viernes, 24 de octubre de 2008

LA UTOPÍA SIGUE AHÍ...

"Aún hoy recuerda los tiempos oscuros, llenos de nubes grises y de vientos que destruían todo.

Recuerda como se sentía años atrás, cuando parecía que nada tenía sentido, cuando buscaba una salida que no conseguía encontrar.

Aún no ha olvidado las miradas ansiosas, que esperaban verlo caer. Las miradas que lo empujaban a meter la pata, las palabras que lo hacían retroceder.

A veces incluso recupera aquellos episodios de rabia, de odio contenido, que tampoco le permitían avanzar.

Ahora, en ocasiones, se mira el espejo y ve quién era: observa a aquel niño con granos, que soñaba con cazar mariposas, que soñaba con ser cogido de la mano por aquella inalcanzable Venus de Milo, que lo llevaría a un lugar mejor... Recuerda a aquel niño, y mira las cicatrices que dejaron sus heridas...

Entonces le vuelve la tristeza. Y piensa que vuelve a sus poco añorados quince años. Y se siente tan solo, tan perdido, tan inexistente... como lo estaba entonces.

Pero las heridas acaban convirtiéndose en cicatrices. Y, al fin y al cabo, son marcas de guerra, que nos dicen lo fuertes que podemos llegar a ser, que nosotros tenemos la capacidad de llevar la luz a esas tardes grises.

Hoy, delante del espejo del baño, recuerda sus tardes grises. Y sí, por qué negarlo, es posible que la tristeza le invada, pero sólo por un instante. Porque enseguida recuerda todo... Recuerda que las heridas han cicatrizado, y que no hay razón para preocuparse. Y recuerda que ya caza mariposas, y que ya abraza a la Venus de Milo.

Y sabe, además, que aunque las heridas se puedan volver a abrir, aunque desaparezcan las cicatrices, aunque el hombre del traje gris le vuelva a alcanzar... nunca dejará de haber un rayo de luz, que se cuele entre los nubarrones oscuros, y que nos indique que la utopía sigue ahí, a un paso, y que nos está esperando...".

jueves, 16 de octubre de 2008

LA IMPORTANCIA DE UN ABRAZO

El abrazo es parte del lenguaje de los sentimientos. Cuando nos tocamos y nos abrazamos, le damos vida a nuestros sentidos y reafirmamos la confianza en nuestros propios sentimientos.

Algunas veces no encontramos las palabras adecuadas para expresar lo que sentimos y el abrazo es una magnífica manera de hacerlo. Hay veces que no nos atrevemos a decir lo que sentimos, ya sea por timidez o porque los sentimientos nos abruman; en estos casos se puede contar con el idioma de los abrazos.

Los abrazos, además de hacernos sentir bien se pueden emplear para aliviar el dolor, la depresión y la ansiedad. Provocan alteraciones fisiológicas positivas en quien toca y en quien es tocado. Aumentan la voluntad de vivir en los enfermos.

Parece que cuatro abrazos al día son necesarios para sobrevivir, ocho para mantenerse y doce para crecer como personas.
Un abrazo nos proporciona:

• Protección. El sentirnos protegidos es importante para todos pero lo es más para los niños y los ancianos quienes dependen del amor de quienes los rodean.

• Seguridad. Todos necesitamos sentirnos seguros. Si no lo conseguimos, actuamos de forma ineficiente y nuestras relaciones interpersonales declinan.

• Confianza. La confianza nos puede hacer avanzar cuando el miedo se impone a nuestro deseo de participar con entusiasmo en algún desafío de la vida.

• Fortaleza. Cuando transferimos nuestra energía con un abrazo, aumentan nuestras propias fuerzas. El contacto físico y el abrazo imparten una energía vital capaz de sanar o aliviar dolencias menores.

• Autovaloración. Mediante el abrazo podemos transmitir un mensaje de reconocimiento al valor y la excelencia de cada individuo.
Un abrazo hace y dice muchísimo en las relaciones; cada vez que puedas, abraza a un amigo, a tu ser querido, a tus niños, a tus mayores, a tu mascota. Busca a personas importantes de tu vida y dales un abrazo.

Por fin, abracémonos a nosotros mismos como señal de aprecio, de cariño y de confianza en quienes y como somos como personas. Nos va a caer muy bien para nuestra propia autoestima y nos lo agradeceremos. Cualquier ocasión vale nos refuerza y nos motiva.
Como en todas las cosas, podemos crear el hábito de dar abrazos practicándolo y es una habilidad importante para nuestro propio bienestar y él de los demás. Además, haciéndolo podemos trasmitir el ejemplo a las demás personas de nuestro entorno y motivarlas a hacerlo ellas mismas.

No hay contraindicaciones y los efectos secundarios son positivos.
A lo mejor, si no estamos acostumbrados a hacerlo, puede que nos cueste empezar, pero nos acostumbramos rápidamente si nos damos el permiso de hacerlo. Merece la pena que no tiene porque ser pena sino solo placer.

miércoles, 1 de octubre de 2008

A PARTIR DE LOS SESENTA...

Estoy a punto de cumplir los sesenta y dos años. Es una edad que de haberla alcanzado en la época de de Atapuerca sería, cuanto menos, el anciano más venerable de la barranca.

Los muchachos trogloditas no hubiesen ganado los suficientes nummulites para ponerme las velas de sebo de mamut en la tarta. Y la fiesta se recordaría como el hito más sonado desde el descubrimiento del fuego. Me habrían ofrecido puré de hígado, al carecer de dentadura, y la gruta se encontraría repleta de colegas de poderosas mandíbulas llegados de Altamira y de Cogúl (Lérida) para felicitarme. Estoy seguro, incluso, que el pintamonas del clan me habría obsequiado con un retrato, sobre la pared de los bisontes, en recuerdo de mis grandes gestas juveniles como cazador. “¿Ve usted este garabato con el arco y la flecha apuntando hacia su propio esternón? –comentaría Gluk, con el pincel en la mano- pues es usted, mi querido homo sapiens Gómez”.

Y es que la tercera edad –la tercera y noble edad, amigos- ya no es lo era. Gracias a los adelantos de la genética, llegar a los sesenta se ha convertido en el momento adecuado para operarse de fimosis, abandonar la casa paterna y empezar a buscar novia. Es más, llegar a centenario, según leemos en la prensa, se encuentra a la vuelta de la esquina de cualquier laboratorio que tenga latas de ADN y una buena gama de antibióticos y vitaminas. Con decir que a las ratas que superan las pruebas de rejuvenecimiento las mandan directamente a una guardería, está todo, prácticamente, dicho. Solo falta que estos adelantos lleguen a los centros de salud y los pobres facultativos dejen de firmar recetas para practicar la medicina. El señor Bernat Soria tiene la palabra en esto de quitarle el prestigio a Matusalén.

En lo que a mi respecta, si no estoy hecho un roble, me encuentro, al menos, como un chopo si juzgamos por el diámetro de la cintura ¿Cuál es el secreto de ésta prolongada juventud? No lo sé a ciencia cierta, porque exceptuando las doce o trece pastillas que me tomo a diario por prescripción facultativa, (aunque eso en el aspecto exterior no se percibe) y alguna que otra partida al dominó, no gozo de hábitos muy saludables. Pero es probable que algo del asunto tenga que ver con una metedura de pata del famoso agente 007, a la hora de preparar el Dry Martín. James Bond, a partir de “Goldfinger”, se divulgó la tontería de agitarlo en una coctelera –como si el barman fuese el tipo de las maracas de la orquesta de Pérez Prado- en lugar de moverlo suavemente, en el vaso mezclador, a ritmo de vals, como indicaba William Powell en “La cena de los acusados”, el auténtico vademécum cinematográfico de la coctelería.

Los esnobs de la época nos apuntamos a la moda de Bond, sin pensar que estábamos acabando con el clasicismo e inaugurando la etapa, no menos trascendente en la historia de la cultura, del Mambo y de la Rumba. Y aquí se encuentra la clave de todo. Un estudio de la Universidad de Western Otario, publicado en la revista “British Medical Journal” (1999 descubrió que el martín de Bond –agitado no batido- reforzaba las propiedades antioxidantes del combinado, y que, ingiriéndolo se reducían, de forma notable “los riesgos de enfermedades cardiovasculares y de ataques cerebrales”. El famoso agente británico había cambiado su “licencia para matar” por la de “curar”.

lunes, 15 de septiembre de 2008

VEINTITRÉS...

(Esto corresponde a un pequeño homenaje que le hicimos ayer a mi esposa, y digo pequeño, porque todo lo relacionado con ella siempre me parece poco. El homenaje era para celebrar el resultado de su operación y su pronta recuperación).

Veintitrés años tenías cuando decidiste
compartir conmigo toda una larga vida,
gracias a ésta tu decisión me permitiste
vivir con la persona para mi más querida.

Veintitrés años muy rápidos han pasado
del anterior susto y su intervención,
creíamos que todo estaba ya finiquitado
y que habían encontrado la solución.

Veintitrés de julio todo se vuelve a repetir
no, no nos lo podíamos creer… otra vez,
afortunadamente se vuelven a confundir
le dieron importancia a sólo una pequeñez.

Veintitrés grapas avalan dicha intervención
los dos damos por bien hecho el sufrimiento,
si con esta operación agotamos la colección
y que sólo ya nos llamen a reconocimiento.

Veintitrés rosas no son quizá suficientes
para mitigar el dolor y tanta incertidumbre,
espero sean con nosotros consecuentes
y que lo tuyo no se convierta en costumbre.

Veintitrés personas hoy aquí nos reunimos
porque queremos celebrar tu recuperación,
y quedará sólo en anécdota lo que comimos
y que estábamos todos en tu celebración.

Te quiero.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

MI MADUREZ

Por las mañanas...
al despertar...
me reflejo en el espejo...
.. me asusta mi imagen...
no me gusta lo que veo...

Mi semblante...
cansado...apagado...
me miro y apenas me conozco...
que cruel es la vida...
no respeta razas, ni condición.

¿Dónde quedó mi juventud....
y... mis ojos brillantes?
¿Aquélla amplia sonrisa,
aquél firme semblante?
me voy apagando...
como ley de vida es,
no me quejo no,
solo que... duele, llegar a la madurez.

Que cruel eres vida...
y los años también,
van llegando sigilosos... silenciosos,
no concibo éstos cambios...
que contradicción tan grande
ver, como va pasando la vida,
como... me voy apagando...
ya no puedo no,
no puedo... con mis años.

Aunque siempre ha sido así,
el mundo yo no puedo cambiar...
y... como siempre, los años;
seguiré esperando el día
en el que tú, Vida...
seas... la que decidas
el cómo y el porqué...
para esto eres la vida, vida...
solo tú, tienes este poder.

jueves, 7 de agosto de 2008

¡¡YA HA DESPERTADO DAVID!!

Ha despertado mi nieto
de sus merecidos sueños
y empieza a llorar;
y yo soy su abuelo.

Pero es tan pequeño
que apenas lo entiendo;
no sabe de risas,
ni sabe de cuentos,
ni sabe de bromas,
ni sabe de versos;
solo llorar sabe
con sus ojos abiertos.

Yo buscaré el chupete,
el engaño y remedio,
que hace de madre,
que imita su pecho,
y ya en su boquita
se callará al momento.

Será tan pequeñito
que apenas lo entiendo,
pero, cuando crezca
y escuche a su abuelo,
oirá muchas cosas
de mis pensamientos:
y le contaré fantasías
y algún que otro cuento,
donde haya Princesas
y Reyes muy serios
con hadas madrina
y enanos discretos;
y estrellas que bailan
de noche en los cielos,
jardines con flores
y pájaros bellos,
lindas mariposas
llenas de misterio;
caballos con alas
que llevan en vuelo
Príncipes que tienen
lejanos imperios;
y perros que hablan
que cuentan secretos
y rojos bufones
que se está, riendo.

Veras querido David
cuando tengas tiempo
las cosas que sabe
por viejo tu abuelo,
que solo ya espera
que vayas creciendo,
hasta que tu rías
la gracia de un cuento;
hasta que tu sepas
lo que dice un verso;
que muchos te guarda
la voz de tu abuelo;
todos los que quepan
en mi pensamiento;
pero ahora pequeño,
como no entiendo,
toma este chupete
y además un beso.

martes, 5 de agosto de 2008

MIENTRAS PODÁIS.

"Coged las rosas mientras podáis / veloz el tiempo vuela. / La misma flor que hoy admiráis, / mañana estará muerta..."

Levántate del asiento, escapa de esa aburrida y teórica vida. Sal a la calle, conoce gente, mira más allá de ti mismo... Rompe con el etnocentrismo, ten claros tus principios, ponte una meta, alcánzala...

Escoge qué personas son las adecuadas para ti, escoge quiénes quieres que sean adecuadas... No des por hecho absolutamente nada. No dejes que, analfabetos funcionales, te digan lo que debes o no debes hacer...

Respeta a los demás, como te gustaría que te respetaran... Vete a lo tuyo, sin hacer daño a nadie más... Te encontrarás con muchos a los que no les guste tu forma de ser, tú forma de diferenciarte de las demás "ovejas": que te sean indiferente...

Viaja, conoce, investiga, aprende, experimenta, valora, critica, auto critícate, duda... Prueba, vive al día, no lo dejes todo para mañana, sé cómo realmente quieres ser...

Coge un lápiz y una libreta; coge una guitarra, atrévete; coge un pincel, déjate llevar...

“EN UN LIBRO VACÍO”

"Hacía tiempo que lo había visto allí sentado; en aquella taberna perdida en la ciudad, perdida en una ciudad cuyas calles contaban historias de un pasado extraordinariamente mejor, de un pasado vivo, con librerías repletas, charlas interminables, intelectuales reflexionando, mentes inquietas..., se encontraba aquel hombre..

Este anciano, que parecía ya parte del mobiliario, no se apartaba de un libro gordo, erosionado por el paso del tiempo, un libro que guardaba todas las historias que contaba a los transeúntes porque a sus paisanos, quizá cansados, quizá ignorantes, no les gustaba escuchar una y otra vez las batallitas de aquel ciego que, alrededor de aquella mesa, compartía su sabiduría, su conocimiento, sus ganas de soñar...

Este viejo leía historias de un diario que relataba días y días en aquel mismo lugar, cuando todavía se respiraba vida en todas las calles, cuando las colegialas se emocionaban por encontrarse, por tercera vez en una mañana, a aquel pintor que las dibujaba pasando por delante de la iglesia, cuando aquel barbudo se sentaba en el parque a recitar poemas y enseñaba a los más pequeños juegos tradicionales, viejas canciones, viejos himnos..., cuando el consistorio era un lugar de reunión, de discusión de los temas cotidianos, y estaba vetado a toda clase de contratistas... cuando, en definitiva, a este pequeño viejo le hubiera gustado quitarse el antifaz y observar lo que ocurría a su alrededor, cuando maldecía a una ceguera que lo había acompañado desde siempre, porque no le permitía vivir aquellas calles, con aquellos bohemios, con aquellos faranduleros, vivir aquella vida...

Lo único que le quedaba, años después de pasar aquellas tardes en las que se imaginaba el bullicio de las calles, las horas de diversión, las horas de revolución, era relatárselo a los nuevos, a aquellos que no podían siquiera imaginar, como tuvo que hacer él en su día, imaginárselo, cómo podían ser aquellos momentos llenos de esperanza, utopía... y cómo podía ser la mente y el corazón de aquel viejo que sabía ilustrar, con un libro abierto, vacío, blanco, entre las manos cómo había sido todo aquello... cómo le hubiera gustado que fuera...".

viernes, 1 de agosto de 2008

MI PLUMA Y MI RIMA...

Mi pluma cansada un día
de escribir poemas hipócritas,
sintió en ella a la rebeldía
cuando me dijo estás cosas.

Tú no le escribes al amor
estas son letras robadas,
no hay permiso del corazón
de esto él no quiere saber nada.

Tus rimas son rebuscadas
no hay verso que haga mella,
juras tener alma enamorada
pero eso no lo sabe ella.

Absorto ante tal rareza
puse a mi lengua en acción,
no reaccionó mi cabeza
pues no fue buena mi dicción.

Pero enjugué unos versos
y a mi pluma le contesté,
sabe que en mi universo
existe una gran mujer.

Una para cada poema
no hace falta una pareja,
eso no es un gran problema
pero entiendo a tu queja.

Y para tu entendimiento
he de dar una explicación,
todos estos sentimientos
si nacen de mi corazón.

No hace falta de un beso
para escribirle a una boca,
ni tener amores secretos
para sentir ansías locas.

Pues el amor está en el aire
rodeando todo mí ambiente,
cuando yo voy por la calle
y me saluda la gente.

En el canto de un ave
en las guitarras sonando,
no hace falta estar con alguien
para saber que se está amando.

Amigo, tú no eres poeta
solo un simple soñador,
que te trazas una meta
de reír con el dolor.

Y si sufres lo describes
y si lloras te desahogas,
es entonces que me esgrimes
y haces amargar a las hojas.

Es por eso que estoy en huelga
pues no entiendo tu proceder,
un día solo con amor sueñas
pero en otro no hay un querer.

Un día escribes de amor paternal
y luego dices que te engañaron,
que una mujer determinó abortar
aquel bebé que tanto planearon.

Eres una mezcla de verdad absurda
y de mentiras que parecen reales,
a veces creo que de mi te burlas
por eso hoy te pido que eso acabes.

¡Oh, pluma amiga! ¿Acaso no entiendes?
que las historias tú las haces vivir,
yo solamente narró lo que mi alma siente
inspiración que brota dentro de mí.

Yo estoy solo, pero siento amor
y escribo así todo lo que veo,
cuando aire tibio a mi alrededor
me susurra al oído un te quiero.

Ahora entiendo y pido perdón
tú escribes cosas que suceden,
pues todo el mundo pide amor
y también algunos se hieren.

Esto es abstracto pero real
es un compendio de locuras,
tú amas y no hay a quien amar
pues no encuentras a quien dar ternura.

Es muy confuso cuando tu puño
escribe un te amo al final de una página,
y entonces escribes luego algo muy crudo
cuando tu firma la forman dos lágrimas.

Pero ya ahora encajan las piezas
se ama todo, aún sin tener nada.
Eso se vuelve un rompecabezas
Es más real un cuento de hadas.

Tienes razón mi pluma amiga
pero en la vida nada es lo que parece,
el corazón se conforma con migas
y miga a miga el amor crece.

Y sin tristezas no habría cariño
y sin dolor no habría amor,
sin la sonrisa no habría niños
todo es sencillo para el corazón.

Yo amo cuando pienso en mi madre
cuando imagino lactar de su pecho,
y siento tristeza cuando cae la tarde
y bajo la noche fría habrá niños sin techo.

Entiende ahora que en tu tinta
yo a todos siembro nuevas vidas,
cuando con historias distintas
les sonrió y muestro mis heridas.

Cuando amo a mi Dios en el cielo
cuando en mis letras se identifican,
entonces es cuando yo pienso
que la vida es magnifica.

Por eso defiendo mis letras
y todo a lo que yo hago,
por eso me siento poeta
porque sufro, sueño y amo.

Escribo en las estrellas
desayuno en la piedad,
descubro cosas bellas
cuando escribo mi verdad.

Y siento el cielo y el mar
mientras floto en su espuma,
ahora tú puedes ver que todo es real
tanto que hable de amor con mi pluma.

POEMAS EN MI JARDIN.

Ese jardín que yo escribo
ese que no tiene color,
que en cada uno de ellos
nace un jardín sin flor.

Un jardín imaginario
de embrujo cautivador.
Que pueda que no haya rosas
para oler su olor.

Su aroma no lo hueles
ni ves su gran colorido,
pero lees sus escritos
de muchos poemas floridos.

Un jardín de poemas
de estrofas, y versos son,
son como historias vividas
del alma de algún soñador.

Un jardín de poemas.
Eso es, lo que yo escribo,
entra tú en ese jardín
de ensueño y pasión.

Y leerás mis poemas.
escritos de corazón.

martes, 29 de julio de 2008

LA PELICULA DE MI VIDA.

Tengo sueños en los que soy un niño, veo cosas que recuerdan mi infancia que ahora miro como algo normal, esas simples cosas que me mantenían feliz, como estar con un simple juguete, mi cuerpo a crecido, mis días se acortan cada vez mas, el reloj marca la cuenta atrás, he pasado momentos que nunca imagine, mi mente también se a hecho grande con tantas experiencias, si el tiempo se detuviera por un momento, me pondría a ver la película de toda mi vida y ver que hubo errores, que hubo alegrías, decepciones, enojos, pero no hay forma de editar de nuevo esa película, en ese transcurso gente querida desapareció físicamente, en mi corazón se quedaron para siempre, siempre buscando ser feliz, y como yo digo, la alegría es como una ciencia que para entenderla tienes que estudiarla todos los días de tu vida.

Prueba tras prueba, en el concurso de la vida cotidiana, una lucha insaciable por ser el mejor, una lucha por tener todo, en esta escuela que te enseña de todo, a ser un buen humano, a ser una bestia, a ser simplemente tu, si supieras las respuestas antes que las preguntas no tendría chiste, me pasan circunstancias, pero encuentro la respuesta, eso es la vida, un mar de sueños y un río de realidades cumplidas.

Y siempre me pregunto, por que no se escribió un manual para vivir, y ver el índice en el que consultes "Precauciones" "Solución de problemas" ,"errores y sus correcciones", "detalles", "ficha técnica", "modelo", "numero de serie", pero no es así, cada quien busca su mejor forma de vivir día a día, así que cometer un error es normal, solo anótalo en ese manual que tu escribes con la pluma que se llama "Experiencia" y si vuelve a pasar sabes de que manera actuar.

Eso es la vida, te mandan a vivir, no a lamentar, te mandaron a amar, no a odiar, te mandaron a ser exitoso, no a que seas un simple objeto más.

domingo, 27 de julio de 2008

TÚ Y YO.

Tú eres la nave...yo soy el puerto
tú eres la ola...yo soy el mar
tú eres la rosa...yo soy el huerto
somos dos cosas sin separar.

Yo soy el cuerpo tú eres la vida
tú eres el eco... yo soy la voz
yo soy la sangre...tú eres la herida
tú eres la virgen...yo soy tu Dios.

Yo soy la planta...tú la simiente
tú eres cariño...yo soy amor
yo soy el agua...tú eres la fuente
tú eres angustia...yo soy dolor.

Yo soy tristeza...tú eres lamento
tú eres la suerte y yo el azar
tú eres la brisa...yo soy el viento
somos dos cosas...sin separar.

lunes, 21 de julio de 2008

¡¡Y TU COMO TE LO MONTAS!!

Si no tienes un mueble montado por ti mismo es que no estás a la última en decoración
Hace años, pongamos cincuenta, las tiendas de muebles eran unos establecimientos amplios, muy mal iluminados, donde se almacenaban dormitorios, comedores, salas de estar, tresillos, percheros, butacas, etc. Entrabas, observabas el género acompañado por el vendedor que te asesoraba y si algo te interesaba lo pagabas al contado, a plazos (o pagabas a la entrega) y al día siguiente lo tenías en casa, protegido de cualquier golpe con mantas. Montado, como es lógico, por unos profesionales del ramo. Aquello desapareció y hoy esas tiendas, sin apenas espacio, te presentan un catálogo sobre el que escoges, encargas el mueble elegido, entregas una señal generosa y con un poco de suerte dos meses después lo recibes.
Ante este panorama apareció, en plan competitivo total, el diseño y el montaje Ikea, una compañía sueca dedicada a solucionar todas las necesidades de acomodo en un hogar de nuestros días, cuyo nivel de implantación queda confirmado con los 145 millones de ejemplares que publican de su catálogo. Compras el artículo, te lo llevas tú mismo (como puedas, ése es tu problema) y lo montas tú mismo (como puedas: mitad hoja de instrucciones, mitad intuición). Bajo estos principios es como la compañía se ha introducido en el mercado de todo el mundo. Cualquier hogar cuenta con algún elemento de esta empresa, pero hasta poder disfrutarlo y ser apreciado por las visitas (que además tienen otro igual o muy parecido) hay que someterse a un proceso que se aproxima mucho al masoquismo.
Lo de estar jubilado tiene ventajas pero también inconvenientes como el que alguno de tus hijos te involucre para que le acompañes a comprar en Ikea. ‘Es que a la niña ya le hace falta una cuna y un armario para su habitación y como tu coche es más grande caben mejor’. Y tú cedes aún sabiendo lo que te espera porque ya lo has experimentado y has jurado, en falso, que no serías reincidente. Son sacrificios que se hacen por los hijos aunque, no obstante, tengo entendido que en muchos casos se crea adicción. Es el llamado ‘ikeadictismo’.
Antes de llegar al centro elegido y que tratas de que no sea alguno de los conocidos anteriormente para no repetir los inconvenientes de la experiencia, te encuentras con el gran atasco de la carretera -Ikea siempre está en las afueras- ya que el propio comercio, en su publicidad, te sugiere que llegues pronto para evitar aglomeraciones. Refiriéndose a las de dentro, debe ser, pero no a las de fuera ya que es cuando todo el mundo se dirige a sus respectivos trabajos. Una vez que consigues aparcar, a una distancia considerable de las puertas de acceso al inmenso local, penetras en él sintiéndote como debió sentirse Jonás al ser engullido por la ballena. ‘Coge una bolsa -te aconseja tu hija- por si vemos algo’. Una enorme bolsa que, efectivamente, se va llenando poco a poco de cosas que para nada te hacen suponer su necesidad dado que ya forman parte del ajuar casero y creo que están en buen uso. Unos manteles individuales, un sacacorchos, unas bombillas, unas cucharas de madera. “Pero si ya tienes / Ya, pero están muy bien de precio, total por un euro”. Ante semejante ganga la esposa no se queda atrás: “Coge otro juego porque las nuestras están ya muy viejas”. El peso de la bolsa va aumentando y el departamento de cunas no aparece en ninguno de los pasillos recorridos que se me antojan laberintos, trampas instaladas para que te quedes allí eternamente. Alguna de las dos sugiere tomar un café porque “además, como es entre semana, te invitan a desayunar, me parece”, y debe ser cierto porque la cafetería está a rebosar de gente. Por tanto hay que soportar una enorme cola para conseguir un café, en un vaso de plástico, tras haber aguantado otra para obtener el ticket que te permite solicitar el café. Otro aspirante a comprador tropieza levemente y te derrama el café; no pasa nada grave pero hay que enfrentarse de nuevo a la cola para conseguir otro o renunciar a entonar el cuerpo. Qué se le va a hacer.
La información de los vendedores no es muy precisa ya que mientras uno considera que ya hemos pasado el departamento de ¡¡Albricias, ahí están!! observo, suponiendo que Rodrigo de Triana tuvo una alegría similar cuando descubrió la primera tierra americana. las cunas, otro nos recomienda que sigamos la línea de flechas hasta encontrarlas. Y además, los armarios y estanterías están a continuación. Por fin se va a acabar la odisea de sentirse privado de libertad, pero no pasa de ser una ilusión porque es en ese momento cuando comienza la verdadera odisea.
Ahora que nos hace falta no encontramos ningún vendedor y si te desplazas te expones a perderte y no volver a ver a la familia nunca más. Vislumbro uno relativamente cerca y me lanzo, literalmente, sobre él, del mismo modo que lo hacen otra media docena de clientes que, por la foto finish, se comprueba que han formulado antes su pregunta. Veinticinco minutos después se dispone a atenderme. “Pues queríamos esta cuna y este armario”. El dependiente, que me supone instruido en las normas de la casa me pregunta el código. “Pues…no le puedo decir… es esta cuna y ese armario”. Me mira haciéndome sentir insignificante por desconocer el código y él mismo lo consulta y anota. El dependiente se aleja y creo que ha decidido dejar de atenderme. “¡¡Eh, oiga…!!” No me da tiempo a terminar mi reclamación. “Un momento voy a consultar si hay existencias”. Teclea ante la pantalla del ordenador, insiste haciendo gestos extraños y se vuelve a mi que observo atentamente el proceso. “El armario sí, pero la cuna no hay ese modelo, creía que había pero se han agotado; este otro modelo es prácticamente igual y tenemos existencias”. Se da cuenta de que en la pantalla no aprecio sus características y me indica que le acompañe a donde está en exhibición. Mi hija no está conforme con el cambio y considera si hacer o no la compra, cosa que mientras ocurre, facilita la fuga del vendedor para atender los problemas de otros clientes abandonados a su suerte. Mi hija decide que el nuevo modelo ofrecido también le sirve y opta por la compra, pero el vendedor ya no está. Veinte minutos después vuelve a aparecer y le confirmo la compra además de, en esta ocasión, facilitarle el código. Me extiende un recibo. “Tienen que pasar por caja para pagarlo y recogerlo, con este ticket en el departamento de entregas, en caja les dirán donde se encuentra”. Llegar hasta la caja no es fácil ya que todavía queda medio establecimiento por recorrer y en el camino hay muchas trampas en forma de jarrones, pinzas para la ensalada, tazones, cojines, saleros, cuchillos de cocina… Hay que hacerse con otro bolsón donde introducir las nuevas e inútiles adquisiciones.
Por fin llegamos a las cajas, muchas cajas, pero pocas cajeras, lo que equivale a que multitud de personas deseando pagar para poder salir a la luz y el aire libre, se amontonen de forma más o menos ordenada. O sea, otra cola. Empujando un poco no consigues que pase el tiempo más deprisa pero te ilusionas pensando que estás más cerca de la caja y de la cajera hasta la que, por fin, llegas y exhibes ante ella todas las menudencias adquiridas además del ticket que demuestra tu interés por la cuna y el armario. Todo parece haber terminado. “Un momento, por favor, es que hoy van muy los datafonos y las tarjetas se tardan en leer”. Los que me suceden en la cola se inquietan, se les oye murmurar, creo que contra mi, no contra la compañía telefónica. El pago es aceptado y me entregan el justificante de pago. “Con este ticket tiene que ir a recepción de compras para que le entreguen su compra; está al fondo”. Vuelta a empezar; el nuevo departamento posee un dispensador de tíckets con la intención de mantener un orden, pero no deja de ser otra cola. Además el ticket en cuestión hay que entregarlo en el mostrador, junto al comprobante de pago y para ello hay que ponerse tras de quienes intentan la misma operación. Diez minutos de nada. Una vez conseguido, me indican que debo esperar unos veinte minutos para que preparen el pedido, pero que puedo acudir al bar para hacer tiempo. “Cuando su pedido esté preparado su número aparecerá en la pantalla”. Ni bar ni nada, me quedo observando la pantalla, sin pestañear, para que cuando aparezca mi número –que no paro de repetir mentalmente- no me encuentre ausente y tenga que volver a esperar quién sabe cuánto tiempo más. No son veinte los minutos esperados hasta que mi número aparece en la pantalla, sino treinta y cinco. Entrego el ticket y me entregan un voluminoso paquete. “Oiga, que son dos cosas, una cuna que debe ser esto y un armario”. El empleado verifica los datos y se aleja desapareciendo en las interioridades del departamento. No me queda más remedio que esperar acontecimientos. Esta vez la cosa ha sido más rápida; a los cinco minutos el empleado que me dejó con la palabra en la boca aparece empujando un carromato. “Su armario, es que se había traspapelado el pedido, como eran dos artículos, puede llevarse el carrito hasta el coche, gracias”. Estoy tratando de cubicar el espacio de mi coche para ver la manera de introducir en él las compras, pero no me salen los cálculos. Decido, no obstante, intentarlo y me dirijo a él empujando el carrito que se va de un lado para otro a la vez que los bultos me impiden ver cuanto me rodea. “¿A dónde vas?, el coche está aquí”. Al coche, le bajo los asientos traseros y lo convierto en furgoneta, aún así, se me antoja mínimo el espacio. Es imposible que consiga introducir en él aquella compra. Lo intento de una manera, de otra, saco un paquete para introducir otro pero, entonces, el sacado no hay donde colocarlo. Al final y con grandes sudores consigo colocar los dos bultos más grandes. “Ahora. ¿Qué hacemos con todo esto?, además vosotras tampoco tenéis sitio”. A grandes males grandes remedios: “Bueno, eso no importa, cogemos un taxi y las cosas pequeñas las llevamos con nosotras”. A todo lo padecido hay que añadir, ahora, el importe del taxi con lo que los muebles se alejan del inicial precio razonable.
Una vez trasladado todo hasta la casa de mi hija, me comprometo con ella: “el sábado vengo y os ayudo a montarlo”, mi mujer no lo cree ya que sabe lo manitas que soy. El sábado me presentó dispuesto a, en un santiamén, dejar todo en orden para su uso. Lo de la cuna no ha sido difícil, aunque con la ayuda de mi yerno. Pero el armario… ¡¡Ay, el armario!! Aquello es un rompecabezas donde, a simple vista, nada coincide entre sí. Todos los tableros son aparentemente iguales y ni siguiendo el papel en que están indicadas las instrucciones de montaje hay forma de organizarse. Paso 1: ensamblar la pieza 17 con la 22 utilizando el tornillo 5. Pero es que el tornillo 5 es igual que el 6, o a mi me lo parece. Como buenamente podemos vamos avanzando en el montaje, pero no conseguimos terminarlo; debemos continuar el día siguiente, el domingo. Más que continuar, empezar, ya que no comenzamos el montaje a partir de la base y resulta imprescindible. De tanto poner y quitar los tornillos equivocados, la llave allen pierde sus ángulos y menos mal que nos queda la de la cuna, apenas usada. La conseguimos terminar y me lo quedo mirando con cara de odio. Lo que nos ha hecho padecer. Mi hija lo contempla sin que asome en ella ningún atisbo de emoción: “Está bien, para salir del apuro; el año que viene a ver si compramos un dormitorio más en serio porque esto de Ikea, además, lo tiene todo el mundo”.
El año que viene, o cuando sea, que le traslade los muebles un transportista y se los monte un profesional. Yo, después de la experiencia de Ikea, que no cuenten conmigo, me haré el sueco y me quedaré esperando en el coche mientras escucho a Abba, que también son suecos, igual que los dueños de Ikea.

lunes, 7 de julio de 2008

EL ABURRIMIENTO DE LOS MAYORES

La vida es demasiado corta para pasar tiempo aburriéndonos.
Por definición, el aburrimiento es de por si un estado emocional de insatisfacción por una existencia que se percibe como insulsa, vacía y sin sentido. El aburrimiento se asocia a la apatía, la desmotivación y, a menudo, al víctimismo que hace que responsabilicemos a los demás de lo que nos pasa o deja de pasar.

Todos nos hemos aburrido de vez en cuando a lo largo de nuestra vida. Personalmente, se trata de momentos que no quiero recordar, en particular si yo mismo había sido la causa de esta situación.

Al hacernos mayores, el aburrimiento se hace todavía más peligroso, en particular, si se inserta en una situación de insatisfacción, desmotivación, frustración, etc. que nos viene del sentirnos marginados de las actividades a las cuales estábamos
acostumbrados.

La vida nos ofrece en cada momento una gran cantidad de posibilidades de disfrutar y de aprender como hacerlo. Después de la jubilación, si nos mantenemos en buena forma, nosotros podemos escoger las actividades que más nos motivan y llevarlas a cabo sacándole el mayor provecho.

Alguien dijo que del aburrimiento viene la tristeza, de la tristeza se deriva la melancolía, con la melancolía llegan las depresiones, con la depresión aparecen las tensiones y con las tensiones se producen el malhumor, el estrés, la agresividad, el insomnio, la minus-valoración, el conservadurismo a ultranza, la inseguridad, el infantilismo y todo tipo de conductas insatisfactorias. Nuestra salud física en estos casos se deteriora rápidamente.

Una reflexión por parte nuestra sobre la existencia de este peligro, nos puede ayudar a implicarnos para no asumir una actitud de aburrimiento y para que nos mantengamos activos y motivados en actividades y proyectos internos y externos a la familia, que nos permitan sentirnos cómodos con nuestra propia realidad diaria.

Como consecuencia del sentirse aburridos, muchas personas mayores han dejado de tomar las riendas de su vida y malviven haciendo algo que no les interesa ni motiva suficientemente. Como consecuencia, a menudo acaban dando muestras de impotencia, terquedad, intransigencia, alienación, vacío existencial, irritación, apatía y muchas otras anomalías que interfieren en su convivencia con su familia y con su entorno.

Cada uno de nosotros podemos hacer mucho al respecto generando situaciones de apertura a una mejor comunicación y dialogo dentro de la familia y entre amigos y sobre todo, con nosotros mismos, sobre lo que cada uno podemos hacer para crear una vida llena que nos lleve a una convivencia eficaz y participativa por parte de todos.

Cuando dejamos de trabajar, tenemos tiempo disponible y es importante que busquemos la forma más interesante de utilizar este tiempo del que por fin disponemos en beneficio nuestro y de los demás. Hay una gran cantidad de formas de hacerlo para la propia promoción personal, de grupo y comunitaria.

Descubrir lo que somos capaces de hacer y buscar respuestas críticas y creativas ante los problemas que afectan a nuestra edad y como aprender a envejecer mejor es la mayor de las sabidurías y uno de los más difíciles capítulos del gran arte de saber envejecer.

Se empieza a envejecer cuanto se deja de amar y de ser amado. Dar y recibir amor es el mejor antídoto al aburrimiento. Se aburre y envejece quien va perdiendo amigos de toda la vida. Por ello, es importante luchar contra la soledad que causa aburrimiento y toda la secuela de sentimientos y situaciones que la acompañan. Se envejece cuando uno deja de participar en la dinámica social del propio entorno. Envejecer es aislarse de la vida, desvincularse de cuanto nos rodea, reduciendo el campo vital o vivenciál propio de la persona. Podemos escoger entre un gran abanico de cosas; entre otras: salir a la calle, mezclarse con los demás, ir al cine y al teatro, al ballet a la zarzuela, al fútbol, a los conciertos, a la verbena popular, a las fiestas callejeras, a los museos, a la panadería, a la cafetería, a los restaurantes, a la iglesia y a los centros culturales.

Es importante tomar parte en las manifestaciones públicas contra el racismo, la guerra, la xenofobia, la pobreza, el terrorismo y otras lacras sociales y en pro de la justicia, la libertad, la solidaridad, la fraternidad, la paz, el medio ambiente. Colaborando con las instituciones democráticas, asistir a los plenos del ayuntamiento, y participar en la crítica de lo que no funciona a nuestro alrededor, conscientes de que si efectivamente ponemos nuestra experiencia y sabiduría acumulada en búsqueda de una sociedad más justa más libre y más humana, podemos continuar o, en algunos casos, empezar a marcar una diferencia con nuestra presencia y colaboración.

Estar presentes en todos aquellos sitios y reuniones donde se toman decisiones que afecten a nuestro bienestar personal, buscando la forma de participar en los medios de información colectiva para presentar una nueva imagen y una nueva realidad de los mayores y pensionistas en una sociedad democrática, con el fin de destruir los perjuicios, los estereotipos, los mitos y los tópicos peyorativos que existen en el tejido social sobre la vejez y la ancianidad como sinónimos de enfermedad, pobreza, inutilidad, fealdad, abandono, marginación, decrepitud y conjunto de todos los males.

A través de actividades sociales y culturales podemos desarrollar mejor nuestra personalidad y las capacidades, habilidades y destrezas que nos distinguen en cuanto personas. Haciéndolo desde el espacio de ser personas mayores, se defienden los derechos de los ancianos y su papel en la sociedad; se les permite estar presentes en el tejido social, en las instituciones democráticas, en los medios de comunicación, en la cultura, en el ocio creativo y en el tiempo libre que tenemos ganado después de trabajar tantos años.

jueves, 3 de julio de 2008

EL ARTE DE ESCRIBIR


Escribir es una tarea de júbilo, a veces de dolor, angustia y sosiego.
Cuando se escribe, la mente la tienes ocupada en lo que escribes y olvidas por unos instantes la realidad de la vida
Cuando se toma ese camino se echan al viento las cartas, esperando ser aceptados, esperando que un alma noble las recoja y aprisione en su pecho.
Se siente necesidad de saber llegarle a alguien sin eliminar un verso, sin quitar una palabra, se busca ser alquimista de las letras y construir un mundo bello, obviando la tristeza, tratando de acallar la congoja del momento.
El riesgo de hacerlo es hermoso, se siente un gozo infinito, y la obra pasa a manos del público convirtiéndose en un acto social, ya no es propiedad del escritor, ahora es de todos.
Como decía Rimbaud..."quisiera llegar a ser poeta para convertirme en vidente, llegar a lo desconocido por el desbarajuste de los sentidos".
Es emocionante sentir un alma que destila calidez,
tanteando entre la ruinas de la vulgaridad existente y sacar con ello lo máximo.
Sintiendote en cada instante al lado de la persona amada, no haría falta el libro de poemas, rompiendo el frágil velo de la aurora, mirando de nuevo con anhelo el agua, abierta la piel a la mirada, sintiendo que es amor lo que acompaña.
Extender la mano con las letras y sentir que entre nosotros no hay distancia.

sábado, 14 de junio de 2008

NO, TÚ NUNCA SERÁS...

