lunes, 26 de mayo de 2008

CIUDAD TRISTE, TRISTE CIUDAD.

Recuerdo una ciudad triste y una noche de frío
y las iluminadas ventanillas de un tren.
Y aquel tren que partía se llevaba algo mío,
ya no recuerdo cuando, ya no recuerdo quien.

Pero sí que fue un viaje para toda la vida
y que el último gesto, fue un gesto de desdén,
porque dejó olvidado su amor sin despedida
igual que una maleta tirada en el andén.

Y así, mi amor inútil, con su inútil reproche,
se acurrucó en su olvido, que fue inútil también.
Como esas ciudades tristes, donde llueve de noche,
como esas ciudades tristes, donde no para el tren.

No hay comentarios: