lunes, 15 de febrero de 2010

LA CRISIS VA PARA LARGO

Lo dicen todos los expertos de la cosa, y por las muestras más razón que un santo llevan: la crisis va para largo. De manera que en este contexto de angustias económicas múltiples en el que por mucho que se intente no hay forma humana de estirar los euros, el que más y el que menos trata de espabilarse para realizar su particular travesía del desierto con el menor descalabro posible. Y para eso, aparte de empezar a entrenarse en una resistencia numantina y en una austeridad espartana más propia de convento franciscano que de casa de familia normalita, es imprescindible aguzar el ingenio.
No me refiero a las actitudes ahorrativas de toda la vida, quién no recuerda al abuelo levantándose trabajosamente de su mecedora para ir a la puerta del pasillo y, con mano temblorosa de parkinson y una miaja de tiritera, darle la vuelta al interruptor de la pared para apagar la paliducha bombilla de 40 vatios que a duras penas intentaba disipar las tinieblas entre los muebles, murmurando enrabietado: dispués sus quejarís del recibo pero aquí no apaga una luz ni San Pedro, leches.
Tampoco me refiero al tradicional ahorro de fogones, quiero decir en el menú familiar aprovechando al máximo las cuatro sobras de cualquier receta clásica o resto de despensa, ya saben: el refrito de hilajos de la carne del cocido coloquialmente conocido como "ropa vieja"; las socorridas croquetas, que con dos alones desmigajados de pollo, una cebolla y un puñadico de harina le apañas la cena a la familia; el sabrosísimo arroz que se confecciona con la carcasa grasienta del último pollo asado que entró en casa y que previsoramente congelamos, en vez de tirarla a la basura; las múltiples sopas de pingajillos varios, empezando por la siempre agradecida y nunca bastante ponderada sopa de ajo en cualquiera de sus variedades, que no está el precio del pan como para andarlo desperdiciándole
Pues bien; aparte de todo eso y como los tiempos cambian, éstos en que nos ha sido dado vivir nos brindan un sinfín de oportunidades de ahorro y estrategias de contención de gasto que conviene conocer. Si bien, es cierto, son mucho más fáciles de practicar por las personas ya jubiladas que acostumbran a disponer de más tiempo libre. Pero como ahora, entre los Eres y los despidos puros y duros está en el paro la tira de gente en edad activa que dijéramos, las oportunidades se multiplican. Ya que a los abuelos, dada la escasa cuantía de sus pensiones ni por los forros los invitan a esa especie de convenciones hoteleras en las que no tienes que comprar nada, sólo asistir y escuchar la oferta que te van a proponer, y en las que por la simple asistencia te regalan desde un foulard a un reloj, y desde un microondas a un juego de maletas.
Normalmente en esas invitaciones te incitan a llevarte una pareja amiga (mayor de 35 años), y es habitual que tú te quiebres la cabeza buscando un pardillo de edad más o menos acorde con la tuya que acepte cubrir el rol de "cónyuge o pareja", perdiendo tres horas para que tú te lleves a casa gratis el asador eléctrico con tapa de cristal o el juego de sartenes antiadherentes. La última invitación que me ha llegado debo confesar que es infinitamente más tentadora, a saber: "recibirá gratis una exquisita paleta serrana para disfrutar de un auténtico placer gastronómico". Y una paleta serrana, no me lo negarán, son palabras mayores.
Lo cual que, precisamente por eso, se me antoja un agravio comparativo para los miembros de la tercera edad, que sólo pueden compensar (gastronómicamente hablando) la miseria de sus pensiones con los canapés y montaditos de los actos públicos en los que se sirve "vino de honor", y que están los pobres hasta las orejas de pinchos de tortilla, olivas rellenas de anchoa, tartaletas de fuagrás, patatas chips y cacahuetes revenidos. Que además es todo malísimo para el colesterol, la tensión y el azúcar pero, claro, les ahorra la cena. Y con la mierda de pensiones que cobran, (este año aún menos, pues el gracioso de Zapatero les ha subido el sueldo un 1% y la retención un 3%), por lo que aún cobran menos que el año pasado, pero eso sí, eso no lo dicen en los telediarios de la 1. Con todo ello a ver qué van a hacer los pobres, pues comérselo.

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