Iba yo caminando sin rumbo fijo, cuando me encontré con una pequeña manifestación, no era muy grande ni tampoco muy habitual, pero no por ello menos importante, y de pronto me fijé en ti. No sé tu nombre ni cuantos años tienes, aunque con seguridad son pocos porque tu cuerpo es aún pequeñito; tanto, que tus ojos quedan a la altura de las piernas de la gente, sin alcanzar siquiera su cintura. La gente que se mantiene en posición erguida, me refiero, la que anda dando pasos instintivamente sin darse cuenta que los da, primero un pie, después el otro, ahora levanto el derecho, ahora el izquierdo, ahora me paro a ver un escaparate, ahora echo a correr para alcanzar el autobús. Tú también andas. Pero para hacerlo necesitas un aparato muy grande y muy negro, todo de hierro, con unas barras rígidas y gordas a las que te aferras desesperadamente porque sin ellas te caes de bruces.
No sé tu nombre, ya digo. Sí sé que tienes el pelo de un rubio pálido como las gavillas de trigo de los campos sin sol, y que se te desploma sobre la frente cuando te cansas de mantener levantada la cabeza. Me pareció que te cansabas demasiado. Más de lo que tus fuerzas podían soportar. Pero te empeñaste durante mucho rato en someter al cansancio y te vi negarte varias veces, con resuelta firmeza y hasta con rabia, creo, a que tu padre te cogiera en brazos. A mí la delgadez extrema de tus piernas blancas, abrazadas también por dos hierros muy negros para que no se te doblaran con el liviano peso de tu cuerpo, se me metió corazón adentro y me lo apretó tanto que se me encogió. Entonces miré tus ojos. Y descubrí que en ellos llevabas enganchado todo el azul del cielo.
Tu formabas parte de un escuadrón sin armas que se había echado a la calles de la ciudad para reclamar justicia. No caridad, ni compasión, ni lástima: justicia. Ibas con tus padres y un hermanito o hermanita todavía bebé, dentro de un cochecito. Alrededor tuyo había coches más grandes, sillas de ruedas las llaman, con personas de las que no se mantienen erguidas ni pueden andar echando primero el pie izquierdo y luego el derecho, o al revés. Y habían más niños, unos pequeños como tú, otros mayores, sujetos a sus sillas rodantes por correas dulcificadas con almohadillas, con el cuello vencido hacia un lado y los ojos muy abiertos, la mirada colgada en las fachadas de los edificios y las copas de los árboles, sin entender nada. Pero yo, desde que te vi, no sé qué me pasó que ya no pude dejar de mirarte. Por eso, ¿sabes?, estoy seguro de que sonreíste en varias ocasiones, coincidiendo con el trueno rabioso que los chavales de la colla musical, esos del peinado con rastas a lo Bob Marley, arrancaban de sus instrumentos de percusión buscando agujerear los oídos empecinadamente sordos de nuestros políticos. Y los de la gente que iba por las aceras tan contenta, también.
Como la manifestación fue bajando y subiendo por plazas y calles y se paró delante de la Subdelegación del Gobierno, antes de llegar a la torre vacía e indiferente de la Generalitat, el recorrido se alargó en exceso y en algún momento tu padre te alzó del suelo, aunque tú no querías. Te recostaste sobre su cuello, casi vencido por el agotamiento, y desde aquella altura lo contemplabas todo con tus ojos azules desmesuradamente abiertos, como queriendo abarcar la ciudad entera. Tu padre necesitaba los dos brazos para sujetarte bien, y tu madre no podía empujar sola el carrito de bebé y tus negros hierros de andar. Una señora se acercó y empuñó tu andador. Entonces tú te enfadaste mucho. Mirabas a tu padre, mirabas tu andador y con tu puñito cerrado empezaste a golpearte el pecho. Tu padre explicó: dice que es suyo y quiere llevarlo él. De repente comprendí que tampoco hablabas. Y me fijé en que tus brazos, frágiles como alas de mariposa, se movían con esfuerzo, desmayo y cierta descoordinación. Está claro, lo tuyo no es polio. Puede que sea parálisis cerebral de nacimiento. O una enfermedad degenerativa, una de esas distrofias bordes que día a día, con empecinamiento silencioso, se van apoderando de los cuerpos hasta transformarles la carne y los huesos en algodón.
O sea que tú, niño con ojos de cielo, nunca serás capitán del equipo de futbito de tu barrio. Nunca correrás detrás de una pelota, ni treparás por las piedras persiguiendo una lagartija, ni les harás ahogadillas a tus compas en la Malvarrosa, ni te subirás a un árbol buscando nidos, ni tampoco podrás participar en una maratón, ni serás campeón de judo en el cole. Supongo que todavía no lo sabes. O sí. A lo mejor ya te has dado cuenta de tu diferencia, a pesar del cariño con que en casa tratan de paliar tus limitaciones. Y por eso eres tan fuerte en tu debilidad, tan firme en tu determinación, tan gigantesco en tu pequeñez. Por eso obligaste a tu padre a bajarte, y volviste a agarrar con tus bracitos de junco el andador de hierro para seguir la manifestación andando. Con un esfuerzo titánico, pero andando.
Tú no sabías que tu figura pequeñita y vacilante era la estampa de la dignidad. Y un bofetón sobre la cara de los políticos que racanean la aplicación de la Ley de Dependencia. Tú no sabes que vives en una tierra jacarandosa donde importan más los eventos deportivos, los banquetes, las alharacas y los halagos a los ricachones, que los derechos básicos de las personas. Tú no sabes que tu alcaldesa se gasta los millones que hagan falta en competiciones de vela, en circuito urbano para la competición de formula uno, y no encuentra cuatro euros de mierda para rebajar las aceras y que los que van en sillas de ruedas puedan transitar por la ciudad sin depender de nadie. Tal vez por eso, viéndote, me acordé de un padre, Miguel se llamó, que como el tuyo quería otra España para el hijo. Y supe que lo que él escribió para el suyo te sirve lo mismo a ti: “¡No te derrumbes! No sepas lo que pasa ni lo que ocurre”.

