jueves, 14 de enero de 2010

El PROTAGONISMO DE LOS CONTROLADORES.

Supongamos que un dependiente de comercio cae enfermo, va al médico y le da la baja. Llega el dependiente a casa, se mete en la cama y no aparece por el comercio en quince días. Esto pasa continuamente. Seguro que ahora mismo hay más de diez y más de veinte dependientes sudando la gripe entre las mantas. Pero usted y yo no nos enteramos porque el mundo sigue y porque el hecho de que un grupo de dependientes esté de baja por enfermedad no afecta en absoluto al comercio en general. Puede usted comprar los productos que quiera y de cualquier género. Si los que caen enfermos son, en vez de dependientes, son mandos, no sólo no notaremos escasez alguna, sino que rozaremos la perfección, pues los dependientes trabajarán, posiblemente mejor, sin la presión que algunos mandos ejercen sobre los empleados.
Pongamos que caen enfermos dos o tres realizadores de Tele-5 (o de Antena-3, lo mismo da). ¿Dejarían de emitir esos canales? En absoluto, funcionarían con toda normalidad (si aceptamos como normal su programación, claro). Y si la ministra de Defensa, por poner otro ejemplo, se acatarrara, a nadie se le ocurriría retirar las tropas de Afganistán a toda prisa. Lo más probable es que no se enteraran del catarro de la ministra ni los generales más próximos a su despacho. Hay gente que por responsabilidad acude enferma al trabajo. En fin, que puede usted llevar a cabo este ejercicio de imaginar que cae enfermo, no sé, el cartero de su barrio, para concluir que las cartas seguirían llegando.
En cambio, a un controlador aéreo le duele la cabeza y se va al carajo todo el tráfico. Los controladores aéreos son seres humanos y pueden enfermar, como cualquier hijo de vecino. Lo que no se entiende es que la baja médica de uno solo de estos profesionales pueda provocar un caos mundial. Algo ocurre en ese sector que no es normal y que las autoridades deberían estudiar, para corregirlo, sobre todo porque viene ocurriendo desde hace muchos años. De lo que no teníamos ni idea era de que estos profesionales con tan mala salud pueden ganar un millón de euros al año (160 millones de pesetas). Es que eso no se gana ni siendo el comercio tuyo, ni jugándote la vida en una guerra, ni repartiendo cartas. Un servidor, con ese sueldo, iría a trabajar con cuarenta de fiebre.

2 comentarios:

Maria Dolores dijo...

Cuanta razón tiene Sr. Gómez, cuanta. Es verdad que en algunas profesiones los sueldos son exagerados, y a la vez son los que más se suelen quejar. Que si son pocos, que apenas tienen tiempo para estar con su familia, etc. etc. Hay que considerar que dicho trabajo sólo les lleva por jornada 4 horas diarias. Posiblemente sea un trabajo de mucha responsabilidad, de mucha preparación y a la que muchos de nosotros seguramente, no tendriamos capacidad de acceder al mismo, no obstante y considerando lo que cobran al año(unos cincuenta millones de las antiguas pesetas) ese "sacrificio" bien vale la pena. No obstante y como son "pocos", tienen que hacer alguna que otra hora extraordinaria al día y al final alguno de ellos ha cobrado la friolera cantidad de 150 millones de pesetas. Yo creo que aunque sólo vean a la familia un "ratito" menos al día vale la pena.
Tiene usted razón en lo que dice que algunos empleados trabajan mejor sin la presión de sus jefes, bueno yo diría mejor de algunos jefes, porque usted y si me lo permite, era distinto. Usted no era un jefe de los habituales, usted siempre tenía una frase amable para los empleados, siempre le quitaba presión a sus ordenes, las hacía participativas filtrando las directrices que le marcaban sus superiores. De ahí que aún hoy y después de haber pasado más de tres años desde su jubilación, se le siga echando de menos.
Hay imnumerables anecdotas que algunas veces los que le añoramos, que somos casi todos, recordamos y comentamos. Usted cuando estaba de guardia o de responsable de tienda, cuando le llamábamos por algún tema con algún cliente, usted siempre intentaba convencer al cliente sin dejarnos a nosotras en mal lugar, y por la noche y ya cuando terminabamos de los cuadres del día, y que normalmente eran ya las tantas, usted nunca nos dejaba solas, siempre nos acompañaba hasta donde estaban nuestras parejas o hasta nuestro coche. Que diferencia con el resto de sus compañeros, que en descuidarnos son los primeros en marcharse. Por todo ello Sr. Gómez, para nosotras siempre será el número 1.
Cuidese y hasta siempre.

Anónimo dijo...

Ay Sr.Gomez,cuanta razón tienen sus palabras.
Yo no tengo nada más que añadir a lo que ha dicho seguramente mi compañera de "fatigas".Que se le echa de menos,que ya no habrá ninguno cómo usted.
Cuanto me alegro de poder mantener el contacto de ésta manera,aunque ya sabe que siempre tendrá una buena profesional en el puesto que ya sabe.
Un abrazo

Tere