jueves, 31 de marzo de 2011

DESCONCIERTO DE PRIMAVERA

La primavera ha comenzado plena, pero, como si de un concierto se tratase, los violines han dejado de sonar cuando imitaban el canto de los pájaros, y un redoble de timbales, en su lugar, irrumpe por la fuerza en el espacio de su pentagrama apropiado, para robarle toda la belleza. Cumplido y remontado el 21 de marzo, esta sinfonía de prometedores colores, no marca la luz de entrada para el nuevo movimiento del sol en el equinoccio primaveral. Podríamos asegurar que no se aventura al inicio del "allegro", y sigue sosteniendo el "largo" que es con lo que define Vivaldi el segundo movimiento de su invierno, evocador de una tarde de lluvia al calor del fuego...Oigo desde mi ventana el lamento constante del viento, y el cristal se inunda de agonía estrellando las lágrimas contra su cuerpo...
En las civilizaciones antiguas, el comienzo de la primavera estaba marcado por las lluvias, esperadas con gozo por aquello de la subsistencia, y así se ha iniciado en nuestros días, donde, por el contrario, se crea una esperanza basada más en los beneficios terapéuticos que el sol nos proporciona, que en la necesidad de un abono para rehacer la energía de las tierras. Los almendros se disfrazan con flores rosadas, o níveas, y los manzanos, los guindos, los cerezos... batallarán a la defensa de mantener su peculiar vestimenta, porque con el asomo de las previstas heladas, no responderá por ellos ni la Divina Providencia. Hasta las florecillas silvestres que alfombran la superficie de los bancales, han replegado sus pétalos, ocultando así el colorido de la primavera... ¡Qué melancolía, contemplar ahora la opacidad del sol!... esa la luz plomiza que nos da cierta complacencia cuando la llegada del invierno asoma por la necesidad de sentir el orden de los ciclos programados por la naturaleza...
Pero, en esta estrenada primavera, no hay nada que se advierta ordenado: ni las ideas políticas, que prevén las elecciones municipales para el cambio, ni Zapatero que se ampara en un círculo protector y nos mantiene en la duda continua ante miles de desempleados, ni Gadafi que se toma al mundo por montera y desordena las esperanzas de paz por las que se ha cobrado ya, en Libia, 8.000 víctimas... ¡Ay!... Y en la línea roja, ese Japón que baja su escalafón como potencia económica, cuando es la destrucción terrible que le sobreviene a causa de una inmensa furia de la naturaleza: terremoto o tsunami, y que remata con la voraz consecuencia de una catástrofe nuclear desde la central de Fukushima, sembrando para siempre -seguro- la tragedia... Donde no hay muerte, hay contaminación, desparecidos bajo los escombros, escasez de agua, falta de alimentos, de energía eléctrica... Falta, sobre todo, de justicia en el universo programado de la Naturaleza, deseos de templanza rogados a la Madre Tierra, que no cuida por igual a sus hijos en un intento de selección natural, como la gata rabiosa con su camada excesiva.
Alguien dijo que las guerras destruían el sobrante de la humanidad... ¿Una forma grotesca de desaparecer?... o tal vez ¿para paliar el problema de su pobreza?... Estamos llenos de impotencia. La guerra ya no la hacen sólo los hombres en su afán de dominación, conseguir petróleo, mayor riqueza de recursos... sino la ira que siente nuestro planeta, quizás por causas que hieren profundamente su sensibilidad, o en un intento de autosalvación misteriosa y sempiterna. Primavera deshojada. Un desconcierto de primavera.

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