domingo, 8 de junio de 2008

CICLOS LABORALES

Para muchos, levantarse prontito cada mañana para ir a trabajar supone una auténtica faena. Sin duda, para todos ellos el trabajo tiene que ser un auténtico castigo, o como se suele decir "un mal necesario". Esto no deja de ser un tópico que para mi no tiene cabida ya que el trabajo es mucho más que esa actividad que realizamos a cambio de una remuneración, el trabajo tiene una función; es una actividad social de primer orden y una fuente innegable de posibilidades de crecimiento personal.
El panorama que ofrece el mercado de trabajo actual es sencillamente desalentador en este aspecto, ya que la mayor parte de los puestos de trabajo no solo no dan respuesta a su función de garante del sustento personal y familiar, sino que además tampoco son capaces de favorecer el desarrollo personal y profesional de los empleados.
A pesar de ello, el trabajo continúa contemplándose como una actividad necesaria para el ser humano por su capacidad para generar nuevos objetivos y facilitar las relaciones personales. Sin embargo, la realidad hace que se cuestione que esto se tenga que dar siempre, y el sentido común sugiere una teoría en la cual todo trabajador en cualquier empresa pasa por un ciclo que le lleva desde la adaptación al puesto de trabajo, hasta la salida de la empresa para volver a comenzar el ciclo. Este ciclo incluiría fases de satisfacción, desencantamiento e insatisfacción. Llegado a este punto se buscaría la salida de la empresa.
El ciclo propuesto se iría repitiendo una y otra vez a lo largo de la vida de los profesionales en un periodo aproximado de unos cinco años.
Cierto que hay casos en los cuales el trabajador se estanca en la fase de insatisfacción y es capaz de permanecer en ella durante mucho tiempo, aunque esto sea únicamente por la ausencia de oportunidades de cambio o de mejora.
Esta realidad ha sido constatada a lo largo de mi vida profesional, aunque ello no quiere decir que las empresas no puedan hacer nada. Existen alternativas que en la práctica totalidad de los casos pasan por ofrecer nuevos caminos para los empleados -ya sea dentro de la organización o fuera- y que nos permitirán poner freno a una dinámica tan destructiva como esta. Como propuesta concreta, la mejor alternativa que tenemos en nuestras manos consiste en disponer de un plan de carrera en el que se fijen los objetivos que debería alcanzar el empleado para dar el salto a un nuevo puesto de una responsabilidad superior. De esta forma estaríamos truncando este ciclo tan negativo y pasaríamos del punto de mayor satisfacción y motivación, al punto de partida de adaptación a otro puesto que supusiera nuevos retos y nuevas oportunidades de desarrollo profesional y personal.
Evidentemente, para entrar en esta nueva dinámica sería necesario que el trabajador estuviera dispuesto a ello pero, por encima de todo, es necesario que el trabajador espere de su trabajo algo que vaya mucho más allá de una mera remuneración. La empresa además, debería pensar menos en los beneficios inmediatos y un poquito más en garantizar a largo plazo el continuo desarrollo de sus recursos humanos, ya que sin ellos difícilmente alcanzará un modelo de negocio basado en el crecimiento sostenido.
Dicho de otra forma: el trabajador y la empresa deben entrar en una dinámica de compromiso mutuo y desarrollo de los objetivos de cada una de las partes ya que en ausencia de este acuerdo tácito la empresa no solo perderá el rumbo y a sus principales activos, sino que todo su conocimiento se irá a un puesto similar en una empresa de la competencia.

sábado, 7 de junio de 2008

SOY UN DESEMPLEADO, QUE TRABAJO.

Dada mi situación de “sujeto pasivo” converso más con cierto nivel de ciudadanos, los desempleados, ya que obviamente el resto está ocupado en sus menesteres diarios, “disfrutando” más o menos, en función de sus aspiraciones, prioridades y nivel de exigencia. Dichas conversaciones me llevan a emitir un juicio que creo se ajusta a la realidad, o a la triste realidad, del peor mal de nuestros días y de nuestros jóvenes, que lejos de mejorar va en aumento día tras día sin visos de mejora.
Distintos estudios señalan que el desempleo involuntario se sitúa entre uno de los principales estresores a los que puede verse sometido un ser humano, y más o menos al mismo nivel que la muerte de un familiar o el cambio de casa.
Y realmente, el gran problema que tiene el desempleo es que, con el tiempo, va deteriorando nuestra autoestima y supone un fuerte mazazo a nuestra red social de apoyo. Si partimos de un enfoque bio-psicosocial de salud, el desempleo afectará de una forma directa a dos de los tres factores más importantes para el individuo, y por lo tanto, el paro debe contemplarse como un auténtico problema de salud pública.
En el plano social, los efectos del desempleo se centran en la reducción de interacciones sociales. El trabajo es una importante fuente de relaciones personales. Además de esto, se producen a nivel social una serie de situaciones que van desde la falta de seguridad que provoca la incertidumbre que se tiene con respecto al futuro, hasta la inhibición social provocada por la “vergüenza” y el estigma social que supone para el propio individuo encontrarse en una situación de desempleo. Si a todo esto, le sumamos Las dificultades económicas que suelen acompañar al desempleo y la forma en que estas dificultades afectan a nuestras relaciones sociales, tenemos como resultado un serio golpe a nuestra red social de apoyo. En lo referente a los aspectos psicológicos, los resultados no son mucho mejores. En primer lugar, al perder el empleo se produce un fuerte shock, se produce una sensación de desamparo y nos sentimos muy mal.
Sin embargo, en este momento, el trabajador todavía conserva su autoestima profesional, y por ello comienza una etapa activa de búsqueda de empleo. La cuestión, es que esa actividad no se va a mantener siempre a menos que tengamos una metodología de búsqueda de empleo a largo plazo. El tiempo es nuestro enemigo, y pese a mantener el mismo perfil profesional que unos meses atrás, nuestra percepción de las posibilidades de encontrar empleo son mucho más limitadas. Y es que, los esfuerzos infructuosos no dejan de ser percibidos como “pequeños fracasos”, cada candidatura no contestada se transforma en una pedrada contra nuestra autoestima, porque pensamos que lo normal es que nos llamen, y una vez nos han llamado para la entrevista pensamos que lo normal es quedarnos con el puesto. Nada más lejos de la realidad. Muchos de los contactos que se establecen, no dejan de ser contactos para averiguar la disponibilidad del trabajador, o para indagar en algún aspecto de cara a perfilar el currículo de cara a futuras disponibilidades de personal. Sin embargo, como digo, cuando los esfuerzos no dan frutos, el individuo se vuelve pesimista, experimenta ansiedad y sufre malestar: éste es el resultado crucial.
Pero este “bajón” no es lo peor. Tras el viene una etapa en la que el individuo se vuelve fatalista, se siente “gafado” e incapaz de sentirse útil para la sociedad. Pese a lo drástico que parece lo que he expuesto hasta el momento, es una situación que se produce cotidianamente, pero que es muy fácil de evitar. Simplemente hemos de ser capaces de plantearnos la búsqueda de empleo como nuestro trabajo. Igual que éramos capaces de levantarnos a las siete de la mañana para ir a trabajar, incluso cuando no apetece, hemos de ser capaces de levantarnos a las siete para ir a buscar trabajo, para relacionarnos con nuestro círculo social, para no escondernos y decir por todas partes que estamos buscando trabajo. De ésta forma, al incrementar el número de interacciones sociales, se incrementan nuestras posibilidades de descubrir alguna oferta de trabajo, y al mismo tiempo, nuestra eficacia es mayor, por lo que podemos huir de esa situación de fatalismo que he comentado anteriormente.