martes, 4 de enero de 2011

CUENTO DE NAVIDAD

Había un país cuyo Rey se elegía por votación popular de sus ciudadanos. Un joven abogado, simpático y bien parecido, decidió presentarse como candidato, como no era muy conocido, buscó la ayuda de Alfredo Rasputín y José Lenguaraz para que le hicieran la campaña electoral. Fue una sorpresa, pero el novato José Luis fue proclamado Rey, con el nombre de Zapatero El Grande. Como era un hombre de talante y agradecido, decidió bajar los impuestos a pobres y ricos, y consciente de sus escasos conocimientos en las tareas de gobierno, dejó las cuentas del Estado en manos del Duque Solbes, la seguridad en manos del Monje Rasputín, la organización la encargó a Blanco, Barón de Lugo , y puso a la Marquesa De la Vega como apaga fuegos, mientras él se dedicaba a cuestiones mas etéreas como Alianza de Civilizaciones, memoria histórica, matrimonios gays y cosas por el estilo.

La cosa funcionó bien, hasta el punto de que aunque los ciudadanos vieron que en materia internacional metía constantemente la pata y era ninguneado por los estadistas extranjeros, no tuvo inconveniente en volver a elegirlo como Rey en la segunda vez que se presentó. A partir de aquí empezaron los problemas de Zapatero, resulta que se había declarado una epidemia mundial, y cuando la mayoría de países empezaron a tomar medidas, Zapatero seguía con su talante y repartió 400 euros a cada ciudadano y 2.500 por cada bebe que viniera al mundo, cuando su pueblo empezó a no tener trabajo, él se inventó una solución, asfaltar los caminos reales, esa ocurrencia costó una millonada y dejó las arcas del Estado casi vacías, y cuando acabaron los trabajos había más gente en el paro, eso sí podían tomar el sol en unas plazas relucientes.

Las cosas no mejoraban, y de repente unos «malvados mercados» se empeñaron en hundir al país, Zapatero asustado pidió ayuda a sus amigos europeos , y éstos le dijeron «tú has hecho creer a tus súbditos que podían vivir como ricos, cuando en realidad sois un país de segunda fila, así que empieza a poner orden en tu casa», ante esto, Zapatero empezó a congelar pensiones, reducir el sueldo de los funcionarios, retirar el regalo de los 400 euros y el cheque bebé, pero los malvados no tenían bastante, y subió el IVA, aplazó la edad de jubilación, subió el precio de la luz y el butano y ya desesperado suprimió la paga de 426 euros que cobraban los parados a los que se les acababa el subsidio.
De nada sirvió, las cosas siguieron igual y en las siguientes elecciones, un señor que vivió toda la crisis tumbado en un sofá fumándose un puro y sin aportar nada, las ganó y pasó a convertirse en Rey con el nombre de Mariano El Tranquilo.

Hoy, Zapatero El Grande se encuentra en una isla escribiendo sus memorias y piensa «que hubiera pasado si yo hubiese creado un impuesto para los bancos y grandes fortunas, si hubiese subido el IRPF a los que ganan mas de 60.000 euros, si hubiese subido un 10% el IVA a los artículos de lujo, si hubiese obligado a pagar parte de la sanidad y educación que reciben a los que tienen rentas elevadas, si hubiese reimplantado el impuesto sobre el patrimonio, si hubiese restablecido el impuesto de sucesiones». Nunca lo sabrá.

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