jueves, 16 de diciembre de 2010

A ENRIQUE MORENTE

Acallada la voz y el canto yerto. Granada llora la pérdida inminente de Enrique Morente y lloran los claveles rojos lágrimas de sangre. Se trunca el cante y el flamenco fenece en la laringe prodigiosa de este cantaor, que abandona las notas más jondas. Las palmas enmudecen al tiempo que su boca, y el llanto de las cuerdas de guitarra inundan los tablaos donde hizo escuela. Un coro de ángeles gitanos entonan un Aleluya a la entrada del cielo, con acordes de fandango y seguiriyas, de tarantos y soleares reciben al maestro. Morente se emociona y arranca por bulerías, mientras los corazones rotos de sus gentes, permanecen en carne viva; no hay apósito que pare la hemorragia del cante de Andalucía. Silenciosos y brunos por la pena... se sucederán tres días de luto.

Como amante del cante flamenco, le escribo entristecido mi elegía. Es tan sólo un hasta luego, prometo visitarle en esa feria... de la que todos tarde o temprano, seremos partícipes. ¡Que Dios le bendiga!

No hay comentarios: