martes, 16 de febrero de 2010

NO IMPORTA, SÓLO SON HEMBRAS.

Sé perfectamente que el tema que hoy voy a tocar no es muy agradable. Sé que es un tema amargo, duro y tirando a desesperanzado, pero qué le vamos a hacer, es una triste realidad y que desgraciadamente día a día sigue ocurriendo en nuestra sociedad. Pongamos que hoy traigo aquí la tristeza infinita y el sufrimiento sangrante de la condición femenina. O hembril, mejor dicho, ya que no me voy a limitar a hablar de mujeres sino que habré de establecer una relación directa, un parangón, entre mujeres y palomas, ya que se trata de una historia colombófila la que voy a relataros. Una historia acaecida casi a mi misma puerta, en un parque que hay aquí en Xirivella, también es casualidad que la vida me reservara regalo tan aciago traído por la providencia.
A poco de alzarse la mañana y en mi caminata mañanera, veo en la plaza algunos perros bastante revueltos, (hay muchos perros en Xirivella), ladrando sin ton ni son. Me fijo un poco más y veo en la misma plaza, una figura varonil. El hombre va bien vestido. Le pregunto si anda buscando algo. Sí, un palomo que se me ha perdido y según el radar debe de estar en ese árbol grande. El árbol, que hace muchos años no conoce poda y se ha agigantado, se alza en uno de los laterales de dicha plaza, es el más grande y es fácil divisarlo.
El hombre tiene mucho interés en recuperar al palomo, que según él es valiosísimo. Macho por supuesto, y preciadísimo según me informa. El hombre lleva en su mano izquierda una paloma, hembra por descontado, amarrada por la pata izquierda a un cordel. El hombre voltea la cuerda, le da tirones violentos, arroja a la paloma contra las ramas como si fuera una pelota, la lanza sobre el tejado o contra el suelo para que el macho la vea, se encele y salga del árbol en el que se ha aposentado. En tan violentos trasiegos la palomilla, aterrada, pierde plumas, encoge la cabeza, trata en vano de aletear, se resiente visiblemente de la pata atada que acusa escoceduras y heridas. Eso tiene que hacer sufrir mucho al animal, digo. Y el hombre: estará doloridilla, claro, pero es la única manera de que el macho acuda.
Acuden varios gatos de la vecindad, que al ver la proximidad de la paloma se amagan y se preparan para saltar sobre ella. El hombre, preocupado por que había quedado con unos amigos y se le estaba haciendo tarde, sugiere dejar atada a la paloma al tronco del árbol mientras se marcha al bar a desayunar con sus amigos, a ver si mientras el palomo baja. Se la comerán los gatos, le digo. No importa (dice): es una hembra y no vale nada, tengo más. Por fin decide ir a por otros dos palomos, para que la vanidad competitiva del macho le obligue a acudir. Los palomos se dejan caer sobre la palomilla atada picándole el cuello hasta hacerla sangrar, hiriéndola con sus garras, acogotándola en una cruenta batalla donde la hembra, prisionera, no tiene defensa alguna.
A partir de ese momento el hombre ya se preocupa de que no se arrimen los gatos. Y de pronto el palomo del árbol, con las alas y el cuerpo vistosamente pintados, con el buche tornasolado y la cabeza erguida con arrogancia infinita, se echa a volar desde la rama hacia la paloma desplumada, ensangrentada, medio muerta ya, les planta cara a los dos machos que intentan cubrirla y toma heroica posesión de ella. Su dueño, feliz, lo coge al vuelo. Ya puede irse al bar con sus amigos. La paloma, exhausta, tal vez no llegue viva al palomar. No importa. Sólo es una hembra. Entro a casa y pongo en la tele en la 1 donde están dando las noticias. Después de la reseña, de lo maravilloso que lo está haciendo nuestro presidente Sr. Zapatero para afrontar la crisis. Muy de pasada, escucho un dato: ya hay cuatro mujeres asesinadas por sus parejas en lo que va de año, y acabamos de empezarlo. Entonces caigo en la cuenta: no es grave. Sólo eran hembras, y hay muchas.

lunes, 15 de febrero de 2010

LA CRISIS VA PARA LARGO

Lo dicen todos los expertos de la cosa, y por las muestras más razón que un santo llevan: la crisis va para largo. De manera que en este contexto de angustias económicas múltiples en el que por mucho que se intente no hay forma humana de estirar los euros, el que más y el que menos trata de espabilarse para realizar su particular travesía del desierto con el menor descalabro posible. Y para eso, aparte de empezar a entrenarse en una resistencia numantina y en una austeridad espartana más propia de convento franciscano que de casa de familia normalita, es imprescindible aguzar el ingenio.
No me refiero a las actitudes ahorrativas de toda la vida, quién no recuerda al abuelo levantándose trabajosamente de su mecedora para ir a la puerta del pasillo y, con mano temblorosa de parkinson y una miaja de tiritera, darle la vuelta al interruptor de la pared para apagar la paliducha bombilla de 40 vatios que a duras penas intentaba disipar las tinieblas entre los muebles, murmurando enrabietado: dispués sus quejarís del recibo pero aquí no apaga una luz ni San Pedro, leches.
Tampoco me refiero al tradicional ahorro de fogones, quiero decir en el menú familiar aprovechando al máximo las cuatro sobras de cualquier receta clásica o resto de despensa, ya saben: el refrito de hilajos de la carne del cocido coloquialmente conocido como "ropa vieja"; las socorridas croquetas, que con dos alones desmigajados de pollo, una cebolla y un puñadico de harina le apañas la cena a la familia; el sabrosísimo arroz que se confecciona con la carcasa grasienta del último pollo asado que entró en casa y que previsoramente congelamos, en vez de tirarla a la basura; las múltiples sopas de pingajillos varios, empezando por la siempre agradecida y nunca bastante ponderada sopa de ajo en cualquiera de sus variedades, que no está el precio del pan como para andarlo desperdiciándole
Pues bien; aparte de todo eso y como los tiempos cambian, éstos en que nos ha sido dado vivir nos brindan un sinfín de oportunidades de ahorro y estrategias de contención de gasto que conviene conocer. Si bien, es cierto, son mucho más fáciles de practicar por las personas ya jubiladas que acostumbran a disponer de más tiempo libre. Pero como ahora, entre los Eres y los despidos puros y duros está en el paro la tira de gente en edad activa que dijéramos, las oportunidades se multiplican. Ya que a los abuelos, dada la escasa cuantía de sus pensiones ni por los forros los invitan a esa especie de convenciones hoteleras en las que no tienes que comprar nada, sólo asistir y escuchar la oferta que te van a proponer, y en las que por la simple asistencia te regalan desde un foulard a un reloj, y desde un microondas a un juego de maletas.
Normalmente en esas invitaciones te incitan a llevarte una pareja amiga (mayor de 35 años), y es habitual que tú te quiebres la cabeza buscando un pardillo de edad más o menos acorde con la tuya que acepte cubrir el rol de "cónyuge o pareja", perdiendo tres horas para que tú te lleves a casa gratis el asador eléctrico con tapa de cristal o el juego de sartenes antiadherentes. La última invitación que me ha llegado debo confesar que es infinitamente más tentadora, a saber: "recibirá gratis una exquisita paleta serrana para disfrutar de un auténtico placer gastronómico". Y una paleta serrana, no me lo negarán, son palabras mayores.
Lo cual que, precisamente por eso, se me antoja un agravio comparativo para los miembros de la tercera edad, que sólo pueden compensar (gastronómicamente hablando) la miseria de sus pensiones con los canapés y montaditos de los actos públicos en los que se sirve "vino de honor", y que están los pobres hasta las orejas de pinchos de tortilla, olivas rellenas de anchoa, tartaletas de fuagrás, patatas chips y cacahuetes revenidos. Que además es todo malísimo para el colesterol, la tensión y el azúcar pero, claro, les ahorra la cena. Y con la mierda de pensiones que cobran, (este año aún menos, pues el gracioso de Zapatero les ha subido el sueldo un 1% y la retención un 3%), por lo que aún cobran menos que el año pasado, pero eso sí, eso no lo dicen en los telediarios de la 1. Con todo ello a ver qué van a hacer los pobres, pues comérselo.

viernes, 12 de febrero de 2010

SERÁ MEJOR CON UN REFRÁN

Esta vida es muy compleja
y muy difícil de explicar,
aunque en nada se asemeja
será mejor con un refrán.

La avaricia rompe el saco
con razón dice el refrán,
los ricos con su marisco
los pobres comiendo pan.

Poderoso caballero
poderoso don dinero,
importante ser primero
en decir yo lo quiero.

Santa rita, Santa Rita
lo que se da no se quita,
anulan la hipoteca maldita
a quien el piso necesita.

El que no llora no mama
y el dinero da la razón,
haciendo que a edad temprana
ya trabajemos por la suposición.

Con dinero todo es muy fácil
haces de un chucho un mastín,
pero a todo cerdo si pasa de abril
le llega su día de San Martín.

Y es que al final siempre es
lo mejor lo que se queda,
y la mona siempre mona es
aunque se vista de seda.

Esta vida es muy compleja
y muy difícil de explicar,
aunque en nada se asemeja
será mejor con un refrán

A TI CUPIDO, TE QUIERO PEDIR...

Cupido te voy a pedir una cosa
en este día por mi tan esperado,
a decirle a mí querida esposa
como estoy de ella enamorado.

Haz que la flecha que lance
le llegue hasta su corazón,
y en ellas sepa expresarle
lo grande que es mi amor.

Llevamos más de 40 años enamorados
y hoy queremos celebrar nuestro día,
a pesar de llevar toda la vida casados
parece que fue hoy nuestro primer día

Cupido quiero que le trasmitas
lo que mi corazón siente por ella,
y que siempre tú me permitas
vivir la vida junto a mi estrella.

Esto más que amor es sensación de ansia
e impotencia cuando no puedo abrazarla,
cuando de mi se aleja o se distancia
cuando está lejos y no puedo besarla.

Y aunque siempre estoy pensando en ella
con el pensamiento y con el corazón,
veinticuatro horas al día no hacen mella
la sola idea de verla aumenta mi ilusión.

Esto es principalmente lo que siento
amor pasión y vivir en eterna aventura,
más nunca de ello yo me arrepiento
vivir constantemente esta sana locura.

Cupido impregna todas tus flechas
con todos estos pequeños detalles,
y que apunten al corazón derechas
evitando de su corazón los rechaces.

Para que tenga para siempre
su corazón de amor repleto,
de que ella se acostumbre
a este amor tan completo.

Cupido intenta dejarle buen sabor
cuéntale que es lo que yo siento,
y dile que hay mucho más amor
aquí guardado muy adentro.

Y que se lo iré entregando
cada día y en cada instante,
y que la seguiré amando
en mi vida y hasta mi muerte.

HOY ES UN DÍA ESPECIAL

Hoy es un día muy especial
aún sigo conservando tú cariño,
y lo es porque hasta el final
tú siempre estarás conmigo.

Y es que los días serán
para mi siempre especiales,
los mismos nos depararán
mucha felicidad a raudales.

Hoy es un día muy especial
porque tengo tu ternura,
que nuestro amor es colosal
no queda ninguna duda.

Y es que este amor está hecho
de ternura y comprensión,
y no dejamos ningún trecho
para la duda y la desilusión.

Hoy es un día muy especial
ya no hay viento ahora hay brisa,
caminamos juntos en el otoñal
y en nuestra vida ya no hay prisa.

Mientras contemplo tu cuerpo
tus ojos, tú cara y tú linda sonrisa,
creo que aún me queda tiempo
seguir queriéndote es mi premisa.

Hoy es un día muy especial
porque estoy muy enamorado,
quiero seguir sintiendo igual
te necesito siempre a mi lado.

Caminando de tu mano
mientras respiro la brisa,
y contemplo tu cabello
tus ojos y tu sonrisa.

Hoy es un día muy especial
y soy muy feliz así,
cada día enamorándome
un poquito más de ti.

viernes, 22 de enero de 2010

EL HORROR Y LA TRISTEZA

Hace ya días que no le veo deambular por la calle, no se si alguna alma caritativa lo habrá recogido en su hogar o por el contrario habrá sucumbido a las inclemencias del tiempo, al hambre o sabe Dios la suerte que habrá corrido. Me refiero a un perrito posiblemente abandonado, que todos los días se cruzaba delante de mi coche en la urbanización donde vive mi hija.
Parece mentira que en los tiempos en los que vivimos, haya gente capaz de abandonar a sus animales de compañía, aunque la mayoría lo son por los cazadores, esa tribu montuna de fin de semana dotada de una especial idiosincrasia que les hace caracterizarse por abandonar a un animal en cualquier carretera cuando no les trabaja a su gusto la pluma o el pelo en las cacerías. En el mejor de los casos, porque en el peor y no poco habitual la costumbre es ahorcar al perro de un árbol, sin cansarse tampoco en medir mucho la cuerda, por lo que no es raro que el ahorcado agonice durante horas, incluso días, arañando el suelo desesperadamente con la punta de sus patas traseras para intentar afianzarse y aflojar la tensión del dogal. Hasta que el agotamiento les hace entregarse y morir.
De la misma manera (por agotamiento extremo y entregándose vencidos a la muerte) hemos visto estos días, en la pantalla del televisor, agonizar y morir a miles de haitianos. Y supongo que la mayoría de nosotros nos hemos planteado hasta qué punto las cosas se han estado haciendo bien o mal allí, cuántas vidas se podrían haber salvado si la ayuda hubiera sido más inmediata, qué habrán sentido esos bomberos castellanos cuando, a medio rescatar a una niña todavía milagrosamente viva bajo los escombros, han sido conminados a abandonar por la fuerza el rescate para preservar su propia seguridad ante un tiroteo. Plenamente conscientes (quienes dieron la orden y quienes se vieron forzados a cumplirla) de que aquel abandono suponía clausurar toda esperanza para aquella niña, medio aplastada por el cadáver de su madre, que durante días había estado luchando por sobrevivir contra toda posibilidad.
No es menester estar dotados de una sensibilidad extrema para que se queden grabadas en la retina determinadas imágenes del horror; las miradas, sobre todo. Esas miradas terribles, angustiadas, enloquecidas o derrotadas que, supongo, a muchos de nosotros nos van a acompañar ya de por vida. Como el tierno cadáver portado en brazos de aquel niñito de Irak, destrozado por una guerra asquerosa que nosotros mismos, aun contra la voluntad de la mayoría, declaramos. Como la niña a la que hace algunos años más vimos agonizar al pie del Nevado del Ruiz, con el cuerpecito sumergido en las aguas aprisionado por toneladas de piedras. Como la criatura famélica abandonada al borde de un camino africano, con un paciente buitre centinela al lado, esperando que terminara de morir para iniciar su banquete. Como la mirada inenarrable de esa madre haitiana que ha visto morir de unas heridas perfectamente curables y por falta de ayuda médica a su hijo de 28 años, después de tres días de espera a la orilla de un hospital (por llamarle de alguna manera).
Viendo esas imágenes desde la comodidad de casa uno siente vergüenza, impotencia, dolor a espuertas y tristeza: una tristeza infinita que nunca se podrá sacudir de encima. No entiendo bien para qué sirven tantos soldados norteamericanos si llegan tan tarde, y mientras no llegan el hambre y la desesperación hacen estragos. No entiendo bien para qué viajan hasta allí nuestros bomberos, nuestros policías, nuestros perros adiestrados, si a medio rescate se les obliga a abandonar a la víctima que estaban salvando. No entiendo bien el sentido de esta convocatoria general a la solidaridad, si la ayuda humanitaria no se reparte a tiempo y toneladas de material que podría salvar vidas in extremis aguardan en un aeropuerto sin ser repartidas. No entiendo demasiadas cosas que me producen, supongo que como a ustedes, una pena tremenda y una impotencia absoluta.
Hace dos días vi., esta vez en directo, una imagen absolutamente emocionante. Era un señor mayor muy limpio, muy peinado, con ese aura indefinible pero inconfundible a la vez del jubilado dignísimo que sobrevive a duras penas con una pensión miserable. Estaba delante de mí en la cola de una entidad bancaria. Cuando le tocó el turno se sentó trabajosamente (los años no perdonan) a la mesa de la empleada, puso su cartilla de ahorros sobre la mesa y pronunció estas palabras: mándame diez euros, no doce, manda doce. ¿Tiene preferencia por alguna ONG?, le preguntó ella. Y él: da igual, con la que primero llegue. ¿Se han planteado ustedes lo que suponen doce euros, casi a fin de mes, para un jubilado que cobra la pensión mínima? Yo sí me lo planteé. Quizá por eso sentí tanta tristeza, tanta impotencia otra vez, cuando en las noticias de la tele se hizo público que aquella entidad concreta (y al parecer, otras), pese a ser donaciones solidarias seguían aplicando su comisión por cada operación, y son millones los españoles que están mandando dinero a Haití. Supongo que por eso, por la estructura del mundo en el que vivimos, porque todos los Haitíes sólo nos duelen cuando tiembla la tierra o hay un huracán, aunque la miseria absoluta ya les mantuviera heridos de muerte en la vida "normal" sin catástrofes de cada día, no me puedo sacar de encima el horror. Y la tristeza. Sobre todo, la tristeza.

CON LA HUMILDE PALABRA...

Con la humilde palabra de hablar todos los días,
que es tan noble que nunca llegará a ser vulgar,
voy diciendo estas cosas que casi no son mías,
así como las playas casi no son mar.

Con la humilde palabra con que se cuenta un cuento,
que es la vejez eterna de la eterna niñez,
la ilusión, como un árbol que se deshoja al viento,
muere con la esperanza de nacer otra vez.

Con humilde palabra te ofrezco lo que ofreces,
amor que apenas llegas cuando te has ido ya:
Quien perfuma una rosa se equivoca dos veces,
pues la rosa se seca y el perfume se va.

Con la humilde palabra que arde en su propio fuego,
siento que en mí es orgullo lo que en otro es desdén:
Las estrellas no existen en las noches del ciego,
pero, aunque él no lo sepa, lo iluminan también.

Y así, como un arroyo que se convierte en río,
y que en cada cascada se purifica más,
voy cantando este canto tan ajeno y tan mío,
¡con la humilde palabra que no muere jamás!

jueves, 21 de enero de 2010

INNOVAR ES QUEDARSE QUIETO?

Se habla mucho de innovación, pero, ¿qué significa realmente?, ¿en qué se basa?, ¿es accesible para la mayoría? Voy a intentar responderos, eso si, siempre bajo Mi Prisma. Mirad: no se innova sólo con la mente racional humana, porque es egótica, demasiado estructurada y rígida. A tu mente le gusta presumir de lo que sabe, de lo que es y de lo que ha conseguido, que para ti siempre es lo mejor. Todo eso no tiene nada que ver con el auténtico significado de innovación.
Fijaros en el pájaro y en cómo vuela. No presume de esa habilidad, tampoco intenta demostrar nada y no se pone un objetivo fijo e inamovible.
Despega, cuando su instinto se lo ordena y se deja llevar por sus alas, sin importarle demasiado la dirección, ni cuándo ni dónde aterrizará. Vive cada segundo de su vida como si fuera nuevo y no se aferra al tiempo del reloj.
Para innovar, abandona las expectativas y los prejuicios. Deja tus previsiones y pretensiones. Es descubrir a cada instante. Innovar es volar.

martes, 19 de enero de 2010

¿QUE HACEMOS LOS QUE ESCRIBIMOS?

¿Qué hacemos, los que escribimos? Nada más que contar historias. Incluso el simple pensar y el simple hablar cotidianos son ya una historia. Las palabras proferidas y las pensadas, desde que nos levantamos de la cama, por la mañana, hasta que a ella regresamos, llegada la noche, sin olvidar las del sueño y las que el sueño intenta describir, constituyen una historia con una coherencia interna propia, continua o fragmentada, y podrán, como tal, en cualquier momento, ser organizadas y articuladas en una historia escrita y transformadas en literatura.
El que escribe hace que las palabras se confundan y se encuentren; las letras se dilatan en llegar para formar aquello que anhelamos en el fondo, para enseñarnos el camino que trazamos mientras escribimos.
¿Qué es escribir? Sino pasear por el mundo...por nuestro mundo y el de los demás.
¿Qué es? Sino llorar desesperadamente por lo inexplicable.
Es llenar espacios vacíos que sabemos que nunca ocuparemos por completo.
Es querer gritar nuestras verdades por muy confusas que sean, detener el tiempo como cuando amamos; tener razones para no dormir. Es no dejar pasar una noche en vano.
Escribir es enterrar sueños y abrir caminos; descubrir cada día que nuestras lágrimas nos dan muchas señales para continuar.
Es aceptar lo inevitable y lo bello.
Es andar sobre lo conocido y lo desconocido.
Cuando escribimos exteriorizamos nuestras alegrías y arrastramos nuestras penas.

PARA MI ESCRIBIR ES...
Sentir que me libero,
que me evado por unos instantes,
que me dejo llevar por las palabras,
que saco afuera todo aquello
que me mantiene preso dentro de mí.

Las palabras son algo más que un pasatiempo,
son arcas cerradas con un tesoro dentro,
son ventanas semicerradas
que dejan pasar pequeños rayos del alba;
Para mí, significa un parón en el tiempo,
una nave que me lleva al firmamento,
y me envuelve de paz y sosiego,
de calma y pura transparencia.

Es el medio más sigiloso
de expresar lo tabú,
aquel que no siempre te da respuestas,
pero sí momentos de desahogo en soledad,
el que te permite poner disfraz a las palabras,
y aquel que te recordará en un futuro,
porqué en ese momento decidiste escribir.

jueves, 14 de enero de 2010

El PROTAGONISMO DE LOS CONTROLADORES.

Supongamos que un dependiente de comercio cae enfermo, va al médico y le da la baja. Llega el dependiente a casa, se mete en la cama y no aparece por el comercio en quince días. Esto pasa continuamente. Seguro que ahora mismo hay más de diez y más de veinte dependientes sudando la gripe entre las mantas. Pero usted y yo no nos enteramos porque el mundo sigue y porque el hecho de que un grupo de dependientes esté de baja por enfermedad no afecta en absoluto al comercio en general. Puede usted comprar los productos que quiera y de cualquier género. Si los que caen enfermos son, en vez de dependientes, son mandos, no sólo no notaremos escasez alguna, sino que rozaremos la perfección, pues los dependientes trabajarán, posiblemente mejor, sin la presión que algunos mandos ejercen sobre los empleados.
Pongamos que caen enfermos dos o tres realizadores de Tele-5 (o de Antena-3, lo mismo da). ¿Dejarían de emitir esos canales? En absoluto, funcionarían con toda normalidad (si aceptamos como normal su programación, claro). Y si la ministra de Defensa, por poner otro ejemplo, se acatarrara, a nadie se le ocurriría retirar las tropas de Afganistán a toda prisa. Lo más probable es que no se enteraran del catarro de la ministra ni los generales más próximos a su despacho. Hay gente que por responsabilidad acude enferma al trabajo. En fin, que puede usted llevar a cabo este ejercicio de imaginar que cae enfermo, no sé, el cartero de su barrio, para concluir que las cartas seguirían llegando.
En cambio, a un controlador aéreo le duele la cabeza y se va al carajo todo el tráfico. Los controladores aéreos son seres humanos y pueden enfermar, como cualquier hijo de vecino. Lo que no se entiende es que la baja médica de uno solo de estos profesionales pueda provocar un caos mundial. Algo ocurre en ese sector que no es normal y que las autoridades deberían estudiar, para corregirlo, sobre todo porque viene ocurriendo desde hace muchos años. De lo que no teníamos ni idea era de que estos profesionales con tan mala salud pueden ganar un millón de euros al año (160 millones de pesetas). Es que eso no se gana ni siendo el comercio tuyo, ni jugándote la vida en una guerra, ni repartiendo cartas. Un servidor, con ese sueldo, iría a trabajar con cuarenta de fiebre.

martes, 12 de enero de 2010

MI SECRETA ILUSIÓN

Se me acaba la vida sin mirarte de frente,
prisionera de mi afán por renunciarte.
Es la burla del tropiezo sentir no merecerte,
mientras se agota mi aliento al recordarte.

Tengo un millón de razones para amarte
y me duele la herida al no tenerte.
Me arrastro en el silencio por mirarte
y me baña su sombra por no verte.

Clama mi cielo su estrella más brillante
y parir pronta el sendero por recuperarte.
Es mi secreta ilusión volver a encontrarte
y desbordarme en tu piel hasta por fin besarte.

DE VEZ EN CUANDO

De vez en cuando las horas
se devoran las agujas, ahogándose en mis ojos,
y me duele la distancia en la demora, colmada de antojos.

De vez en cuando te pienso
y me recorres los momentos embriagados de insomnio,
ésos que te clavan en mi mente y me penetran hasta la sombra.

De vez en cuando te nombro
y me vienes a la boca con sabor a deseo,
encendiendo mil antorchas aquietándome el infierno.

De vez en cuando te miro,
y tu rostro de ausencia, diluvio tortuoso, destroza mi cordura
y me embarca al eterno naufragio de nuestra historia difusa.

De vez en cuando te quiero,
y se inquieta en mi pecho un te amo impronunciable,
cuyas garras me lastiman por emerger incansable.

De vez en cuando te tengo
y en secreto rompen olas que se deslizan por mi pelo,
y me arrancan el fuego que atesoro cuando no te veo.

De vez en cuando te ruego
que me robes tu recuerdo y me quiebres el ocaso,
llevándote los pedazos de estas horas que se ahogan cuando emigras de mi lado.

HACIA DONDE

Esta sombra como espina
se ha clavado en mi universo,
devorando como herida,
lastimándome hasta el verso.

Con su frío me congela
y no encuentro tu calor,
hasta el alma se lacera,
va perdiendo su color.

No me oyes, ni te grito
solamente me deslizo.
Mi gemido ya está escrito
en tus ojos huidizos.

Te susurra mi silueta
sin hallarte en el vacío.
¿Hacia dónde, mi cometa
has llevado tu latido?

domingo, 10 de enero de 2010

YA HA PASADO LA NAVIDAD...

Ya ha pasado la Navidad, esas fiestas tan familiares, tan llenas de nostalgias y recuerdos, pero también de otras cosas menos agradables y que este año a pesar de la crisis, no ha sido muy diferente al resto de años.
Para ello no hay más que salir a cualquier calle, mirar alrededor y contemplareis un espectáculo prácticamente invariable: al personal le ha entrado una fiebre irreprimible por comprar. Es lo que traen estas fiestas tan entrañables, dicen, en las que todos los que a lo largo del año permanecen habitualmente alejados de nosotros vuelven a casa, vuelven; y claro, no es cosa de recibirlos con las manos vacías. Además, por si alguien no estuviera de por sí suficientemente motivado para la generosidad a piñón fijo de las fechas navideñas, ya vienen encargándose de estimulárnosla desde hace meses, por la cuenta que les trae, aquéllos a quienes más les interesa que no decaiga la tradición de los regalos. O sea, los que se intentarán forrar vendiéndonos de todo, desde un jamón de pata negra para agasajar a familiares, amigos y deudos, hasta unas pantuflas forradas de cabritilla para que a la yaya no se le queden los pies como témpanos, mientras se pega sus cabezaditas en el sofá al dulce arrullo de los culebrones.
Todo invita al despilfarro en estos días y no es fácil desoír la invitación, aunque está demostrado que poderse, se puede. Pero hay que tener un espíritu ascético de aquí te espero y una voluntad de hierro, la verdad sea dicha. Porque a ver quién se resiste a esos escaparates profusamente iluminados por miles de lucecitas intermitentes como las de los puticlubs, que se me da a mí que el que las inventó de psicología tenía que saber un rato, porque es que sin poderlo remediar se te van los ojos detrás como si te los atrajeran con un imán, y antes de que te quieras dar cuenta ya estás entrando con plena disposición mental de no reparar en gastos. En la tienda o en el puticlub, según se tercie. Fíjense en ello y verán como no falla; todos para dentro, tal que en los casos esos de abducción.
Los comerciantes, como buenos expertos en mercadotecnia que son, no escatiman en bombillas, abetos cargados de bolas brillantes, espumillón, guirnaldas de falso muérdago, estrellitas refulgentes, tiernos belenes y papás noeles con unas barrigas que ni a punto de parir trillizos: lo que sea menester. Y ya si hay un puesto de castañas en la esquina, mejor, que eso da un toque navideño que no hay corazón (ni, en consecuencia, bolsillo); que se resista. Máxime desde que, copiando costumbres foráneas que ni nos van ni nos vienen, hemos adoptado la costumbre de regalar por partida doble, en Navidad y en Reyes; sin pararnos a pensar que en esos países de los papás noeles y los santas klauses regalan por Navidad y punto, y aquí, como al mismo tiempo que copiones somos tradicionales, hacemos doblete y no hay casa decente capaz de olvidarse de Melchor, Gaspar y Baltasar, con su botellita de mistela y su platito de polvorones incluidos para que repongan fuerzas.
Algunos bichos raros tratamos denodadamente de resistirnos como gato panza arriba a seguir los pasos del rebaño comprador, dicho sea con perdón lo de rebaño y tomarlo si queréis en sentido evangélico, que va muy acorde con estos días. A algunos hasta nos da así como «tiricia» (que dicen en mi pueblo); tanta profusión de brillos y tanto villancico machacón martilleándonos las orejas en el supermercado, que estás un suponer comprando plátanos de Canarias y, al verlos tan doraditos, no puedes evitar acordarte de la ofrenda de los Magos de Oriente y acabas dejándolos en la estantería, no vaya a ser que además de parecerte de oro luego vayan a saberte a incienso y mirra. Algunos pensamos que la Navidad, con tanta parafernalia sobrevenida, ha quedado por completo desvirtuada y lo que menos le importa a la gente es si Jesús nació en un pesebre, o si las fechas coinciden o se las sacaron de la manga los sabios de la cosa. De hecho, una gran parte de la gente que la celebra por todo lo alto, con mesas que nada tienen que envidiar a las de Pantagruel y dejando la tarjeta visa para el arrastre, ni siquiera es creyente y mucho menos practicante.
A lo mejor por eso me fascinó este escaparate de la foto, que pasando de rollos navideños se limita a anunciar que están vendiendo a precio de saldo la mercancía por cierre y el que no se dé prisa, se lo pierde. Viendo los carteles resulta evidente que ahí no tienen un experto en marketing porque los profesionales ortografía deben saber, y si no saben lo consultan con el corrector de su ordenador de última hornada. Aunque, bien pensado, tal vez los dueños de la tienda sean más listos de lo que parece, porque no hay quien pase enfrente de ese cartel y no se quede de un aire. Y de ahí a entrar y comprar, a 10 «leuricos» los zapatos y a 20 las botas, un paso. Quién dice que esto no sea «lo húrtimo» en técnicas de venta, y hasta hoy a ningún especialista en marketing se le haya ocurrido.

martes, 29 de diciembre de 2009

LOS VILLANCICOS

Creo que la primera vez que escuché que los peces bebían y bebían en el río por ver a Dios nacido era ya un adolescente y había comprendido que la vida era absurda, de modo que no opuse resistencia alguna al hecho de que los peces bebieran de forma compulsiva, como el que se da un chute, por ver al niño Jesús. Lo que hace absurdo al mundo es lo mismo que lo hace hermoso, profundo y excitante. Imaginen un pez bebiendo y bebiendo en el río por ver a Dios nacido. ¿Es o no es fantástico? Es más que fantástico: se trata de una imagen fabulosa que ha hipnotizado ya a varias generaciones. Y lo que te rondaré.
Pero comprender que la vida era absurda y por lo tanto fabulosa no fue sencillo. Requirió un proceso con tramos en los que hubo angustia, inquietud, ansiedad, zozobra. El otro día, en la radio, escuché que a alguien le preguntaban por ese villancico en el que una tal Marimorena no para, la pobre, de caminar porque es la Nochebuena (ande, ande, ande la Marimorena, ande, ande, ande, etcétera). De pequeño, imaginaba que la Marimorena era una chica de 15 años ataviada con un vestido regional de no sé dónde (todos se parecen) y condenada a caminar, a caminar, a caminar (camina o revienta). Iba la Marimorena por una especie de descampado, empujada a moverse sin parar por las voces que cantaban ese villancico. En ocasiones, yo abría la boca fingiendo que cantaba, pero no pronunciaba palabra alguna, pues me dolía formar parte de aquella conspiración. Me agobiaba que la chica no pudiera sentarse. ¿Y todo por qué? Porque era la Nochebuena. ¿Qué relación había entre una cosa y otra? Ninguna, pero jamás me atreví a preguntar a mis padres el porqué de aquel destino cruel.
Había otro villancico conflictivo también: el titulado "Adeste, Fideles" ("Acudid, fieles"). Lógicamente, en aquella época no sabía latín, ahora tampoco. Nadie tampoco me explicó que tal era el idioma del Villancico. De modo que yo, para darle sentido, en vez de decir "Adeste, fideles", decía "Al este, Cibeles", señalando con la mano esa posición geográfica. Estas fiestas tan señaladas, en fin, tienen la virtud de recordarnos, por un lado, que la vida es absurda y, por otro, que, por eso mismo, es maravillosa. Feliz 2010

miércoles, 23 de diciembre de 2009

DECÁGOLO DEL VINO ESPAÑOL

Se aproximan esos días en que todo el mundo abusamos un poquito más de las comidas, y las mismas indudablemente tienen que ir "regadas" de un buen caldo, o sea de un buen vino. Pero sabemos cual es el más indicado para cada ocasión?. Si estamos en un Restaurante, posiblemente nos dejemos aconsejar por el maitre del mismo, aunque siempre nos quedará la duda si es el mejor para esa ocasión, o por el contrario es el que más les interesa vender por muy distintos motivos, pero bueno, aquí no suelen haber muchas dudas.
Las dudas surgen en casa que casi nunca sabemos que vino es el mejor para según que comidas, no sabemos a la temperatura que deberemos servirlo y casi nunca tenemos la copa adecuada al mismo. Yo desde aquí voy a intentar (si teneis la suficiente paciencia de leerme) ayudaros. Esto por supuesto no es la opinión de un gran experto y por supuesto no he estudiado para somelier, aquí simplemente está reflejada la experiencia de 40 años comprando y vendiendo vinos y lo que es más importante, escuchando a los clientes que es como más se aprende.
Si con ésto puedo ayudar a alguno de vosotros en la elección del vino adecuado, servido a la temperatura correcta y con la copa que le corresponda, habrá valido la pena el trabajo y la dedicación, y si no, lo siento por la pérdida de vuestro tiempo.

MARIDAJE VINOS GENEROSOS:
Los vinos de aperitivo, llamados generosos por el alto grado de alcohol, casan perfectamente con almendras tostadas, tapas de jamón y cualquier alimento graso; interactúa con estos vinos, potenciando los sabores de ambos.

COPA:
La copa debe ser pequeña, estrecha y ligeramente alta, para permitir beber el vino a pequeños sorbos que es la forma de apreciar sus cualidades. Hay una copa, llamada jerezana, que es la idónea para vinos de aperitivo.

TEMPERATURA:
La temperatura apropiada de servicio, para finos y manzanillas, está entre los 6º y 9º C. Los dulces, olorosos y amontillados, entre los 14º y 15º C. Servidos más fríos, dejan de apreciarse sus virtudes.


MARIDAJE VINOS BLANCOS:
Un blanco cuya característica principal es la frescura y su frutosidad, es el más indicado para acompañar platos que no llevan demasiada elaboración ni ingredientes. Por eso son perfectos para acompañar mariscos y pescados a la plancha o al vapor. En el fondo; una cocina que permita apreciar de forma directa, la materia prima.

