forma. La práctica totalidad de los empleados ven la situación económica de una forma negativa y es así, entre otras cosas, porque no han experimentado mejoría alguna año tras año, para ellos todos los años son iguales sin importar si se han conseguido objetivos o no. Cuando las cosas iban bien, a los trabajadores les iba mal. Así que ahora que pintan bastos, la confianza de los consumidores --que también son trabajadores- está bajo mínimos.
Al margen de que la situación macroeconómica sea una u otra, lo cierto es que el modelo de organización de nuestras empresas debe de cambiar si queremos que nuestra economía sea alguien en el mercado global. Mientras nuestros empleados siguen conviviendo con los informes de actividad que apenas sirven para cumplimentar unos gráficos para evitar salir mal en la fotos, con la responsabilidad por los objetivos que se imponen y tragándose las decisiones estratégicas, casi todas ellas, bajando los gastos o lo que es lo mismo, reduciendo la plantilla, tomadas por algún mandamás “iluminado”, nuestros competidores se dedican a formar a sus trabajadores, a potenciar su talento y a hacerlo partícipe de la dinámica de la empresa. Quizá algún día dejemos de tener miedo al tránsito de la información en el seno de nuestras empresas y nos atrevamos a hablar, a dejar opinar, a contar con nuestros colaboradores y escuchar sus propuestas. Quizá en ese momento, dejemos de tener gerentes y supervisores en nuestras empresas –entendidos como profesionales que se limitan a la gestión administrativa de la organización y al control de las tareas- y comencemos a tener Directores coordinadores-entendidos como profesionales que se encargan de crear equipos de trabajo y organizarlos para obtener un rendimiento óptimo-. Quizá en ese momento las frases como “políticas de igualdad”, “formación continua”, “integración de la vida personal y profesional”, “dirección por competencias”, “gestión del talento”, “autonomía en la toma de decisiones”, “responsabilidad social corporativa” o “ecorresponsabilidad”, dejen de tener ese tufillo populista y al mismo tiempo poco realistas que tienen en la actualidad para convertirse en la piedra angular sobre la que gire cualquier política de la organización. Y no olvidemos que un empleado contento posiblemente nunca exteriorice su bienestar a su familia, amigos y vecinos, aunque siempre habrá comentarios agradables, pero si es un empleado descontento, rápidamente lo sabrá todo su entorno con todo lo que ello conlleva.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Que tal Sr. Gómez com está? Hace mucho tiempo que no se de usted, hasta hoy que un compañero me ha dado su dirección de blog. En primer lugar perdóneme que le siga tratando como señor, pero es que para mí y creo que para todos, usted siempre será eso, un señor.Que bien ha expuesto usted todo lo que aquí ocurre, bueno más bien se ha quedado corto con su exposición y lo ha hecho seguramente pensando en el bien de la empresa como siempre ha hecho, pero ya ve, la empresa sigue siendo la misma y por mucho que hagas por ella siempre te paga igual y usted lo sabe muy bien aunque nunca lo haya admitido, ¿o nó tengo razón?. Aquí todo sigue igual o más bien peor,desde que usted se fué las formas y los metodos han cambiado, ya no existe el repeto, la educación ni las buenas formas en la comunicación?, cuando usted todavía estaba, sus formas y estilos se diferenciaban de los del resto de mandos, ahora simplemente le echamos muchisimo de menos, y eso que con usted trabajamos a base de bien, pero eso, lo haciamos a gusto, porque usted nunca ha tenido para nosotros un mal gesto ni una mala contestación y no hacía con nosotros lo que sus superiores hacían con usted, o pensaba que nosotros no nos dabamos cuenta?, usted si se apercibía de algo siempre le quitaba importancia. ¡¡Cuanto quiere usted a ésta empresa y que poco se lo han agradecido!!.
No me identifico para no tener un excesivo protagonismo, pero en P.G.C. todos pensamos igual.
Un abrazo y que sea usted muy feliz, como tantas y tantas veces repetía para nosotros, pasee usted mucho a su nieto, viaje con su mujer, y regalele usted esos días que ni siquiera le concedió cuando estuvo tan enferma.
¡¡¡LE QUEREMOS!!!