miércoles, 19 de octubre de 2011

A LA COLA DEL PARO...

La señora Amorós ya es demandante de empleo. Necesita un trabajo para su salud económica y mental. ¡Como cualquiera de nosotros! Desconozco si después de haber salido con deshonor de la entidad tiene derecho al subsidio por desempleo.

Creía yo que ese subsidio era para cuando el trabajo se acababa, no para cuando tú acababas con la empresa. Dudo que el funcionario de turno del Servef le dijera como a mí «¡tienes que cotizar ya!» con muy malas pulgas. Lo visualizo. María Dolores Amorós yendo a la entrevista de trabajo, a la asesoría laboral de su oficina de empleo, cogiendo la hoja de los cursos; con dos fotocopias del DNI, por si se las pedían, dentro de una carpeta que tiene varios contratos, cartas de despido y vida laboral actualizada. La veo con esa cara de dolor moral que tiene la cola del paro, con los mismos vaqueros raídos, los mismos zapatos usados, el bolso barato en bandolera...

A veces conocer detalles es un simple chafardeo: los sueldos de los políticos, las facturas impagadas, el coche de éste o aquel primo del primo, pero dan como en una entrevista del médico datos para el diagnóstico. Esta enfermedad es como una carcoma. La CAM estaba bien hasta que un día se desplomó hecha serrín. Y ya no tiene arreglo. No creo que sea marginal de extrema izquierda si expreso mi deseo de la restitución de lo expoliado y la negativa a que personas como esta señora puedan beneficiarse de los fondos públicos, esos que están capoteando el temporal que ella con otros ha desencadenado.

Demando, sin más, ese mismo espíritu jurídico ejemplarizante que se emplea últimamente para revisar al alza las condenas penales. O será como está tan de moda decir, una escenificación, y en el fondo esos juristas no quieren que nada cambie. Quién sabe. Cualquier día terminan tus días en la política activa y acabas de consejero o director de algo. Como para sembrar enemigos.

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