COPA:
La copa debe ser transparente, de tamaño medio; un poco más pequeña que la que se emplee para vinos tintos, pero de capacidad suficiente como para que el vino se mueva dentro de ella. No debe llenarse más de un tercio de su capacidad porque en la copa, el vino gana temperatura y es preferible ir rellenando con el vino mantenido fría en cubitera.

TEMPERATURA:
Los vinos blancos deben beberse fríos, pero nunca helados. La temperatura idónea para preciarlos ronda los 8º a 9º C.


MARIDAJE VINOS GALLEGOS:
Los maridajes naturales de vinos gallegos con materia prima proveniente del mar es una de las alianzas más irrefutables. Mariscos y pescados a la brasa o plancha, con un cierto recuerdo a lumbre, leña o carbón que da un toque ahumado, gana en abanicos de matices cuando el albariño es capaz de soportar el envite aromático sin perder protagonismo.

COPA:
La complejidad aromática de un blanco gallego, donde reina la variedad albariño, aconseja utilizar copas ligeramente curvadas hacia adentro en la parte superior, con el fin de “aprisionar” los fragantes aromas y dejar que se abran gradualmente.

TEMPERATURA:
Estos vinos requieren de una temperatura de servicio en torno a los 10º a 11º C. Si los servimos más fríos, las moléculas de los aromas no se volatizan y quedan adormilados en el vino.

MARIDAJE BLANCOS Y JÓVENES:
Los blancos jóvenes, son aptos y recomendados para las comidas propias del verano. Verduras a la plancha, pasta en ensaladas, sopas frías, carpaccios, fiambres, y platos de elaboración sencilla y simplificada.

COPA:
Una copa de tamaño medio, pero con un tallo suficientemente alto como para no desequilibrar el peso al girar el contenido es la indicada para blancos frescos. La percepción del vino en este tipo de copas destaca los aromas primarios propios de la variedad.

TEMPERATURA:
Un blanco seco, joven, con un carácter propio de la uva con el que está elaborado, necesita servirse frío, en torno a 8º C. Es la temperatura con la que es posible apreciar correctamente sus notas más frescas.


MARIDAJE VINOS ROSADOS:
El rosado es el gran conciliador y negociador. Versátil y plural, es un vino que va bien con una gran cantidad de platos. A la menor duda; un rosado. Especialmente cuando hay muchas salsas o mezclas de mar y montaña.

COPA:
Con virtudes de los tintos jóvenes y la frescura y frutosidad de los blancos, el rosado se mueve en el mejor de los mundos. No necesita de grandes despliegues para expresarse y una copa sencilla y amplia, pero siempre transparente que le permita exhibir su mejor virtud; un vibrante y seductor color rosa que se mueve en la gama de los fresas a los más rabiosos rosa picota.

TEMPERATURA:
El rosado es un vino que permite beberse en un amplio espectro de temperaturas frías según el momento y la variedad con la que esté elaborado. Lo más recomendable es moverse siempre entre los 9º y los 11º C.


MARIDAJE RIOJAS JOVENES:
Guisos de cuchara, chacinería, carnes de sabor marcado por el ahumado de la brasa y un sinfín de platos donde el punto graso o altamente proteínico es evidente, carnes, guisos, son los más indicados para acompañar un tinto joven.

COPA:
Directo, fresco y frutal, los vinos jóvenes necesitan expresarse espontánea y rápidamente. Para ellos, una copa no excesivamente grande, pero ancha y con una boca amplia que permita una rápida expresión aromática. La juventud permite algunas licencias e, incluso, un pie o tallo de color y un cristal grueso y divertido le da algo de empaque y estilo.


TEMPERATURA:
Aunque es un tinto, el frío le viene de maravilla. Admite lo que equivale a una temperatura de frigorífico, lo cual lo sitúa entre los 12º y 15º C. El carácter afrutado resiste bien las bajas temperaturas.


MARIDAJE RIOJAS CRIANZA:
Él crianza es el tipo de vino más versátil porque va bien con una gran cantidad de platos. Tiene aromas y sabores suficientes como para no quedarse atrás con la potencia y los sabores de un plato muy elaborado, y tampoco pierde un ápice de personalidad ni le resta valores a las materias primas más ligeras.

COPA:
Lo mejor son las copas transparentes para evitar distraer del verdadero contenido. Si es cristal fino, mejor que mejor, teniendo en cuenta que a mejor vino, el cristal debe ser más fino. Una forma bastante buena, es la que recuerda un tulipán: ligeramente más cerrado por la boca que por el cuerpo central.

TEMPERATURA:
Los tintos de crianza o jóvenes pero con cierto cuerpo, se expresan mejor a una temperatura que ronda los 14º a 17º C.


MARIDAJE RIOJAS CRIANZA:
No hay contrincante del recetario tradicional que le pueda. Los platos sencillos, caseros, que responden a un recetario familiar, verduras, carnes, siempre y cuando no haya presencia de vinagres, adobos, ni encurtidos, serán los que mejor se acompañan de crianzas riojanos.


COPA: Siempre es deseable que la forma de una copa se cierre ligeramente hacia adentro, pero en el caso de los crianzas, soporta perfectamente una copa cuyas paredes vayan casi en paralelo. Es un vino que se expresa más directamente y no necesita reconcentrarse para desplegar sus características aromáticas de forma natural.

TEMPERATURA: En torno a los 15º C. será la temperatura correcta para apreciar mejor este tipo de vinos. Si la temperatura es más alta, aparecerá mucho menos intenso y más alcohólico de lo que en realidad es.


MARIDAJE RIOJAS RESERVA:
Los vinos que han pasado un tiempo en barrica desarrollan notas más complejas que requieren también de una cocina más elaborada que admite un grado de creatividad, guisos y verduras.

COPA: El formato mágnum es una botella que permite que el vino evolucione muy lentamente. Cuando el vino llegue a la copa, necesita de un contenedor que le permita “respira” y abrirse. La copa llamada de “balón”, amplia, redonda y ancha, permite que el vino se airee y gane en profundidad de forma rápida.

TEMPERATURA:
Como todos los tintos deben de estar en torno a los 15º a 17º C. El volumen de vino que se maneja en los magnums es el de dos botellas tradicionales, por lo que tardará más en enfriarse o calentarse a la temperatura idónea de servicio y, esto, es algo que hay que prever antes de sacarlo a la mesa.



MARIDAJE RIOJAS RESERVA: La cocina elaborada tiene muchos matices y para que esté bien acompañada debe tener un vino que no se quede atrás. Los reservas son vinos perfectos para acompañar carnes, verduras y platos con salsas y con una importante mezcla de combinación de ingredientes.

COPA:
El vino ha permanecido mucho tiempo dentro de una botella y necesitará de una buena oxigenación para que empiece a desplegar sus virtudes. Una copa grande, de boca ancha, de cristal fino y con un tallo amplio que permita mover el vino, será el idóneo siempre y cuando no sea exagerada en las medidas.

TEMPERATURA:
Cuando el vino ha pasado por una crianza prolongada, necesita tiempo para expresarse. Conviene ser muy cuidadosos en la temperatura de servicio que debe de estar entre los 16º y 18º C.


MARIDAJE RIOJAS RESERVA:
Guisos de carne, asados y carnes al horno o a la parrilla, son perfectos para un rioja de reserva que no se amilanará ante la fortaleza de sabores que estos platos ofrecen.

COPA: La copa más habitual para un tinto de reserva es la tipo bordelesa que cumple con el formato más habitual que encontramos en hostelería; equilibrada, con cuerpo suficientemente amplio y forma ligeramente más estrecha en la boca.

TEMPERATURA:
La temperatura perfecta está en los 16º c. pero considerando que tras servirse inmediatamente sube un par de grados para ponerse a temperatura ambiente, conviene servirlo en la copa ligeramente por debajo de la temperatura aconsejada para beberlo y que la temperatura ambiente haga su trabajo.


MARIDAJE GRANDES RESERVA:
La elegancia de un vino con larga crianza y la complejidad que ofrece en nariz y boca obliga a emparejarlo con alimentos que tengan las mismas características. Caza mayor, confitados, platos muy elaborados y de materias primas mimadas y especiadas.

COPA:
Un vino que ha estado muchos años en botella, necesitará más tiempo para abrirse y demostrar sus valores. En esto, la forma de la copa y su tamaño pueden ser de gran ayuda. Lo más aconsejable es una copa borgoña; grande, con un cuerpo ancho y un tallo alto pero con pie firme que lo sustente cómodamente,

TEMPERATURA:
Es un vino delicado que muy frío ocultará sus virtudes y, si se sirve a temperaturas altas, la propia volatilidad del alcohol hará que aparezca apagado, No conviene superar los 17º a 18º C. en la copa, por lo que debe salir a la mesa en torno a los 15º a 16º C.


MARIDAJE VINOS NAVARROS:
La variedad con la que está elaborado un vino, tiene mucho que decir con respecto al acompañamiento de la comida. A mayor cantidad de aromas y sabores del vino, mayor complejidad de elaboración.

COPA:
Las nuevas corrientes se dirigen a buscar copas especialmente diseñadas para destacar virtudes concretas y resaltar características positivas. Lo más importante es tener en cuenta que las copas grandes son más importantes para los vinos tintos y las medianas y pequeñas, sirven para destacar las notas frutales.

TEMPERATURA:
Los tintos jóvenes, ligeros y del año, deben moverse en temperaturas que rondan los 12º a 14º C. A medida que la añada del vino se aleja del momento de su degustación, aún siendo joven, se puede subir la temperatura de consumo a 15º y 16º C.


MARIDAJE VINOS CATALANES:
La cocina tradicional de una localidad concreta siempre va bien con los vinos que se elaboran en esa misma zona. Un bacalao a la catalana, con pasas y piñones, por ejemplo, encontrará buen aliado en un tinto de de la zona, con una ligera crianza.

COPA:
Cuando el vino no ha pasado por un período largo de envejecimiento, es probable que podamos apreciarlo en nariz y boca casi de forma inmediata. Para esto, las copas más indicadas son las de cuerpo medio, tipo Burdeos, donde la diferencia del volumen del cuerpo y la boca no es excesiva.

TEMPERATURA:
Al beber un vino, éste entra en contacto con las papilas gustativas del paladar y la lengua. El aumento de la temperatura de la cavidad bucal desprende elementos volátiles que suben por las fosas nasales y que pueden llevar a percibir una sensación ardiente si el vino está a una temperatura elevada.



MARIDAJE VINOS CATALANES:
Un tinto joven de Cataluña con un xató o unos calxots pueden ser buena pareja. Igualmente, un crianza del Penedés donde reina la variedad ull de llebre, con un plato más elaborado da un magnifico resultado. Asimismo, una receta con más ingredientes pide un reserva de un coupage con cabernet sauvignon catalán.

COPA:

Los aromas de flores y frutas de vinos jóvenes suben rápidamente por las paredes internas de una copa, los crianzas exhiben notas más minerales y especiadas que se concentran en el centro de la copa y los aromas más intensos y de madera, más propios de vinos envejecidos, se quedan en la base interior.

TEMPERATURA:
Al beber un vino, éste entra en contacto con las papilas gustativas del paladar y la lengua. El aumento de la temperatura de la cavidad bucal desprende elementos volátiles que suben por las fosas nasales y que pueden llevar a percibir una sensación ardiente si el vino está a una temperatura elevada.

MARIDAJE SOMONTANO:
El gusto se relacionaron las sensaciones que se perciben por la boca, por lo que es importante que a la hora de buscar un vino que acompañe por ejemplo unas típicas chiretas o un suculento recao que además son muy aromáticos, lo emparejamos con un sabroso y equilibrado reserva del Somontano.

COPA: Un tinto con cuerpo y de gran constitución tánica es un vino que puede encontrarse en las zonas elaboradoras aragonesas, en Toro, en grandes reservas catalanes o tintos poderosos del Levante, por citar sólo los más obvios. En ellos, una copa tipo Burdeos ayuda a dirigir el vino hacia el centro de la lengua donde se apreciará mejor, y armoniza los sabores primarios con los taninos y la acidez.

TEMPERATURA:
Un tinto, por lo general, debe beberse entre los 16º y los 18º C. Si la temperatura peca por exceso, la sensación alcohólica es elevada y tapa las virtudes de aroma y sabor.



MARIDAJE CRIANZA RIBERA DEL DUERO:
Un crianza de la Ribera del Duero en compañía una carne con cierta cantidad de grasa, como puede ser un asado castellano, añade una sensación aterciopelada muy agradable a la combinación. Con el queso semi-curado, este tipo de tintos ribereños crean igualmente la misma sabrosa impresión.

COPA:
El vino joven no necesita de grandes rituales para beberse; una copa sencilla de boca ancha es suficiente para degustarlo correctamente. Lo único que no se debe hacer es decantarlo ya que no le hace ninguna falta oxigenarse, ni tampoco tiene necesidad de dejar atrás posibles posos que por edad no los tendrá.

TEMPERATURA:
La más idónea está entre los 15 y 17 º C. Con esta temperatura de servicio no hay margen de error, aunque distintas elaboraciones, requieren de ligeras variaciones. Como no hay leyes escritas infalibles, la experiencia es muy importante para calibrar el punto exacto.



MARIDAJE BARRICA RIBERA DEL DUERO:
Los tintos con un paso de barrica de aproximadamente un año, son vinos que conservan notas de fruta combinados con los aromas de su ligera crianza. Estas dos características son perfectas para acompañar estofados y carnes a la parrilla donde la concentración de sabores es alta. En éste maridaje, es donde mejor se lucen los Riberas del Duero.

COPA:
El tamaño de una copa es importante porque influye en la intensidad y la calidad de los aromas que queremos apreciar. Debe tener una capacidad suficiente como para inhalar cómodamente los aromas que van desprendiendo tras el servicio del vino.

TEMPERATURA:
Al servir un vino tinto de crianza, a una temperatura en torno a 15º C. se está potenciando la sensación equilibrada de alcohol, acidez y dulzor, a la vez que se mitiga la sensación de amargor.


MARIDAJE COSECHA 2OO3 RIBERA DEL DUERO:
La cosecha 2003 en la Denominación de Origen Ribera del Duero, fue calificada como “Muy Buena” por el consejo regulador. Hoy, esta añada se muestra plena de aromas y sabores con una complejidad que la botella ha ido redondeado. Se presenta como gran compañera de platos de cuchara, de guisos de carne y asados.

COPA:
La forma de una copa puede variar el sabor de un vino porque la mayor o menor abertura de la boca, dirigirá el vino hacia un punto u otro del paladar y las zonas donde se reconocen los sabores en la boca, están perfectamente delimitadas y localizados.

TEMPERATURA:
La temperatura hace mucho en la apreciación del vino: a bajas temperaturas la nariz no es capaz de percibir el olor, aumenta la sensación de amargor y aunque disminuye el efecto alcohólico, también solapa la percepción de acidez y dulzor.


MARIDAJE VINOS DE D.O. TORO:
Un vino tinto de variedades autóctonas y de carácter peninsular como un tempranillo, una tinta de Toro, o una tinto fino, darán vinos perfectos para acompañar guisos de cuchara, caza y legumbres.

COPA: El diámetro del borde de una copa determina la forma en que ponemos la cabeza para beber el vino. Las bocas muy anchas obligan a acercarse e inclinarse hacía delante, mientras que las pequeñas, hacen echar la cabeza hacia atrás. Estas posturas conducen el vino hacia una u otra zona de la lengua donde registramos los sabores y hacen que percibamos unos sabores antes que otros.

TEMPERATURA:
Si la botella de vino está demasiado fría cuando llega a la mesa, lo mejor es servir las copas donde rápidamente ganará un par de grados de temperatura para adecuarse a la temperatura ambiente. Esto será suficiente para su correcto servicio.


MARIDAJE V.T. CASTILLA Y LEON:
Los buenos vinos se ven en compañía de platos sencillos porque con éstos, es imposible disimular imperfecciones, defectos y notas discordantes. El enorme potencial aromático de la tempranillo castellana, llamada también cencibel, consigue unos vinos con un aporte frutal que armonizan maravillosamente con la cocina castellana tradicional, las legumbres, cocidos, así como con los embutidos y quesos semi curados y maduros.

COPA:
El 90% de las cualidades de un catador radican en la nariz por lo que hay que servir el vino en copas que faciliten la percepción de aromas, y cuyo peso esté bien compensado para evitar derramar el vino al hacer girar la copa para percibirlos.

TEMPERATURA:
Las alteraciones en la temperatura de los vinos provocan distintas sensaciones. Por esto, no es extraño comprobar como un vino se “comporta” de manera distinta a medida que transcurre el tiempo y va adecuándose a la temperatura ambiente del comedor.


MARIDAJE VALDEPEÑAS:
La ternera, el buey y, en general las carnes sabrosas, se acompañan perfectamente de vinos que tengan buenos taninos y ciertos aromas vegetales y recuerdos herbáceos.

COPA:
Una copa de balón, tipo borgoña, donde su boca es también ancha pero con los bordes ligeramente curvados hacia fuera, es una copa donde el vino gana en luminosidad aunque falsea ligeramente su color, clareándolo.

TEMPERATURA:
Los vinos tintos con cierta edad no deben sobrepasar los 18º C. porque los aromas desarrollados en su fase de envejecimiento, son más delicados y pueden apagarse a temperaturas más altas.


MARIDAJE LA MANCHA:
Los crianzas de la D.O. La Mancha han demostrado ser vinos complacientes, gustosos y con muchas características positivas que, además envejecen muy bien y ganan en complejidad. La alianza más tradicional de un gazpacho manchego con un crianza del mismo origen no tiene rival.

COPA:
Las copas labradas o de color son muy decorativas, pero no benefician la valoración de los vinos. El color de un vino habla de la edad, el momento de evolución en el que está y la limpidez y brilo de su vivacidad. Toda esta información que recibimos a través de la vista; en copas tintadas p biseladas, nos llevarían a confusión.

TEMPERATURA: Aparte de la temperatura de consumo de un vino, conviene tener en cuenta la temperatura del momento en que se va a beber un vino. En verano, no apetecen los vinos envejecidos y en el otoño e invierno, sin embargo se agradecen los vinos con una crianza más prolongada.


MARIDAJE VARIOS EXTRANJEROS:
Hasta no conocer las cualidades de un vino no se puede saber con que alimento casa mejor. Lo que sí es preciso es jamás acompañarlo de platos elaborados con vinagre, sabores amargos como el apio, las alcachofas, o los berros; o platos excesivamente especiados.

COPA:
Lo más interesante de probar vinos distintos es descubrir aromas, sabores y sensaciones diferentes. Una copa de tamaño medio, con un cuerpo amplio, permite revelar los aromas primarios, propios de la uva, al agitarla. Si se repite el movimiento, se potencian los aromas secundarios, propios de la elaboración y, por ultimo, otro movimiento más, evidenciará los aromas propios de la crianza.

TEMPERATURA:
Cuando se trata de catar un vino, conviene hacerlo a la temperatura recomendad exacta, para que no sea la temperatura la que lleve a una impresión equivocada.


MARIDAJE VARIOS EXTRANJEROS:
Lo que peor sienta a los vinos tintos es acompañarlos de alimentos amargos o astringentes, como la berenjena si no está bien preparada, la escarola, o los pepinos y el apio. Con los salados hay que tener cuidado también, porque si el arte del salazón no está equilibrado, el vino aparecerá acre.

COPA:
Una cuestión a tener en cuenta es que los vinos tintos, por su alto contenido alcohólico, piden ser servidos en copas grandes, mientras que los vinos blancos, se lucen más en una copa más pequeña donde se realzan las notas frutales.

TEMPERATURA:
Los vinos jóvenes, con menos cuerpo y que no han pasado por barrica, se beben a temperaturas más frescas que los vinos de más edad y que han permanecido en barrica de madera para su crianza.



MARIDAJE VINOS D.O. JUMILLA:
Los crianzas de l a D.O. Jumilla han demostrado ser vinos complacientes, gustosos y con muchas características positivas que, además envejecen muy bien y ganan en complejidad. La alianza más tradicional de un gazpacho manchego , arroz con conejo y caracoles o simplemente carne a la brasa, con un crianza del mismo origen no tiene rival.

COPA:
Las copas labradas o de color son muy decorativas, pero no benefician la valoración de los vinos. El color de un vino habla de la edad, el momento de evolución en el que está y la limpidez y brilo de su vivacidad. Toda esta información que recibimos a través de la vista; en copas tintadas p biseladas, nos llevarían a confusión.

TEMPERATURA:
Aparte de la temperatura de consumo de un vino, conviene tener en cuenta la temperatura del momento en que se va a beber un vino. En verano, no apetecen los vinos envejecidos y en el otoño e invierno, sin embargo se agradecen los vinos con una crianza más prolongada.



VALENCIA:
Los vinos valencianos cubren un amplio espectro de matices y tipologías. Los más característicos se elaboran con monastrell, bobal y garnacha. Son sabrosos, redondos, cálidos y con notas de fruta madura como en Valencia, o con más nervio como en Utiel-Requena. Los aromáticos rosados, de hermoso color y claro carácter mediterráneo, son frescos y envolventes. Tantos vinos como arroces, se suele decir y, en general, para acertar con el maridaje se debe atender a los ingredientes. Para un arroz de mar y montaña u hortelano; desde un blanco ligero, de macabeo o merseguera, un moderno chardonnay, o un rosado o tinto joven, afrutado y fresco. Una paella con su garrofó y azafrán, gana majestuosidad con un gran reserva de Utiel-Requena o un reserva de la D.O. Valencia. Ambos untuosos y de larga persistencia..



MARIDAJE VINOS DULCES: El chocolate deja de ser enemigo del vino cuando está en compañía de uno dulce. La combinación de ambos termina siendo una alianza suntuosa, acariciante, donde tanto el vino como el chocolate ganan en matices y texturas.

COPA:
La copa conocida como de oporto; pequeña, redonda y de tallo alto, es muy indicada para los vinos dulces. En general, una copa pequeña cuyo tallo permita sujetarla cómodamente es una buena elección para los vinos de postre.

TEMPERATURA:
La temperatura de consumo de un vino dulce no debe sobrepasar los 8º o 9º C. porque, si es mayor, termina resultando pesado.


MARIDAJE CAVAS:
Un vino extraordinario para la antesala de una comida, es el cava. Sus notas características gana en compañía de los aperitivos salados y sus virtudes de ligereza, sabor y persistencia se ven reforzadas con salsas y preparaciones cremosas. Todo esto, sin olvidar que es un gran amigo de pescados y carnes blancas durante una comida.

COPA:
Una copa tipo flauta es la más indicada para degustar un espumoso. En ella se observa perfectamente el ascenso de la burbuja y no se dispersan los aromas delicados que estos vinos tienen.

TEMPERATURA:
La potenciación del carbónico para el desarrollo de aromas en un vino espumoso permite consumirlos más fríos que un vino tranquilo blanco. La temperatura de consumo idónea está entre 4º y 6º C.

VIVENDO EN UN POEMA

Así como un verdor en el desierto,
con sombra de palmeras y agua caritativa,
quizás ser tu amor lo que me sobreviva,
viviendo en un poema después que yo haya muerto.

En ese canto, cada vez más mío,
voces indiferentes repetirán mi pena,
y tú has de ser entonces como un rastro en la arena,
casi como una nube que pasas sobre un río...

Tú serás para todos una desconocida,
tú que nunca sabrás cómo he sabido amarte;
y alguien, tal vez, te buscará en mi arte,
y al no hallarte en mi arte, te buscará en mi vida.

Pero tú no estarás en las mujeres
que alegraron un día mi tristeza de hombre:
Como oculté mi amor sabré ocultar tu nombre,
y al decir que te amo, nunca diré quién eres.

Y dirán que era falsa mi pasión verdadera,
que fue sólo un ensueño la mujer que amé tanto;
o dirán que era otra la que canté en mi canto,
otra, que nunca amé ni conocí siquiera.

Y así será mi gloria lo que fue mi castigo,
porque, como un verdor en el desierto,
tu amor me hará vivir después que yo haya muerto,
pero cuando yo muera, ¡tú morirás conmigo!

