domingo, 30 de mayo de 2010

MOURINHO, VUELTA A EMPEZAR

Bueno ya está todo arreglado, Mourinho ha fichado por el Real Madrid, por dieciséis millones de euros (aunque la prensa española solo ha reflejado los primeros ocho, el resto lo pagará el Sr. Florentino el próximo año). El entrenador cobrará a razón de 10 millones de euros cada temporada, o sea 30.000€ cada día y ha firmado para cuatro años, aunque eso no es óbice para que en la primera temporada le den la cuenta, como ha sucedido en todas las temporadas anteriores y con todos sus predecesores a pesar de haber ganado títulos.

Hasta aquí, simplemente parece un exceso de gallardía y prepotencia de su presidente un señor que, basando su sapiencia en el mundo futbolístico y conjugándolo con una directiva que antepone los euros a la lógica deportiva, al sentido común y sin importarle las restricciones económica que el país se autoimpone a sugerencias/decreto, de su presidente del Gobierno de España Sr. Rodríguez Zapatero. Las virtudes del Sr. Mourinho de todos es sobra conocido, es un entrenador protagonista que arrastra un enorme trauma desde hace algunos años, entrenar al Barça. Ya estuvo en el Camp Nou, pero sólo de segundo entrenador y eso todavía aún le escuece. Posiblemente sea un buen entrenador, aunque lo que verdaderamente ha inclinado la balanza de las preferencias del mandatario blanco hacía él, hayan sido sus bravuconerías, su falta de respeto hacía el rival y por supuesto su amor/odio hacía el conjunto catalán. El es un líder y se considera el mayor protagonista de su equipo, de ahí que tenga que cobrar como el que más de sus jugadores, para que se sepa constantemente quien es el jefe.

El Sr. Florentino Pérez cuando recuperó el mandato a principio de la temporada pasada, lo hizo con un único objetivo, “terminar con la hegemonía del Barcelona en los últimos años”. Se gastó un dineral (como en él es costumbre, cada vez que ha ocupado el sillón presidencial), en fichar a los “mejores” jugadores del mundo, hizo lo propio con el entrenador, aunque el Madrid cambia de entrenador todos los años, los reunió a todos en el Santiago Bernabeu con una sola consigna, ganar títulos. Pero claro, un equipo de fútbol son once jugadores, tienen que tener un sistema de juego basado en la conjunción de ésos jugadores y con un entrenador que les guíe a través de un conocimiento de las cualidades de los mismos. Si en el primer año y cuando ya empiezan a carburar como equipo, les cambias al entrenador y por supuesto el sistema de juego, difícilmente consigas la hegemonía que buscabas para lograr las victorias y los éxitos que prometiste a tu electorado. A eso hay que añadirle, la poca relevancia que se le ha dado a todos los jugadores fichados con anterioridad a su mandato, unos han sido cedido a otros equipos donde actualmente están triunfando, y el resto a chupar banquillo esperando recibir ofertas por ellos.

El despido de Pellegrini solo ha costado al club 5 millones de euros, o sea 15.000€ diarios todo el año y su defenestración como entrenador del Real Madrid, estaba cantada desde hace mucho tiempo, la misma prensa madridista (siempre tan neutral) no lo aceptó desde un principio, a ello se unió el fracaso de la Copa del Rey y el no pasar de cuartos de final en la Copa de Europa. A su favor tenía que era un señor educado y que no faltaba nunca al respeto al rival, en lo sucesivo y con el entrenador entrante quizá lo echemos a faltar, aunque posiblemente eso es lo que se busque. Y para colmo le faltó reconocer y además decirlo en público en los últimos días, que el Barça era el mejor equipo del mundo, eso fue la puntilla que culminó su año en el club.

Aunque lo más duro de digerir en estos tiempos de profunda crisis, es en el dinero que los clubes destinan a “invertir” en la compra de jugadores o entrenadores como en éste caso. Yo me pongo en el caso de una familia, como ahora hay muchas, que cobran el salario mínimo de 624 €, o peor aún, que están en el paro y se les ha acabado la prestación. ¿Qué opinión pueden tener de tal dispendio monetario? ¿Seguirán siendo forofos de sus clubs, asistirán a los estadios? y si no lo hacen quien correrá con los gastos para pagar a estos protagonistas del balompié. Por ello pienso que el Gobierno de España tendría que tomar medidas en estos despilfarros y no limitarse a congelar los salarios de los jubilados y reducírselo a los funcionarios, porque dan con ello la impresión, que son los únicos culpables de esta anómala situación o por el contrario que son a los únicos que controlan a través de sus nóminas. No se que % se les deducirá de sus ingresos a estos señores para el heraldo público, pero imagino que inferior a lo que debiera por su exageración. Pero controlándolos más, posiblemente evitaríamos que malgastasen el dinero por lo fácil que lo ganan y que no hicieran alarde de sus riquezas, como asistir a un entrenamiento con helicóptero.

A pesar de ello le deseo los mejores éxitos deportivos al Real Madrid, tengo familia y grandes amigos aficionados a éste gran club, que ninguna culpa tiene de la ineficacia de sus dirigentes.

sábado, 29 de mayo de 2010

EL SEXTO CUMPLEAÑOS DE PAU

No descubro nada nuevo al constatar aquí que la percepción del tiempo es cambiante: a más viejos, más deprisa, casi vertiginosamente, se nos antoja que pasa; y sin embargo, a más jóvenes, y qué decir ya de la infancia, acostumbra a transcurrir con una lentitud que llega a impacientar. Quizá por eso muy raramente se le oirá decir a un viejo "me aburro", esa expresión tan común en edades tempranas. Y es que a partir de ciertas edades adquirimos una conciencia clarísima de que la vida tiene fecha de caducidad y nosotros, si es que no la hemos rebasado ya sin enterarnos, debemos de andar raspándola. Así que cada minuto, cada presencia, cada risa, cada paisaje, cada página de libro, cada atardecer, cada aleteo de pájaro, cada nueva luna llena, cada inesperado chaparrón rematado por la gloria total de un arco iris, se convierten en valiosos tesoros.
Lo que pasa es que en esta percepción, como en todo, se mezclan los matices propios del carácter de cada cual. Y hay quien se empeña en vivir su propia vejez solo como una etapa de reposo conquistado a pulso tras largos años de vida laboral; y se autocoloca fronteras y limitaciones, se va cerrando puertas y constriñendo espacios, se empecina en negarse a cualquier cambio que signifique aventurarse en lo novedoso, en lo desconocido y no digamos ya en lo arriesgado. Hay quien no sabe afrontar cada nuevo despertar de otra manera que quejándose de algo: del insomnio que le ha impedido descansar, del dolor de artrosis que le ha desvelado de madrugada, del mosquito que no ha parado de zumbar destruyendo su tranquilidad, de la jaqueca que le amenaza de buena mañana porque está nublado y hay bajas presiones, del cansancio muscular que le producen los primeros calores del año. Son "personas-Jeremías" que sin ser conscientes de ello se autovampirizan, neutralizando y abortando cualquier posible conato de alegría y felicidad. Y que, como consecuencia directa de su actitud, viven acobardadas y a la defensiva en una perpetua situación de miedo, de desconfianza y de prevención.
Curiosamente son éstas las personas que más se suelen obsesionar por su salud, por su batería de pastillas y su galería de médicos con que afanosamente buscan la forma de prolongar sus vidas lo más posible. Y uno no puede evitar preguntarse: ¿para qué, si en realidad nunca se han atrevido a disfrutarlas plenamente, si siempre han vivido atemorizadas vaticinando catástrofes, acumulando resquemores, pasando factura eterna de viejos agravios reales o imaginarios, sin determinarse jamás a hacer algo irresponsable, loco y rabiosamente divertido de lo que no hayan calculado y medido las posibles consecuencias?
Si os fijáis, las personas más amargadas no suelen ser las que más verdaderos motivos tienen para estarlo. Hay quienes, habiendo sufrido sobre sus carnes y su alma todos los golpes, cataclismos y derrumbamientos imaginables, han sabido conservar la capacidad de volver a ilusionarse por la vida, de emocionarse con las pequeñas cosas de todos los días, y sobre todo de seguir creyendo, contra viento y marea, en el ser humano. Porque, oírme, tiene que ser muy triste y muy jodido vivir esperando siempre de los demás un sarmentazo. Es mucho menos doloroso (os lo aseguro) creer que la gente, por naturaleza, no es tan mala como cuentan y cuando te den el sarmentazo, que por descontado te lo dan, tomártelo con filosofía y, en cuanto recuperes las fuerzas, con su mijita de sentido del humor también.
Aunque es cierto que para vivir, a partir de ciertas edades, es imprescindible echarle muchas ganas. Porque miras el tapiz de tus amigos, tejido a base de años de complicidades, y lo encuentras cuajado ya de agujeros, apolillado de ausencias definitivas. Porque sigues mirando a los/as amigos/as vivos/as, y ves que quienes más ríen, y más se implican, y más arriman el hombro, y más optimismo y apoyo transmiten y reparten son justamente aquellos a quienes la vida ha golpeado y sigue golpeando sin piedad. Porque piensas en el año en “blanco” que pasé en mi trabajo, debido a la incompetencia y a los celos profesionales de un directivo, que no merecía ni siquiera estar en nómina. Y lo peor no fue lo que yo sufrí con mi enfermedad, lo peor fue lo que le hice pasar a los míos con la situación que se planteo con mi baja laboral y la repercusión que podría haber tenido. Y piensas entonces que si has sobrevivido a todo eso, es por que sigues haciendo falta aquí para seguir ayudando a los tuyos.
Es entonces cuando te das cuenta de que sí, de que siempre quedan faenas pendientes. Por ejemplo, traspasarle el testigo de la alegría de vivir a mis nietos Pau, David y Xavi. Pau ya está hecho un hombrecito, próximamente cumplirá los seis añitos. Así que el domingo que viene, qué queréis que os diga, por mí ya pueden venirse abajo el Gobierno central, y el autonómico y el municipal y hasta el norteamericano, que yo tengo algo más importante a lo que dedicarme. Por supuesto, a celebrar el sexto cumpleaños de Pau como es menester celebrarlo. Los demás cuando llegue el día, y todo lo demás, que espere.

