viernes, 14 de marzo de 2008

LA TAREA DE ESCRIBIR

Escribir es una tarea de júbilo, a veces de dolor, angustia y sosiego.
Cuando se toma ese camino se echan al viento las cartas, esperando ser aceptados, esperando que un alma noble las recoja y aprisione en su pecho.
Se siente necesidad de saber llegarle a alguien sin eliminar un verso, sin quitar una palabra, se busca ser alquimista de las letras y construir un mundo bello, obviando la tristeza, tratando de acallar la congoja del momento.
El riesgo de hacerlo es hermoso, se siente un gozo infinito, y la obra pasa a manos del público convirtiéndose en un acto social, ya no es propiedad del escritor, ahora es de todos.
Como decía Rimbaud..."quisiera llegar a ser poeta para convertirme en vidente, llegar a lo desconocido por el desbarajuste de los sentidos".
Es emocionante sentir un alma que destila calidez,
tanteando entre la ruinas de la vulgaridad existente y sacar con ello lo máximo.
Sintiendo en cada instante que si estuviera la persona amada no haría falta el libro de poemas, rompiendo el frágil velo de la aurora, mirando de nuevo con anhelo el agua, abierta la piel a la mirada, sintiendo que es amor lo que acompaña.
Extender la mano con las letras y sentir que entre nosotros no hay distancia.

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