LA SIEMBRA

Alza la mano y siembra, con un gesto impaciente,
en el surco, en el viento, en la arena, en el mar...
Sembrar, sembrar, sembrar, infatigablemente:
En mujer, surco o sueño, sembrar, sembrar, sembrar...

Yérguete ante la vida con la fe de tu siembra;
siembra el amor y el odio, y sonríe al pasar...
La arena del desierto y el vientre de la hembra
bajo tu gesto próvido quieren fructificar...

Desdichados de aquellos que la vida maldijo,
que no soñaron nunca ni supieron amar...
Hay que sembrar un árbol, una ansia, un sueño, un hijo.
Porque la vida es eso: ¡Sembrar, sembrar, sembrar!

jueves, 26 de noviembre de 2009

QUIEN SE ACUERDA DEL CAMPO?

Con la autoridad de quien nació y se crió en una familia que ha vivido, (aunque tal vez debiera decir sobrevivido) del campo, hablo sobre la protesta con la que el fin de semana pasado, los agricultores tomaron el centro de Madrid para reclamar precios más justos y hacer visible la agonía de un sector tan básico como maltratado. Lo hago también con la fuerza moral que da haber sido testigo de cómo una tormenta de pedrisco, una helada o un largo periodo de sequía acababan, además de con el trabajo de todo un año, con el sustento familiar. Y con la rabia de quien ha visto llorar de impotencia a sus padres, mientras los consorcios de seguros (si es que existían), racaneaban un par de puntos porcentuales en la inmensidad de una tragedia ante la que el gobierno de turno se cruzaba de brazos. Reflexiono sobre las miserias que han sacado a la calle a este colectivo de natural pacífico y sufridor, desde la constatación en tiempo real del desplome de unos precios que, en el tránsito hasta el consumidor, pueden acabar multiplicándose por mil sin que nadie mueva un dedo. Con la legitimidad que da haber compartido la angustia por no llegar a fin de mes, después de jornadas de sol a sol sin más horizonte que la tierra y el cielo. Me acerco al justificado enfado de estos productores desde la experiencia en carne propia del sacrificio que conlleva obtener un kilo de patatas, un racimo de uvas o unas hebras de azafrán. Desde la perspectiva que dan los años de gobiernos de todos los colores sordos a los reclamos de unos trabajadores tradicional e injustamente olvidados. Desde el balance de demasiadas promesas incumplidas, tanto por los que ahora son el blanco de las quejas, como por los que se acercan hasta la cabeza de la manifestación para convertirse en defensores a tiempo parcial, y por interés propio, de las gentes del campo. Y lo hago desde el enfado de intuir que, pese a todo, protestas como la de ayer no sirven en realidad para nada.

EL ADELANTO DE LA PRIMAVERA

No me lo podía creer. Nada más levantarme y asomarme a la ventana las vi brillar como estrellitas recién caídas del cielo, espejeando como escamas de imposibles peces mágicos bajo la luz, todavía tímida y contenida, del primer sol mañanero. Ciertamente no eran una eclosión total y absoluta, un desparrame incontenible de natas hernandianas; pero sí un pespunteo de nácares recién amanecidos, unos desplegados ya en pétalos arrogantes, otros encogidos aún sobre sí mismos en apretado y sedoso botón. No me lo podía creer, pero era cierto: en los bancales han empezado a florecer los almendros. Y ya que estamos en fin de semana vosotros mismos podéis salir a comprobarlo, distracción más barata para tiempos de crisis que un paseo por el campo no lo vais a encontrar.
Os sugiero hacer lo que yo, que tiré de móvil sin pensármelo dos veces y me arrimé a los árboles para recoger en primer plano una de las tempranas flores de almendro, tan a destiempo brotadas. Estos aparaticos son chivatos así que, mientras no borre la imagen para liberar espacio, allí está grabada la fecha inusual de esta hermosura: 24 de noviembre, un día para mi importante al celebrar mi sesenta y tres cumpleaños, a justo un mes de Nochebuena. La memoria más temprana que guardo de la floración de los almendros fue justamente un 24 de diciembre, en el que con total inconsciencia sentí una alegría irreprimible al contemplar tan inesperado regalo, que ni siquiera había que colgar en ningún árbol de Navidad porque venía incorporado a su propio árbol, el de todo el año. Me despertó mi padre y pese a ser muy temprano me hizo salir para disfrutar del milagro, aunque fuera renegando por el madrugón. Pero no habían pasado dos semanas cuando cambió repentinamente el tiempo, y después de una noche de belleza rotunda que cortaba el aliento, con un cielo negrísimo claveteado de estrellas que alumbraban como millones de faroles de plata, llegó el cataclismo. Porque después de aquella noche rasa, transparente, purísima, el campo amaneció con una espesa costra de escarcha endurecida y los árboles, bruscamente encanecidos, supieron que toda su arrogancia floral había sido condenada a morir cuando apenas había empezado a nacer.
Durante lo poco que quedaba de diciembre y durante todo enero y parte de febrero, exceptuando alguna escasísima etapa pasajera de blandura, todas las noches heló. Todas las mañanas amanecieron blancas. Y todo lo que había venido al mundo antes de su tiempo natural (flores, frutos, insectos, pájaros), murió de forma tristísima arrasado por las escarchas, rajado y aniquilado por el implacable filo verdugo del hielo. Así que aquel año, al llegar la primavera, en las ramas verdecidas de los árboles no alcanzó a sobrevivir ni una sola esperanza de almendra, porque no hubo una sola flor capaz de cuajar el fruto.
De manera que este año, que ni siquiera ha habido que esperar a diciembre para que los árboles latan desorientados por una climatología en la que el calentamiento global ya es algo más que una fantasía de agoreros, los almendros se han dislocado suicidamente, y se han echado a florecer cuando deberían permanecer todavía en letargo, haciendo acopio de savias y jugos para alimentar la futura plenitud frutal. Una plenitud nonata, abortada, condenada a una muerte segura porque los fríos llegarán, y caerán las escarchas, y los hielos acuchillarán las ramas de los almendros llevándose por delante hasta el último rastro de flor.
No sé por qué, el sinsentido de esta temprana floración inútil me ha llevado a pensar en esas adolescentes, esas niñas, sorprendidas por un embarazo no deseado antes de su tiempo natural. Y en esos pétalos de nácar y esos botoncitos de seda que, por las leyes lógicas de la naturaleza, están condenados a morir acuchillados por el hielo. A lo mejor, si a esas niñas se les hubiese hablado más (y sin tanta hipocresía) de sexo, sus vientres no se habrían echado a florecer tan temprano. Y, en consecuencia, las flores podrían haber llegado a ser fruto.

sábado, 7 de noviembre de 2009

A TÍ MUJER MALTRATADA

A ti, mujer maltratada
sangre de amor derramada,
puños cerrados desafiantes
crujidos de cama rasgada,
desgarros de ayes nocturnos
dolor, miedo, rostros desafiantes...
y muerte esperando su turno.

Lágrimas por ti derramadas
¡compañera de mi alma!,
odio las manos alzadas
cubro de seda tu cama,
vuelvo tus ayes a la calma
y hago de tu voz mi proclama.

Demonios que disfrazados
fuisteis de amor bebedores,
de amores hoy desgarrados
que sangran a borbotones,
mientras sois navegadores
de esos ríos desbordados.

No olvides jamás varón,
que, en cada "hazaña tuya",
destrozas mi corazón.
maldigo tu proceder,
que tu sexo no me incluya,
antes que hombre, mujer

Usas tus manos para herir
yo para tenderlas a la mujer,
tú, para ahogarla hasta morir
yo para enseñarlas a querer,
tú para cortarles sus tallos
yo, para ayudarlas a vivir.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

SOY FELIZ SIENDO UN INDOCUMENTADO

Allá por los primeros 70, Gabriel García Márquez publicó un libro de título harto explícito: "Cuando era feliz e indocumentado". Como sucede con frecuencia en los escritores que se reparten entre literatura y prensa, alternando ambas dedicaciones o superponiéndolas, la obra no es otra cosa que una recopilación de artículos ya publicados sobre los más dispares y variopintos temas, como corresponde al vasto campo que abarca el mundo periodístico.
O sea que, salvando las enormísimas distancias entre don Gabriel y servidor, es algo parecido a lo que el bueno de Mariano Selles, librero y editor inasequible al desaliento, me lleva pidiendo ya ni sé cuántos años con encomiable e infinita paciencia: lo que en mi pueblo llamarían "un juntao y pegao de sucedíos y pensamientos mentales". Y el título del de García Márquez viene a incidir en lo que el que más y el que menos nos hemos visto obligados a reconocer alguna vez: que cuanto menos sepas de lo que te rodea más a gusto vivirás, o lo que es lo mismo: que cuanto más indocumentado seas, más posibilidades de ser feliz tendrás. Aunque no sea más que por aquello tan manido del refrán de "ojos que no ven, corazón que no siente".
Ahora bien, lo realmente perverso de esa actitud surge cuando, voluntariamente y con empecinamiento digno de mejor causa, el personal se obstina, no ya tanto en no ver ni saber (y por lo mismo no reconocer ni aceptar) unos hechos, cuanto en negarlos contra viento y marea con el mayor de los bríos y el más escandaloso de los acaloramientos. Por no mentar cuando, con un descaro y una desvergüenza que harían enrojecer hasta a las montañas, a esos mismos hechos a todas luces cualquier cosa menos edificantes y admirables se les da limpiamente (o mejor dicho, suciamente) la vuelta, con la artera intención de que lo miserable parezca honroso, y lo punible, premiable. Y buscando, de paso, cabezas de turco (seguramente no mucho más culpables que otras, y a lo mejor bastante menos) sobre las que descargar responsabilidades. No sé si me entienden, imagino que sí.
Aquí el que suscribe, con la que ya ha caído, la que está cayendo y la que queda por caer, lo que mayormente se le cae es la cara de vergüenza; ajena, sí, pero tan próxima que no queda más remedio que asumirla siquiera en parte porque los pueblos, las naciones, las comunidades autónomas, los municipios y hasta las pedanías tienen su ración de responsabilidad en lo que sus jerifaltes hagan y deshagan. Ya que, por si alguien no había caído en ello, con las urnas los han (los hemos) autorizado a hacer y deshacer. Al igual que, con las herramientas legales que la democracia proporciona, cuando una trayectoria política no responde a las expectativas que en ella se habían puesto fundándose en los compromisos y promesas de las campañas electorales, se puede (es más: se debe) levantar al político de su poltrona quiera o no quiera, es decir, con su aquiescencia o por la fuerza, colocar en el puesto a otro que lo haga mejor, y aquí paz y después gloria. Lo que pasa es que eso, por las muestras, con la Comunidad Valenciana no es que rece mucho que digamos.
De manera que es, como poco, entristecedor recibir noticias de alguien que ahora mismo anda moviéndose entre Buenos Aires, Méjico DC y la Patagonia (o sea, por aquí al ladito), en el cual nos dice que "lo que de verdad asombra y acojona es comprobar que los valencianos andan diciendo que, se descubra lo que se descubra con lo de la trama Gürtel, y aunque se demostrara que del más alto al más chico está pringado hasta el lucero del alba, la intención de voto a favor del PP no sólo no decae sino que aumenta". Claro, hace unos años lo primero que una hubiera pensado habría sido: ¿y tú como lo sabes, si te pilla tan lejísimos y las novedades se están superponiendo con la velocidad del rayo? Pero es que estamos en la era digital, lo cual que prácticamente al tiempo de que las cosas estén pasando la noticia ya ha dado tres veces la vuelta al mundo y la ha desmenuzado y comentado media Humanidad, tirando por lo bajo.
¿Quiere eso decir que esa media Humanidad esté documentada? Pues tampoco. Sobre todo, porque no quiere estarlo: prefiere seguir en la inopia. O fingir que sigue en ella, que al cabo es igual de cómodo y da los mismos resultados (buenos, por regla general). Así que me estoy planteando aprender a poner cara de pánfilo, hacer como que me creo a pies juntillas todo lo que afirmen y aseguren los que manejan el poder (cualquier poder, me refiero), y mirar para otro lado tarareando la musiquilla de "Heidi" cuando los enjuagues, intercambios de cromos y pagos de servidumbres múltiples afloren a la luz con más claridad que el sol de mediodía. Lo malo es que a estas alturas no sé yo si seré capaz de aprender. O sea que me temo que por mucho que me empeñe yo no voy a poder ser feliz ni por chamba, ea, qué le vamos a hacer.

domingo, 25 de octubre de 2009

17 DE OCTUBRE, DÍA DE LA POBREZA.

La reconocerán al primer golpe de vista por la infinita tristeza de sus ojos: por la torpeza con que alarga la mano para mendigar, inexperta en tales lances humillantes; por el desamparo de su figurilla enclenque, como a punto de romperse, sin un gramo de grasa ni una mancha en la ropa; por la desolación de su gesto al recontar la exigua recaudación, evaluable en céntimos, que ha logrado reunir en un par de horas junto a las puertas del Hospital General.
No puedo consentir que nadie le haga fotografías para plasmar su tragedia desconocida, de esas que, por pudor y decencia, no saltan a la arena del circo de los realitys televisivos. Tragedia de andar por casa, o mejor dicho por cuarto alquilado de pensión seguramente sin declarar en Hacienda, porque Hacienda somos todos, pero unos menos que otros, y en los tiempos que corren, ya se sabe. Sé perfectamente que la garra y el morbo y el gancho de una crónica de tipo humano está en la foto, que la imagen de María con su mano extendida a las puertas del Hospital no necesitaría de mis comentarios. Lo sé. Pero me niego, alguien tendrá que velar para que entre todos no terminemos de pisotear las últimas hilachas de dignidad que le quedan.

