jueves, 9 de diciembre de 2010

EL CONTROL A LOS CONTROLADORES.

Si España fuera Japón, el ministro de Fomento se llamaría Blankiyaqui y se habría hecho el hara kiri por no poder soportar la vergüenza de ver el caos que se ha producido en un asunto de su directa responsabilidad. Si el jefe de personal de una empresa llevase diez meses negociando con un reducido grupo de empleados y al final estos le montasen una huelga salvaje que hiciera perder millones a la empresa, el jefe de personal estaría en la cola del paro.

Como el señor Blanco ni es japonés (aunque se le da un aire), ni trabaja en la empresa privada, anda sacando pecho por lo bien que ha resuelto el conflicto, y con él todo el Gobierno. Realmente el estado de alarma ha conseguido alarmarme. Creo que es lo más grave que ha pasado en España desde los atentados de los trenes. Se ha utilizado el Ejército, la Policía y la Guardia Civil para reducir a un grupito de controladores y controladoras («por qué cuando se nombra a este colectivo nunca se usa el femenino»), suprimiendo derechos fundamentales.

¿De verdad no tenía el Estado otros medios para resolver el pulso que les plantea una banda de insolidarios desquiciados? Ahora nos amenazan con prolongar el estado de alarma. Miedo me da. ¿Quién controlará a los que controlan a los controladores y controladoras?

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