domingo, 5 de septiembre de 2010

NOSOTROS, LOS ABUELOS.

Cuando tengo ocasión (y cada vez tengo más), de hablar con personas de mi edad y de mi condición de abuelo, siempre surge el comentario sobre el papel que siguen desempeñando en la familia los abuelos. Todos reconocen que les encanta hablar y convivir con los nietos pequeños. Me da la impresión de que el motivo es doble y recíproco: necesitamos amar y ser amados, pero con ese amor especial de nosotros los mayores a sus nietos pequeños, y con el cariño de los nietos a sus abuelos. Existe una sintonía entre abuelos y nietos que hace que nosotros trasmitamos nuestras ideas, nuestros sentimientos, nuestras voluntades a los pequeños con tal cariño y fuerza persuasiva que logramos la comprensión y la obediencia de los pequeños con alegría y sin resistencia. A los abuelos no nos faltan detalles generosos, como hacer regalitos oportunamente, que encantan a los nietos. Estos corresponden con un cariño y una docilidad que nos entusiasman. De estos contactos quedamos satisfechos unos y otros. Por eso nosotros los abuelos, buscamos motivos para estar con los nietos y jugar con ellos, salir a pasear con ellos y tantos otros contactos que nos hacen felices. A su vez, los nietos piden repetidamente a sus papás que los lleven a ver y a estar con sus abuelitos porque psicológicamente necesitan sus palabras de cariño, sus consejos, sus detalles tan queridos, que luego comentan los hermanitos entre sí e incluso con los papás. En nuestro tiempo, el papel de los abuelos con sus nietos es especialmente indispensable, porque los papás de los niños suelen salir de casa a trabajar por las mañanas, y en la mayoría de casos no vuelven a casa hasta la noche, y los niños necesitan la presencia de los abuelos, que los llevan o los traen del colegio, hablan con ellos, los ayudan en todo, están con ellos, porque disponen de tiempo suficiente. El peligro único que puede estropear la convivencia es abusar de los abuelos. Estos tienen también cosas que hacer y necesitan poder vivir tranquilamente, porque encima carecen de la fuerza y energía que tenían cuando eran jóvenes, que son precisamente las que le sobran a los nietos. Sería un error por parte de los papás utilizar a los abuelos a modo de niñeras o de criados de casa. Hay que hacer todo lo contrario. Hay que mostrarles respeto, agradecimiento y delicadeza. Así se mantienen unas relaciones que son fuente de felicidad para todos.

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