María tiene 25 años. Y una niña de 4 de la que el padre se desentendió antes de que naciera, hay muchos hombres así: aquí te pillo, aquí te preño, aquí te abofeteo cada vez que vengo con mal vino, que es una noche sí y la otra también, aquí te parto el lomo a puñetazos y si alguno te cae en la barriga, ya hinchada de ocho meses, pues a joderse tocan y no haber sido respondona, las tías es que no tenéis enmienda, cagondiós. Así que María, con su niña arrugadita de miedo dentro de la barriga y sus moratones en la piel y en el alma, un día abrió la puerta y se fue. Total, ni aquel bestia era su marido ni se iba a ocupar de la criatura, más se perdió en Cuba.
Lo cual que, para María, desde mucho antes de nacer su niña fue principio y fin de todas las cosas, razón de vida y faro de esperanza. Porque a ella, cuando nació, su madre la abandonó en un orfanato y su padre tampoco hizo nunca nada por buscarla. Así que desde su cuna inclusera María sabe mejor que nadie lo que es la soledad, y la falta de caricias, y el no dormirse acurrucada contra una teta tibia, y el no sentir el roce de pluma de un beso en la raíz del pelo justo antes de apagar la luz. Y porque lo sabe también quiere que todo eso lo tenga su hija, y desde que nació se lo ha dado, y se lo piensa seguir dando hasta que sea mujer crecida y aún después, si puede.
De manera que María, mientras no ha apretado la crisis, ha mantenido bien a su niña. Trabajando. Sin puteos, sin drogas, de frente y por derecho. Trabajando. Pero hace ya meses que no le dan curro, se le están acabando los ahorros y la asistenta social, en vez de gestionarle una ayuda, le ha dicho: pues nos llevamos a la niña a un colegio y en paz. Así que María de la asistenta social ya no quiere ni oír hablar.
El que se ha muerto hace seis meses de un cáncer malo ha sido el padre de María. Aquí, en el Hospital. Y ella, que ya de mayor lo buscó y lo perdonó, ha estado a su lado hasta el final, como hacen las hijas a las que su padre protegió siempre. Pero él se ha muerto, y ella está sola otra vez.
Le vi al vuelo esa soledad el otro día, entrando a desayunar en la cafetería del Hospital. ¿Me acepta que la invite a desayunar? “Si usted quiere…” Le pedí el bocadillo más grande que había, pero no lo tocó: “lo guardo mejor para cuando mi niña vuelva del colegio”. Le pedí otro, y un bollo. No quería. Se echó a llorar: “¡me da tanta vergüenza pedir”…! Porque ha echado solicitudes de trabajo en mil sitios, para hacer lo que sea y por lo que sea, y nada. Sepan, por si no os acordáis, que el otro día fue el Día de la Pobreza. Y saber que la pobreza tiene ojos. Por ejemplo los de María, mater dolorosa. Buscarla cuando paséis por el Hospital. Y a poder ser, marcaros un bocadillo de tortilla para que la niña pueda comer, que eso no arruina a nadie. María si no come es lo mismo: ya está hecha a ello y, total, otro día en ayunas que más dará.

miércoles, 21 de octubre de 2009

¡NO PUEDO OLVIDAR!

Puedo acariciar tu mano sin que tiemble la mía,
y no volver el rostro para verte pasar.
Puedo apretar mis labios un día y otro día…
y no puedo olvidar.

Puedo mirar tus ojos y hablar frívolamente,
casi aburridamente, sobre un tema vulgar.
puedo decir tu nombre con voz indiferente…
y no puedo olvidar.

Puedo estar a tu lado como si no estuviera,
y encontrarte cien veces, así, como al azar…
Puedo verte con otro, sin suspirar siquiera,
y no puedo olvidar.

Ya ves: Tú no sospechas este secreto amargo,
más amargo y profundo que el secreto del mar…
Porque puedo dejar de amarte, y sin embargo…
¡no te puedo olvidar!

domingo, 18 de octubre de 2009

LAS INTERRUPCIONES

A menudo me asombro de poder acabar cualquier texto, de tener la casi imposible tranquilidad necesaria para concentrarme en su desarrollo y llegar al final. En cierta medida, la historia de la escritura consiste en la historia de los esfuerzos del escritor por conseguir aislarse de todos aquellos elementos que amenazan con no dejarle escribir. Una verdadera vocación literaria también es la aptitud para saber dejar a un lado los mil estímulos, las mil tentaciones, las mil molestias que pretenden que una vocación literaria no se cumpla. Sin necesidad de caer en la paranoia (pero sí en una cierta hipérbole muy veraz), se podría decir que el universo conspira contra el arte, contra el artista. El mundo, aunque los disfruta y los reclama, jamás facilitará la tarea del artista y del arte, porque está acostumbrado a que ambos obren contra los elementos, a pesar de las dificultades, frente a las adversidades.
Se diría que los escritores, que por lo común trabajan robándole el tiempo que no tienen a su misma vida, deben defenderse de la vida misma, que conspira para robarles ese escaso tiempo.
A veces he soñado con el imposible de conocer la intrahistoria de la redacción de algunas obras maestras; es decir, con estar al tanto de las interrupciones que las retrasaron, que las molestaron, que a punto estuvieron de conseguir que no existiesen (pero que a la vez, por paradójico que parezca, también contribuyeron a su existencia, porque la literatura también supone una forma de sobreponerse a todo lo que significa su obstáculo, su perdición). ¿Cuántas veces, por ejemplo, abandonó Dostoievski sus novelas para abismarse en los garitos de juego de San Petersburgo (y que por otra parte lo obligaban a escribir a destajo para pagar las deudas contraídas)? ¿Cuántas borracheras de Faulkner, cuántas resacas, le hicieron levantarse de la mesa y dejar su vieja Underwood a un lado (esas resacas y borracheras que, por otro lado, dotan a su fraseo, a su estilo y a su visión del mundo de una cierta pátina alucinada y alucinatoria que le son tan sustanciales)?
A mi manera, practico una variedad muy modesta de la escritura interrupta. En realidad, vivo permanentemente interrumpido, y de vez en cuando consigo escribir algo, para ser justos con la proporción, esa magnitud que suele convertir nuestra vida en desproporcionada. Me interrumpen mis hijos, que siempre tienen una necesidad inaplazable, que da paso a otra no menos urgente, y así hasta el infinito. Me interrumpen los ruidos: ¿Por qué siempre hay una vecina que conoce todos los éxitos del verano de todos los veranos? ¿Por qué siempre hay un vecino de obras en su casa?, ¿Por qué siempre en la finca hay una niña que practica escalas con el clarinete? Me interrumpe el teléfono: si ya sé que lo podría descolgar, pero entonces me interrumpiría la preocupación de estar incomunicado. Me interrumpe mi mujer para planificarme el día y recordarme cien obligaciones: ya sé que me podría divorciar, pero entonces me interrumpiría la peor de las interrupciones: la infelicidad. Me interrumpo yo; la conciencia es una fábrica de estorbos: ya sé que me podría suicidar, pero en este caso me interrumpo y prefiero estar vivito para seguir escribiendo el tiempo que me dejen.

LA RUTINA

La mayoría de personas vivimos nuestro día a día acompañados por la rutina y, sobre todo, sometidos al totalitarismo impuesto por un reloj, que como buen tirano, nos impide pensar. Y es que la reflexión no sólo necesita de libertad, sino también de tiempo. Así las cosas, las prisas se han convertido en las cadenas de nuestros días; y, paralelamente, la dependencia de la agenda, del teléfono móvil o de Internet, en una nueva forma de esclavitud. Nos levantamos a la misma hora (aunque no tengamos nada importante que hacer a esa hora), fijamos un tiempo para comer, para cenar e incluso para leer, y programamos nuestro ocio con tanto tiempo de antelación que, en muchos casos, llegado el momento, las apetencias iniciales ya han pasado a mejor vida.
Al final, la tiranía del tiempo impone una planificación de las cosas más cotidianas, de aquellas pequeñas cosas que diría Serrat, y hasta una comida familiar o un café con un viejo amigo, se ven obligados a pasar por el sesgo de una agenda y, por tanto se transforman en rutina y nos convierten en seres muy predecibles a corto e incluso a largo plazo.
Sin embargo, un buen día el olor a tierra mojada y la imagen de varios niños jugando frente al cobertizo de una vieja casa de campo, te devuelve a ese tiempo en el que no existían ni relojes, ni agendas, ni teléfonos móviles, ni Internet. Eran tiempos en los que tampoco eran necesarios porque la luz del día marcaba los tiempos, la programación de la jornada se improvisaba sobre la marcha, sin necesidad de acudir a un aburrido dietario y sólo la lluvia tenía la capacidad de frustrar los planes, las voces de los abuelos y de los padres hacían las veces del teléfono móvil, y no había ningún tipo de dependencia hacia la pantalla del ordenador porque un par de ramas caídas de los árboles y cuatro piedras tenían la capacidad de recrear un mundo de corsarios, de princesas y de dragones. Es entonces cuando te das cuenta de que las hojas del calendario han ido cayendo poco a poco, apenas sin darte cuenta, y que la obsesión por el futuro se ha impuesto en su particular batalla contra el presente, pero también contra el pasado.

viernes, 16 de octubre de 2009

VOLVER A EMPEZAR...

He esperado cerca de dos meses intentando que la depre pos-vacacional pasara, para entretenerme con estos comentarios, y es que quien más y quien menos, “todos volvemos al cole”, no solamente los más pequeños y los jóvenes; cada uno tiene su septiembre particular a la vuelta de las vacaciones. Para una gran parte de la población, no son estas las mejores fechas para mantener arriba el ánimo. A ello ayuda, y no poco, la crisis (esta crisis está en todas partes), las cartas de la entidades financieras que nos recuerdan los gastos diferidos del verano, la vuelta al trabajo si es que aún lo conservamos…
Es un buen momento para volver a nuestros mejores propósitos, empezando por los más pequeños, porque la esencia de la vida está hecha de mucho pocos.
Fijémonos en un día cualquiera que hayamos sentenciado a priori, al levantarnos por la mañana. En el transcurso de las horas, aparece el apoyo de un compañero del trabajo, la inesperada llamada de alguien que siente nuestra ausencia y quiere saber de nosotros en forma de compartir un café… Signos pequeños, pero imprescindibles que hablan un lenguaje que estamos perdiendo, abrumados por tantas cosas que impiden el disfrute de la sonrisa dibujada en los ojos de nuestro interlocutor, la ausencia de juicios de valor donde esperábamos un reproche o una simple palabra amable cuando más la necesitábamos. Cualquiera puede reescribir una jornada que habíamos tachado anticipadamente.

