lunes, 5 de marzo de 2012

LA REVOLUCIÓN DE LOS VALORES

Los recientes acontecimientos, no sólo en nuestro país sino en otros muchos puntos del mundo, y que se materializan en descontento, movilizaciones, malestar general, violencia en las calles (en muchas ocasiones, con actos vandálicos) y descalificaciones a algunas de las instituciones más emblemáticas, nos deben hacer, forzosamente, reflexionar.

¿Qué está pasando? ¿Por qué todo este descontento que lentamente se va convirtiendo en un clamor popular? Las causas son profundas y no vienen de ahora, sino de lejos. El sistema socioeconómico actual, se apoya en estos ejes esenciales: el poder público, el sistema económico-financiero y lo que llamamos, la sociedad civil. Y los pies del trípode han de encajar, han de conectarse en armonía. Pero si falla alguno, comienza el declive. Un poder público, legislativo, ejecutivo y judicial, no precisamente modélico.

La corrupción en la clase política es evidente y hay desconexión políticos-pueblo. El ejecutivo y el judicial se dejan arrastrar por ese conformismo, ese acomodamiento y ese alejamiento de la sociedad. El sistema financiero se va apoderando cada vez más de resortes, que tienen atenazados a los ciudadanos. Queda la sociedad civil, ella es lo más sano de este sistema decadente (apoyado en un capitalismo neoliberal que hace aguas). Y en la sociedad civil está esa «escuela de valores», tan necesarios para regenerar el ambiente de crisis.

La solución sólo puede venir de ella, de su revolución, la revolución de la sociedad civil. Se ha de recuperar ese universo de valores humanos, sociales y éticos. El mundo actual está perdiendo los principios sustantes y la corrupción va ganando el terreno. Solamente de la sociedad civil puede venir la solución a la crisis.

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