jueves, 20 de mayo de 2010

FUNCIONARIOS Y JUBILADOS.

Antes que nada he de decir que yo no soy funcionario, aunque si tengo familia y amigos que lo son, pero no de los que se van a desayunar y después a hacer la compra en su horario laboral, ni de los que están tras una ventanilla con cara de perro atendiendo un negociado (que alguno hay). Soy familia de los que hacen su trabajo (mejor o peor), de los que se han pasado estudiando muchos años lejos de su familia para mejorar su situación laboral, que no tienen horario y con una disposición al cien por cien, que algunos viven separados de su familia desde hace varios años (alguno con hijos pequeños) por temas de destino y ahora la factura de la crisis quieren que la paguen ellos.
Mientras los funcionarios perdían poder adquisitivo y realizaban malabarismos contables con su sueldo, miles de paletos de eructo y puti-club, montaban una constructora y acopiaban billetes de 500 euros; los jóvenes dejaban de estudiar, llevaban coches preciosos, y la expresión más normal era « ¿los funcionarios?, ¡unos pringaos, hombre!».
«España va bien» se decía mientras unos celebraban sus ganancias entre los cubatas y rayas de coca, y otros han gastado sus mejores años junto a un café cargado, un flexo y un temario de oposiciones.
Si hay alguien en España que no se haya beneficiado del auge económico son los funcionarios. Ellos no han sido quienes han dado préstamos sin garantías, ellos no han hecho obras faraónicas para arruinar a un Ayuntamiento, o una millonada con la memoria histórica, es mejor tener dinero para los vivos y dejar a los muertos descansar en paz.
De mi colectivo yo no voy a opinar, los jubilados somos los grandes olvidados por todos y no es un tópico. Somos aquellos que en su día contribuimos para conseguir el bienestar de España y de sus patronos, ahora ya no somos necesarios casi para nadie, nos hemos convertido en una clase pasiva y nuestro futuro es el hoy y nuestro gobierno nos recuerda que quizá ya no exista el mañana, para que queremos preocuparnos entonces.
El gobierno que tenemos, y que quizá sea el que nos merecemos, nuestra clase política (sea del color que sea) nos ha llevado a esto, y quitarles un 15% a éstos les da igual, pero un 3% a un sueldo de 800 euros sí se nota.
Los jubilados y los pringaos funcionarios colaboraremos en salvar la crisis, solo espero que los mandatarios recuperen la razón y los jóvenes de hoy tengan un buen futuro mañana, que nos les pase como a nosotros los jubilados de hoy.