Ningún periódico ha publicado recientemente que un marido llamó a su mujer para preguntarle cariñosamente qué tal le va en su primer día de vuelta al trabajo. Ni tampoco que una madre agotada tras una dura jornada, le leyó un cuento a su hija para que se durmiera rodeada de cariño. Ni tampoco el efecto que tuvieron estos gestos en los destinatarios…
La actitud generosa en el trato con los próximos educa nuestros menguados límites impuestos, quizá porque toda generosidad, por pequeña que sea, aumenta la autoestima.
Nadie nos va a ahorrar el esfuerzo por recuperar la normalidad en medio de la vorágine cotidiana que nos ha tocado en suerte, pero es posible hacerlo menos difícil cuando se afronta con un ojo puesto en los demás. Y septiembre suele ser un mes propicio para agrandar fantasmas en nuestras relaciones cotidianas en la medida que nos vemos como agentes pasivos sin capacidad para influir en nuestro alrededor.
Sin embargo, a pesar del tiempo glacial en que nos ha tocado vivir, influimos en los otros más de lo que sospechamos. Nuestro contacto con los demás transforma a otras personas. Para bien y para mal. En el curso de nuestra vida cotidiana, tenemos la oportunidad de influir en los demás y en nosotros mismos, y por consiguiente, de cambiar el mundo, el pequeño mundo que podemos abarcar cada día. Nadie está excluido de esta posibilidad (tan ligada a la autoestima) mientras pueda despertarse cada mañana ¿Qué otra cosa es triunfar sino acertar en nuestra respuesta? No me parece una mala lección para el nuevo curso que acaba de empezar.

jueves, 1 de octubre de 2009

COMO TODOS LOS SEPTIEMBRES...

Puntuales y exactas, como todos los años se han presentado las lluvias en nuestra comunidad reclamando una vez más sus caminos reales, antiquísimo derecho que la madre tierra les reconoció desde tiempo inmemorial, firmándolo a perpetuidad con tinta indeleble de violentas espumas desbocadas. Y, como todos los septiembres, las aguas han ido dejando a su paso un reguerón de destrozos, un desconsuelo de cimientos arrancados de cuajo, una infinita angustia de viviendas inundadas, garajes convertidos en lagos, calles condenadas al desastre por la irresponsable construcción de muros que se transforman en diques suicidas, encajonando el caudal de la lluvia y haciéndolo subir de nivel hasta cotas de verdadero pánico.

Como todos los septiembres, miles de ojos temerosos han pasado horas pendientes del cielo, siguiéndoles el rastro lívido a los zurriagazos terribles de los rayos, calculando la distancia del núcleo central de la tormenta por el tiempo transcurrido entre la fogarata del relámpago y el estallido tremendo del trueno, más largo y rodante cuanto más lejano, más breve y espantoso cuanto más inmediato. Miles de agricultores han estado calculando el tamaño y la fuerza de las gotas con el estómago encogido y el corazón en un puño, temblando ante la posibilidad de una mutación repentina en la que la lluvia, de golpe y sin avisar, se vistiera de pedrisco inclemente con su larga cola de encajes destructores bordados de miserias. Miles de mujeres que tenían fuera de casa a alguien de la familia, han sentido estrujárseles la garganta por un dogal áspero de inquietudes difusas, las mujeres ya se sabe, en habiendo un peligro que pueda amenazar a los suyos ellas lo presienten tal que si fueran brujas, esos puentes subterráneos, esos túneles, esos vados modernos, esas vaguadas…

Porque lo malo de las lluvias violentas, esas como las recién pasadas que llegan de septiembre en septiembre, es que su potencial de destrucción se nos olvida de una año para otro. A lo mejor por eso se nos caen los palos del sombrajo, de pura desesperación, a los que no tenemos capacidad de decisión alguna a la hora de trazar las infraestructuras que ciegan barrancos y bloquean las salidas naturales del agua, que permiten la construcción de viviendas en avenidas donde a poco que llueva rápidamente se anegan. Pero aún no ha pasado septiembre. Aún estamos en plena época de riadas, de lluvias torrenciales, de gotas frías, de tormentas rabiosas… Aún no ha pasado “la Sanmiguelá”.

De la Sanmiguelá podéis preguntarle a cualquier huertano de la ribera, y que os cuente lo que es ir con los chiquillos subidos en el carro, la mujer y la agüela empujando, la burra con las patas empantanadas en el engrudo del barrizal, y el rugido, más ronco y profundo que el de un dragón infernal, de la riá que viene bajando en la oscuridad, a media tarde pero con el cielo ennegrecido de tempestad, la riá que viene, que rula sierras abajo que ya está encima mismo, Virgencica, que llega, y el carro con la burra que no hay forma humana de desatrancarlo, y donde estará Santa Bárbara, con estos rayos y estos truenos y este miedo, ahora que tanta falta nos hace su protección.

No, aún no ha pasado la Sanmiguelá. Ni tampoco es menester que se presente para que corran riesgo, riesgo de muerte, los que alegremente se aventuran por carreteras comarcales, y hasta por autovías, cuando se rompen los cielos y desploman toda su fuerza sobre la tierra, ya incapaz de absorber más liquido, las aguas desmadradas, buscando sus caminos reales. Porque el agua, y eso la sabe el labrador más analfabeto, no entiende de escrituras. No sabe, ni quiere saber, de contratos con urbanizadoras, ni de promotores, ni de planos, ni de ingenieros. El agua busca siempre sus caminos. Y siempre acaba encontrándolos para ir por ellos. Por las buenas, o por las malas.

Tal vez por eso, a los del campo (y a los de ciudad), nos da tanta lástima y tanta rabia el empecinamiento de los que mandan en cerrar los ojos a la realidad, empeñándose año tras año en proyectar y construir sin respeto ninguno hacia los caminos reales del agua. Porque no habría que gastar ni un euro de los fondos públicos en reparar, año tras año, los destrozos del agua: con dejarle libre su espacio natural, todo resuelto. Y encima, gratis.

viernes, 18 de septiembre de 2009

LAS BOLSAS "CACA"

No seré yo quien me descuelgue poniendo a parir a esa cadena comercial que, a su vez, se ha descolgado con la encomiable iniciativa (publicitada a bombo y platillo, por supuesto) de ir suprimiendo una parte de esos plásticos que, bajo las más diversas formas, contribuyen poderosamente a envenenar un poco más nuestro sufrido planeta, a punto ya o casi de reventar definitivamente de una indigestión de mierda enconada.
Y no la voy a poner a parir (a la cadena comercial, digo) porque siempre es de agradecer que alguien empiece a plantearse ir suprimiendo porquería, sobre todo si es de las que tardan la friolera de de 400 años en desintegrarse; que parece ser que es lo que viene tardando en desaparecer una bolsa de plástico de esas que nos dan cuando compramos algo, lo que sea, en cualquiera de los grandes (o pequeñas) superficies comerciales sin las que ya no somos capaces de vivir.
Y siempre es de agradecer, digo, aunque se antoje meridianamente claro que semejante decisión tan ecológicamente beneficiosa no ha sido tomada basándose en parámetros de ética medioambiental, por así decir, sino posiblemente la misma sea debida a la “iluminación” de algún gran directivo (los grandes directivos jamás descansan) que en alguno de sus paseos por el campo, en su segunda, tercera o cuarta residencia, vio una bolsa de plástico colgando de un árbol y clamó al cielo al deducir que eso era la causa real del cambio climatológico. Automáticamente pensó, “aquí hay negocio vamos a darle publicidad al tema”, porque verdaderamente los criterios que sustentan esta publicidad con tan drástica decisión son meramente económicos. Vamos, que no suena mucho lo que se dice a casualidad que sea justamente ahora, coincidiendo con la crisis que aprieta a las empresas comerciales amenazando con mermar el capítulo de sus esplendorosas ganancias, cuando se les haya despertado una aguda conciencia ecológica a los mandamases de sus consejos de administración, llevándoles a decidir de un plumazo que hay que quitar de la circulación, pero ya mismo, esas bolsas tan contaminantes que se venían proporcionando al cliente (de forma gratuita, téngase bien en cuenta ese detalle) a la hora de pagar la compra en las cajas registradoras de los establecimientos. Que si a eso vamos las dichosa bolsitas tampoco nos salían gratis, porque su precio ya se nos cargaba por otra parte y bajo otros conceptos en los que comprábamos, lo mismo que se nos cargan las pérdidas (mejor dicho las no-ganancias) fruto de hurtos, deterioros y mermas, que así son las leyes del comercio, pero ésa es otra historia.
Decía, y digo, que no seré yo quien vaya en contra de la supresión, siquiera sea mínima, de guarrísimos elementos altamente contaminantes; pero digo al mismo tiempo que no se nos pretenda vender esa iniciativa como consecuencia directa de un acto de concienciación medioambiental, ni se nos presente a los “padres” de la idea como ángeles benefactores, sinceramente preocupados por la salud de nuestro muy martirizado y preagónico planeta. (Por cierto: no se me tache de tremendista por llamar preagónico al estado de salud de la Tierra). Nada menos que Miguel Delibes, hace ya bastantes años, fue más lejos que yo titulando un estremecedor libro suyo (que debería ser de lectura obligatoria) así: “El mundo en la agonía”.
Decía que iniciativas del tipo de lo de las bolsas siempre tienen recámara; en este caso, suprimir gastos y, ya que estamos, forzar al público a que se deje las perricas comprando otro tipo de bolsas mucho más ecológicas; que pone a la venta, faltaría más, la misma cadena que retira las gratuitas. Cadena que sigue vendiendo, faltaría más también, cientos, si es que no miles, de productos de plásticos tan contaminantes, o si me apuran hasta más, que las repajoleras “bolsas caca” que con tanta alharaca publicitaria uno de estos días se van a retirar de la circulación.
Y es que a mí, con perdón, desde que empecé a recibir el machacón mensaje publicitario de la “caca” bolsífera no se me va de la cabeza esa frase típica que estamos todos hartos de oír, poniéndola más o menos metafóricamente en boca de los angelitos en edad infantil, y que encadena ingenuamente las palabras feas que jamás debe decir en público un-a, niño-a como Dios manda. Ya sabéis aquello tan archiconocido de: caca, culo, pedo, pis. De manera que, me parece a mí, si queremos ser medianamente consecuentes no podemos quedarnos en las bolsas caca, sino que hay que arremeter también contra todos los otros productos culo, y pedo, y pis que emponzoñan el medio ambiente y nos envenenan cada vez que abrimos la boca para respirar, y que no es que tarden 400 años en desintegrarse sino que muchos ni se sabe si llegarán a desintegrarse nunca, léase los residuos nucleares, sin ir más lejos.
Bienvenida se pues la iniciativa de retirar bolsas de plástico… pero sin hacerles el juego a las cadenas comerciales. Sin comprarles después a ojos cerrados lo que ellos quieran vendernos.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

A MI QUERIDO AMIGO ALFONSO

Hoy te fuiste viejo amigo
no dejo de recordar,
los momentos que contigo
tuve para disfrutar.

Tantos tiempo compartido
unidos por la amistad,
tu pérdida la he sentido
en mi alma de verdad.

Recuerdo cuando decías
esto debe de durar,
lo que duren nuestras vidas
y así ha sido en realidad.

Pero yo me quedo solo
sin mi amigo mas leal,
quién escuchó mis problemas
y compartió mi soledad,
en los peores momentos
a mi lado supo estar.

Hoy te has ido viejo amigo
y con pena te digo adiós,
labraré con letras de oro
tus consejos que ya añoro,
forman parte de la razón
por la que fuiste mi amigo,
mi gran amigo del corazón.

En la lápida yo te lloro
te lo pido te lo imploro,
que donde quiera que estés
me guíes aquí en la tierra,
y me lleves hasta tu diestra
que quiero contigo compartir,
si es que la vida es eterna.