martes, 19 de enero de 2010

¿QUE HACEMOS LOS QUE ESCRIBIMOS?

¿Qué hacemos, los que escribimos? Nada más que contar historias. Incluso el simple pensar y el simple hablar cotidianos son ya una historia. Las palabras proferidas y las pensadas, desde que nos levantamos de la cama, por la mañana, hasta que a ella regresamos, llegada la noche, sin olvidar las del sueño y las que el sueño intenta describir, constituyen una historia con una coherencia interna propia, continua o fragmentada, y podrán, como tal, en cualquier momento, ser organizadas y articuladas en una historia escrita y transformadas en literatura.
El que escribe hace que las palabras se confundan y se encuentren; las letras se dilatan en llegar para formar aquello que anhelamos en el fondo, para enseñarnos el camino que trazamos mientras escribimos.
¿Qué es escribir? Sino pasear por el mundo...por nuestro mundo y el de los demás.
¿Qué es? Sino llorar desesperadamente por lo inexplicable.
Es llenar espacios vacíos que sabemos que nunca ocuparemos por completo.
Es querer gritar nuestras verdades por muy confusas que sean, detener el tiempo como cuando amamos; tener razones para no dormir. Es no dejar pasar una noche en vano.
Escribir es enterrar sueños y abrir caminos; descubrir cada día que nuestras lágrimas nos dan muchas señales para continuar.
Es aceptar lo inevitable y lo bello.
Es andar sobre lo conocido y lo desconocido.
Cuando escribimos exteriorizamos nuestras alegrías y arrastramos nuestras penas.

PARA MI ESCRIBIR ES...
Sentir que me libero,
que me evado por unos instantes,
que me dejo llevar por las palabras,
que saco afuera todo aquello
que me mantiene preso dentro de mí.

Las palabras son algo más que un pasatiempo,
son arcas cerradas con un tesoro dentro,
son ventanas semicerradas
que dejan pasar pequeños rayos del alba;
Para mí, significa un parón en el tiempo,
una nave que me lleva al firmamento,
y me envuelve de paz y sosiego,
de calma y pura transparencia.

Es el medio más sigiloso
de expresar lo tabú,
aquel que no siempre te da respuestas,
pero sí momentos de desahogo en soledad,
el que te permite poner disfraz a las palabras,
y aquel que te recordará en un futuro,
porqué en ese momento decidiste escribir.

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